No todos saben que el primer programa que condujo Ignacio Álvarez en radio era de sexo. O que gracias a que Aldo Silva se estrenó con programas musicales en el dial, fue manager de Los Buitres o La Trampa y llevó a Fito Páezal cine. Tampoco es muy conocido que Daina Rodríguez quería ser arquitecta y que se acercó a la radio solo con la intención de militar contra la dictadura. ¿Y alguno recuerda a Mariano López saliendo desde una cancha chica en una transmisión deportiva comandada por Carlos Muñoz?
Estos cuatro comunicadores tienen en común no solo que hoy están al frente de programas muy escuchados o conocidos del dial nacional, sino que su debut radial se dio con propuestas que poco o nada tienen que ver con su presente. En el año del centenario de la primera transmisión radial uruguaya, cada uno cuenta su historia.
Hablemos de sexo
“Yo empecé haciendo una especie de pasantía en CX 44, que en aquel momento era la radio de los tupamaros. Era un guacho que estaba terminando la carrera de Comunicación en la Universidad Católica y tenía una participación de co-conducción menor con Julia Amoretti”, relata a Domingo, Ignacio Álvarez sobre sus inicios en Un trato con Julia, el magazine vespertino que conducía la recientemente fallecida actriz y comunicadora.
De esos comienzos recuerda especialmente lo que le ocurrió cuando fue a pedir un aumento de su magro sueldo. “Me dijeron: ‘Andá por allá, a la derecha está la oficina’. Voy y veo a un tipo que parecía un vagabundo, entonces vuelvo y pregunto: ‘¿Dónde me dijiste que era?’ Y me repiten que al fondo, a la derecha. El tema es que el supuesto vagabundo era el Pepe Mujica, al que en ese momento yo no conocía. Me respondió: ‘Sí, m’hijo’ y me dio los dos pesos que pretendía cobrar”, cuenta sobre quien tuvo como primer patrón al que años después sería Presidente de la República.
“A los meses le cerraron la radio por los famosos episodios del Hospital Filtro”, acota y agrega que alguna vez le relató esta anécdota a Mujica que, como es lógico suponer, no se la acordaba.
Pero la primera experiencia de Nacho como conductor de su propio programa llegaría en 1993, cuando las productoras y estudiantes de Comunicación, Karen Yavetz y Nicole Mitnik, lo convocaron para estar al frente de Historias de piel en Del Plata FM. Se trataba de una propuesta que abordaba temas de sexo y evacuaba las dudas que los oyentes dejaban en un contestador telefónico. Iba los domingos de noche con la participación de un sexólogo, que primero fue Carlos Güida y luego Ruben Campero. Este último quedó como conductor cuando Nacho dejó el programa.
“La idea era muy transgresora por varias razones. Primero porque era un programa de sexo en el que se hablaba de todo, todo, todo y eso hace 30 años. Y segundo porque un programa hablando en FM era una rareza; en aquellos tiempos la FM era música”, comenta el comunicador.
Siente que con Historias de piel se fue descubriendo en la comunicación, con el desafío de hacerlo con un tema tan delicado en el que tenía que lograr que la gente superara prejuicios y se abriera a contar y preguntar.
“Es como el huevo o la gallina. Uno tiene determinados dones y aptitudes, pero tuve la posibilidad de ponerlos en práctica, entrenarlos e ir evolucionando a partir de esta experiencia que duró años”, acota. Confiesa que nunca tuvo miedo a la hora de abordar estos temas. “Se hablaba desde zoofilias hasta swingers, pero siempre con nivel. Creo que tenía el equilibrio perfecto, los sexólogos tenían en general una cabeza muy abierta. Me acuerdo que ahí aprendí el término ‘parafilia’. Había que tirar abajo todos esos prejuicios que, en aquel tiempo, tenían mucha más fuerza”, destaca.
Para Nacho, Historias de piel “fue un golazo desde el primer momento” y cree que hoy seguiría funcionando “porque el sexo sigue siendo algo fundamental para cada una de las personas, me doy cuenta hablando con mis hijos. Muchos de los mensajes eran de gente joven que quería entender o aprender, entonces darle esa contención, como hacía el sexólogo, era muy importante, que la persona no se sintiera mal o culpable”, apunta.
De todas formas reconoce que no estaría dispuesto a volver a hacer un programa sobre un tema específico. “Ni loco”, dice y enseguida agrega que lo que le gusta es el periodismo de coyuntura. Además, considera que las características de su programa actual, La pecera (Azul FM), le permiten abordar todo tipo de temáticas, incluido el sexo, y lo ha hecho. También pasó con su anterior Las cosas en su sitio, que conducía en radio Sarandí.
Volviendo a Historias de piel, asegura que la idea le encantó “de pique”. Analizando un poco más, concluye que “hay un denominador común entre todas las cosas que he hecho, que es la adrenalina”. A ese paquete suma sus programas de televisión, empezando por Al límite en Canal 12, una propuesta de turismo aventura donde hizo desde bungee jumping hasta escalar montañas o bucear en el hielo, hasta el periodístico Santo y seña de Canal 4, donde interpela varios temas de actualidad corriendo otro tipo de riesgos, pero también caminando por la cornisa.
Para Nacho no importa si es en radio o en TV, lo que importa es la impronta que le pone al producto. Y en ese sentido considera que todo lo que ha hecho hasta ahora cumple con esa consigna.
Día muy difícil
Nacho no se olvida más del día en que hizo Historias de piel con su madre muriendo de cáncer. “Sentí que tenía que estar y estuve. Obviamente que salí deshecho, me saqué la careta y estaba llorando”.
Militancia
En 1980 Daina Rodríguez estudiaba arquitectura y ni se le pasaba por la cabeza hacer radio. Su vínculo con ese mundo era como oyente, especialmente de CX 30 Radio Nacional, de forma muy activa y participativa. Esto último hizo que le terminaran ofreciendo ser la productora del periodístico nocturno Última edición, que conducía Jorge Pasculi.
“Yo lo que quería en realidad era militar en algún lugar donde pudiera luchar contra la dictadura, para decirlo en términos grandilocuentes. Tener un lugar donde estar en ese momento tan efervescente del país. La radio era un trabajo y un lugar de militancia”, señala a Domingo.
Recuerda que consiguieron un avisador que pagaba 500 pesos por mes y se los daban a ella. “Eso me alcanzaba para el boleto y poca cosa más”, cuenta entre risas.
Al poco tiempo ya estaba conduciendo programa propio… pero a regañadientes. “Fue medio ‘obligada’ por Germán Araújo —director de CX 30 de gran militancia política—, porque yo no quería salir al aire, me daba cosa. Canción con todos fue el primer programa que hice en la vida”, confiesa sobre aquella propuesta dominical en la que pasaba música y “comentaba cosas más bien de relleno”, apunta.
Al mismo tiempo se transformó en coordinadora de la radio porque Araújo necesitaba alguien que ejecutara lo que él decidía y fuera su vínculo con los conductores de los programas. “En la radio me daba igual hacer cualquier cosa; si tenía que lavar el baño, lo lavaba. No era un lugar profesional para mí, sino que era un lugar de compromiso social muy fuerte. Menos operar la mesa de controles y administrar, hice todo. Nunca aprendí a operar, pero me hubiera encantado”, comenta.
¿Qué decía su padre, el gran comunicador Homero Rodríguez Tabeira? Cuando ella empezó en CX30, no se enteró porque no vivían juntos y, cuando lo supo, al principio le costó asumirlo porque creía que no era un buen ambiente para su hija. “Con el tiempo y los distintos logros que tuve, desde premios hasta que me contrataran o que le hablaran de mí, empezó a compartir más conmigo mi profesión”, admite.
Finalmente en 1985 dejó todo por la radio. Se venía el viaje de Arquitectura, Daina se estaba endeudando con la venta de rifas y la radio le absorbía cada vez más tiempo. “Entonces dije: ‘Este momento político no va a volver, a la facultad puedo volver cuando quiera’, dejé la facultad y nunca más volví”, cuenta.
También dejó Canción con todos porque llegó la periodista Mariela Genta para hacer un periodístico en la mañana de la radio y la sumó a su equipo. “Empecé a hacer periodismo de actualidad y eso me acompañó durante muchos años. Mariela fue mi segunda maestra; Germán fue el primero”, destaca.
Su principal rol era en la producción —“yo soy esencialmente una productora”, subraya—, aunque también intervenía en el programa con espacios propios, entre los que menciona columnas de ciencia y tecnología con la participación de Juan Grompone, Judith Sutz y Rodrigo Arocena, además de entrevistas políticas.
Fueron 10 años en CX 30 en los que la comunicadora nunca sintió que tenía una relación profesional con su trabajo; estaba allí por vocación social. Por eso, cuando la radio dejó de ser lo que era y comenzó a tener discrepancias con algunas cosas, se marchó. Terminó trabajando como recepcionista en una empresa de seguros.
La radio se convertiría en su profesión años más tarde, cuando logró ingresar a radio Sarandí gracias a que ganó el concurso Usted tiene la palabra. Allí comenzaría otra gran etapa de su vida en la que pasó por las emisoras Nuevotiempo, El Espectador, M24 y Radiocero, hasta llegar a Radio Uruguay, donde presentó el proyecto Efecto mariposa, el magazine periodístico cultural que conduce y produce desde hace 17 años (hoy en Radio Cultura).
“Es lo que más me gusta hacer y pretendo que siga todo lo que pueda, conmigo o sin mí. No me veo dentro de 10 años haciendo lo mismo que hacemos ahora, pero creo que radio siempre voy a hacer”, afirma convencida.
Una transmisión en una moto inexistente
Daina Rodríguez dice tener anécdotas “enormes” de la época en que trabajó en CX 30 bajo la dirección de Germán Araújo. “Lo agradezco porque fue mi gran formación”, destaca.
De aquellos días de retorno a la democracia recuerda especialmente las transmisiones que se hicieron con el retorno de uruguayos desde el exilio.
“No había celulares y teníamos máximo cuatro equipos que había que conectar a una línea telefónica que pedíamos a Antel. Cada equipo se conectaba a una línea que distaba cinco cuadras de la siguiente. Cuando la caravana pasaba, el primer equipo se desconectaba y pasaba al último lugar. Todo un plan diseñado por mí junto a los técnicos. Un día un compañero, para darle más dinamismo, inventó que iba en una moto y en realidad estaba sentado dentro de la radio. Todos empezaron a seguirle el tren y a decir ‘aquí vi pasar a Fulano en la moto’. Cuando llegó Alberto Silva, que era el movilero que estaba todo el tiempo en la calle rompiéndose el alma, entró furioso y me decía ‘¡cómo puede ser si yo hace años que vengo pidiendo por un impermeable para no mojarme cuando llueve, hay una moto con un equipo y se la dan a cualquiera menos a mí’. Se lo había creído completamente”, cuenta Daina entre risas.
“La gente con la que compartí esa época es mi familia y la sigo queriendo hasta hoy”, agrega.
Canchas chicas
“Ahora que estás sin laburo, ¿no tenés ganas de empezar a hacer algo de radio?”, fue la pregunta que le hizo Diego Muñoz a su amigo Mariano López cuando en febrero de 2000 este renunció al diario El País, donde se desempeñaba como periodista deportivo.
Mariano, que en ese entonces tenía 25 años, contestó que sí, pero le aclaró que serían sus primeras armas. Diego habló con su padre Carlos y este le ofreció integrarse al equipo deportivo de radio Carve. Así pasó a trabajar tres veces por semana en la edición nocturna de Deporte Total y en las transmisiones de fútbol del fin de semana, en los partidos de Primera División y de la entonces B.
“Laburaba sábado y domingo cubriendo canchas chicas y entresemana mi laburo era conseguir noticias. En Deporte Total había celulares para trabajar, pero después te manejabas mucho con el teléfono fijo, llamando a los directores técnicos a su casa para averiguar novedades del equipo. Entonces generabas una relación con todos los entrenadores porque los llamabas todos los días a la casa. Eran tiempos en los que te aprendías de memoria los teléfonos fijos”, cuenta.
Al principio lo que más hacía era producción y salía poco al aire, quizás con alguna noticia o haciendo alguna entrevista. Recuerda que en ese entonces el conductor era Rodolfo Pereyra, “un crack”, apunta.
“Se armó un grupo en el que nos divertíamos laburando y, sobre todo cuando se acercaba el fin de semana, salíamos a tomar algo”, agrega.
Asegura que no le costó salir al aire. “Le agarré la mano al toque”, dice y lo explica por las prácticas que hacía como estudiante de Ciencias de la Comunicación. Cuando empezó en Deporte Total estaba empezando su tercer intento por estudiar la carrera, luego de haberla abandonado en la ORT y en la Udelar. En la Universidad Católica fue la vencida, la cursó completa y solo le quedó hacer la tesis.
En radio Carve estuvo cuatro años, hasta 2003, en que lo llamó Alejandro Figueredo para preguntarle si le interesaba hacer una suplencia en Telemundo. Ese trabajo le insumía mucho más tiempo y le abrió la chance de quedar fijo, así que renunció a la radio.
Retornó al dial muy rápido, ya que en marzo de 2004 estaba estrenando Segunda Pelota con Jorge Piñeyrúa en Océano FM, programa que hizo durante 14 años. Luego vendría Todo pasa, también en Océano, su primer periodístico propio; después un impasse de nueve meses en el que por temas familiares se alejó de la radio y finalmente en el verano de 2021 se incorporó a Punto de encuentro, en radio Universal, donde está actualmente junto a César Sanguinetti y María Eugenia García.
“Por ahora lo que me gusta es hacer un periodístico radial. No me imagino volviendo a hacer un programa deportivo, eso seguro que no. Pero uno nunca sabe, la vida es larga y yo no me aburrí todavía. Re-volvería algún día a un diario, pero para hacer periodismo general. Lo que sí tengo claro es que quiero seguir haciendo un trabajo periodístico en alguno de los dos medios en los que estoy hoy. Eso seguro que sí”, confirma el comunicador.
Viajes estilo adolescente y un móvil cubano falso
Mariano López señala que los recuerdos más divertidos de la época de Deporte Total radio son de las salidas al interior del país “con el grupete”.
“Ir con Joel Rosenberg y Diego Muñoz con la selección juvenil a Maldonado o con la transmisión de Carve, Mario Bardanca y Carlos Muñoz a cubrir partidos, de los que terminaban saliendo cenas. Si nos quedábamos a dormir en un hotel juntos, era como volver a ser un adolescente. Lo recuerdo con gran cariño”, comenta.
De los años de Segunda pelota atesora miles de anécdotas; la que ha contado más veces es del día que le hizo creer al Piñe que estaba saliendo al aire desde Cuba y cuando entró al estudio su amigo pegó un grito que los hizo llorar de risa toda la tarde.
Programas musicales
“Preciso gente para mi programa de radio”, dijo Elías Turubich, quien por 1986 conducía el programa de canto popular América del sol en CX 26 Sodre. Fue en medio de un curso de periodismo y ni bien escuchó la palabra “radio”, un joven Aldo Silva se tiró de cabeza.
“Mucha de la música que pasaba a mí no me gustaba nada, pero yo estaba frente a un micrófono… era tocar el cielo con las manos. Yo hacía radio”, recuerda Aldo sobre su debut en los medios.
Turubich lo dejó salir al aire por primera vez en su vida, leyendo algún aviso y, cuando el conductor no estaba, él lo cubría. Un buen día se enteró de que había un espacio libre en la radio y comenzó a moverse para poder dar rienda suelta al estilo musical que realmente lo apasionaba, el rock.
“Tuve que hacer pilotos, pruebas… pero así nació mi primer programa como solista, Poster musical, donde metía media hora musical de un artista por día. De ahí me fui al rock uruguayo”, recuerda.
El gran salto en su vida se dio cuando pasó a Emisora del Palacio —hoy Océano FM—, que para él era la mejor radio que había en el Uruguay. “No era un gran cambio desde el punto de vista económico porque no ganaba un peso, sino porque me encontré con un mundo diferente”, señala sobre lo que fue su ingreso en el programa Otros latidos, de Marcelo Sena, y luego en Ruta 66, con Alfonso Carbone.
“Todos los programas eran de rock y de rock de vanguardia. Era una emisora con un estilo medio desenfadado, que para la época era un tanto fuera de lo común”, explica. Aldo condujo allí el programa Última generación, de rock alternativo, y luego Sálvese quien pueda, junto a Tabaré Couto. “Mi amigo y compañero de tantas”, apunta.
“Yo hacía periodismo musical. Buscábamos primicias, queríamos ser los primeros en pasar determinada canción, escuchábamos y analizábamos los discos. A partir de ahí empiezo un poco a desentrañar mi veta de investigador, de rigor”, destaca.
Fue en ese momento, allá por 1991, que coincidió en la emisora con Emiliano Cotelo, que conducía En perspectiva. Eso llevó a que la esposa de este, Alexandra Morgan, productora de Canal 12, lo conociera y le propusiera concursar para entrar en Telemundo al mediodía con Laura Daners. “Yo le dije que sí, vamo’ arriba, ¿cómo no? Yo ganaba tres pesos, cuando ganaba algo”, comenta entre risas.
Volviendo a la radio,tuvo una etapa en El Dorado FM, en donde hizo un programa nocturno, pero no le fue bien. De ahí se fue a Nuevotiempo 1010 AM, donde hacía programas musicales pero mechados con temas periodísticos. “Ya estaba en Telemundo y tenía otra forma de encarar los programas; apostaba a la música, pero con otro rigor profesional”, aclara.
Luego estuvo un largo tiempo sin hacer radio hasta que Néber Araújo lo llevó a Setiembre FM para conducir un programa en la noche. La nueva emisora no duró mucho tiempo y además nació su hija, por lo que tuvo que aflojar con los horarios.
Le acercaron otras propuestas que desechó. Finalmente aceptó la de Metrópolis FM, cuando ya llevaba un año y poco como conductor principal de Telemundo. “Ya fue con un periodístico donde la música pasó a ser algo lateral. Por ejemplo, con los Buitres teníamos la cábala de que antes de un recital grande pasaban por el programa”, acota entre risas.
“De allí hasta nuestros días hago periodismo, pero siempre está la música presente”, señala quien tuvo una época como director periodístico de Universal y desde 2020 es uno de los conductores de Informativo Sarandí.
Aldo asegura que en algún momento va a volver a hacer un programa musical en radio, sobre todo porque sus hijos le salieron muy melómanos y lo han hecho descubrir cosas nuevas y sorprenderse. “Realmente tengo muchas ganas de hacerlo”, remarca dejando la puerta muy abierta.
De manager de Buitres a caminar por 18 con Fito Páez
“Fui el manager de Metamorfosis; el primer manager de La Trampa, hice su primer recital; manager de La Tabaré; de Los Traidores. Como era fiel seguidor de Los Estómagos, cuando se disuelven y se crea Buitres, me llaman”, cuenta Aldo Silva quien, gracias a sus programas musicales, conocía a todos los músicos locales de los años 80.
El comunicador trabajaba en el legendario pub pocitense Laskina (Prudencio Vázquez y Vega y Figueras), donde interactuó con muchos músicos argentinos.
“Conocí a los Redondos. Caminé por el Centro de Montevideo con el Indio Solari. Llevé a Juan Carlos Baglietto por todas las radios habidas y por haber. Estuve con Pedro Aznar y no fue una buena experiencia porque era medio complicado en el trato. Estuve con Los Ratones Paranoicos y con Divididos, con Mollo y Arnero”, ennumera.
Recuerda especialmente cuando vino Fito Paéz a hacer el recital Chapa y Pintura con Guillermo Vadalá a Laskina. “Todavía no era una estrella porque fue antes de El amor después del amor. Estaban dando Jesús de Montreal, película que estaba prohibida en Argentina, y me pidió que lo llevara al cine. Andaba con campera de cuero, caminamos por 18 de julio, no había nadie. Estaba feliz y me decía ‘Montevideo se parece a Rosario’. Fue muy divertido”, recuerda el comunicador.