El artista sin rostro que alcanzó la fama

"Banksy"; así se hace llamar el grafitero inglés más criticado, admirado y perseguido del mundo, ya que nadie sabe quién es. Pero sus obras, todas con mensajes anti-sistema,valen millones

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GABRIELA VAZ

Es posible que uno de los artistas callejeros más famosos del mundo no tenga rostro, ni nombre real, ni dirección, ni biografía conocidos? Es posible. De Banksy -el grafitero británico más cotizado, admirado, criticado, perseguido y misterioso del planeta- sólo se conoce su obra. Y, como prolongación de ésta, su ideario. Sus stencils son manifiestos puros: una niña cacheando a un policía, dos militares pintando un símbolo de la paz, una pareja de varones uniformados besándose en la boca, un Cristo crucificado cargando bolsas de compras, la Gioconda con una metralleta en el hombro, un médico auscultando el corazón del icónico I love NY, entre cientos de otros ensayos en spray distribuidos en muros del mundo entero.

En ocasiones, sus mensajes no están solo en el qué, sino también en el dónde. Ha retratado a la infidelidad (un hombre escapando por la ventana mientras un esposo escudriña el exterior junto a su mujer en ropa interior) en una clínica de enfermedades sexuales. Ha pintado sobre animales vivos. Ha entrado a prestigiosos museos -como el Tate Modern de Londres, y otros tres de Nueva York- para colgar sus propios cuadros, siempre con sátira y humor, al lado de obras valuadas en millones. En Disneylandia, llegó a "vestir" a un muñeco como un prisionero de Guantánamo. Y en 2005 hasta se atrevió con el muro de Cisjordania -el que envuelve a palestinos en paredes de ocho metros de altura-, utilizándolo como lienzo para una serie de pintadas rebeldes que algunos radicales israelíes consideraron, más que una provocación, casi una declaración de guerra.

Es que Banksy optó por la rama más política del arte urbano. Pero más allá de su obra anti-sistema, el grafitero es célebre por su invisibilidad; toda una paradoja de la fama. Aunque lleva veinte años sorprendiendo con sus stencils e instalaciones, ha expuesto en prestigiosos museos, les ha vendido cuadros a Angelina Jolie, Brad Pitt, Jude Law o Robert Downey Jr; y hasta ha producido un documental -Exit through the gift shop- que fue nominado al Oscar en 2010, nadie sabe con certeza quién es.

LO QUE SÍ SE SABE. A lo largo de los años muchos han intentado darle la captura a este enigmático personaje, claro está. Pero el hombre sabe camuflarse y sólo concede entrevistas -muy pocas- por correo electrónico. La información que gira sobre el artista surge de esas notas, de un par de libros (uno escrito por él; otro, sobre él), su web (www.banksy.co.uk), los pocos testigos que se lo toparon y muchas especulaciones. Dicen que nació en Bristol (Inglaterra) y tiene entre 35 y 40 años. También dicen que es alto, rubio y viste al mejor estilo grafitero amante del hip-hop.

Su "carrera" comenzó a principios de los `90, cuando su técnica era aplicar el spray directamente en la pared. Una noche, luego de que casi lo atrapa la Policía mientras pintaba, junto a otros amigos, el vagón de un tren con la frase "Siempre llega tarde", decidió pasarse al stencil (técnica que consiste en rociar el spray sobre cartones previamente cortados con el contorno del dibujo que quedará en la pared). Era más simple y, sobre todo, más rápido, explica el propio Banksy en su libro Wall and piece (Muro y pieza).

Por 1994 comenzó a llenar las calles y parques de Bristol con figuras de ratas de "espíritu crítico" en escenas de lo más variadas. Se volvió un sello conocido para los habitantes de esa localidad, donde hoy es una celebridad. Las autoridades, que en sus inicios lo consideraban un vándalo, terminaron arrastrados por el fenómeno: a los empleados de la limpieza de los vagones de los trenes de Bristol les entregaron una guía de arte grafitero para que aprendieran a identificar sus pintadas y conservarlas. Antes se había dado el absurdo: mientras sus obras se vendían en galerías de arte por cientos de miles de euros, la municipalidad borraba todas sus huellas en muros de la ciudad, al igual que hacía -sigue haciendo- con las obras de otros grafiteros.

No obstante, su primera exposición oficial en Inglaterra se hizo esperar: recién se dio en 2009 -cuando ya había expuesto en Estados Unidos e Israel-, en el museo municipal de Bristol. La directora del lugar, Kate Brindley, reconoció "la ironía" de que el Ayuntamiento solventara los gastos de la persona a la que "persiguió" durante años por sus grafitis en lugares públicos. Y el propio Banksy destacó que ese fue el primer espectáculo que montó en el que el dinero de los contribuyentes se utilizó para colgar sus obras "en vez de para borrarlas".

DINERO Y SISTEMA. Banksy ha llevado el arte urbano de la calle a las galerías. La paradoja que se le reprocha: sus mensajes anticapitalistas, antimultinacionales y antisistema acaban reportándole ingresos millonarios. Su firma se ha cotizado hasta el ridículo. En un reportaje publicado por la revista New Yorker en 2007 se afirma que un día, en Los Ángeles, el artista tiró unos restos de pizza al cubo de la basura de la calle y que alguien los recogió y los subastó en eBay. El desecho, con anchoas, se vendió en 102 dólares. En otro rango, diez de sus obras se vendieron por más de 700.000 euros en Sotheby`s.

"Es una paradoja: los que él critica en sus pinturas le recompensan adorándole. ¿Y él qué puede hacer? No es su culpa", opinó el periodista Christopher Warren, que conoció a Banksy hace unos años, en una nota de El País de Madrid.

En el mismo artículo, el experto en arte y redactor de la revista Venue Steve Wright, expresó: "Para mí sigue siendo un genuino elemento antisistema. No sé si es millonario. Creo que no; los que ganan miles de libras son los que compran y venden y revenden sus obras. Lo que sí sé es que él podría ser rico si quisiera. (Pero) sigue creyendo en el arte accesible. ¿Hay algo más democrático que pintar en la calle para que lo vea todo el mundo?".

En alguna ocasión, ese regalo de su arte lo hizo a pedido. Como la vez que pintó a un policía, de rodillas, apuntando su fusil mientras un niño, a su espalda, está por explotar una bolsa de papel para asustarle. La pintada se hizo en el frente de la fundación infantil The Wallace and Gromit. El director de la institución se había puesto en contacto con él por mail pidiéndole un cuadro, y un día apareció eso.

Pero Banksy también ha demostrado que la crítica antisistema se puede hacer dentro del mismo sistema. En el episodio Money Bart de la temporada 22 de Los Simpson se vio una cabecera creada por el grafitero británico. Allí aparece una horrenda fábrica en la que trabajadores alineados rellenan con gatitos triturados los peluches de Bart. La intención fue criticar el acuerdo de Fox, la empresa que está detrás de la serie, con otra coreana para producir películas y mercadería a más bajo precio.

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