Los quesos blancos, popularizados por las dietas de bajas calorías, han sido redescubiertos por la cocina de todos los días.
Su historia es muy antigua, tanto que existen datos que confirman que hace más de cuatro mil años los pastores ya habían descubierto el método de fabricación de esos quesos, que no es más que la leche cuajada con un agregado que se hacía con sustancias naturales como el jugo de algunos vegetales.
Estos procesos caseros todavía tienen vigencia en ciertos países, como en Groenlandia, pero en la mayoría de ellos han entrado a formar parte del consumo industrial con calidades distintas entre sí, originarias de diversas regiones del planeta.
En Europa, Africa y en América del Norte son frecuentes en el menú cotidiano los quesos frescos de leche de vaca, cabra o de oveja. Pero en la India, los producen con leche de búfala, en Turquía con leche de yack y en Medio Oriente se conoce la cuajada de camella.
En particular han cobrado fama la ricotta, originaria de Italia, el cottage tan apreciado por los norteamericanos, los cremets de Anjou, clásicos franceses y los boursin perfumados con ajo, pimienta o hierbas que son los complementos que mejor se asocian al sabor de estos quesos.
Un único detalle a tener en cuenta con respecto a los quesos blancos es su frescura, ya que se descomponen fácilmente.
En nuestro país se fabrican excelentes quesos y hoy en día se pueden encontrar en nuestra plaza una vasta gama de sabores.
Un toque de queso. Los quesos blancos que más utilizamos son sin duda la ricotta, el queso blanco natural entero o descremado, el Philadelpia y el Mascarpone. Ellos son protagonistas de importantes platos de la cocina internacional, pero también un toque de cualquiera de ellos puede realzar distintas preparaciones, por ejemplo...
Un poco de ricotta desmenuzada sobre una ensalada de hojas verdes, de verduras frescas, sobre una sopa o en una salsa de tomate le conferirá al plato un toque sano y diferente.
Un copo de queso blanco natural, será el complemento ideal de una macedonia de frutas, de una tarta o un flan. Es el queso ideal para preparar el delicioso "helado" de queso.
Unas cucharadas de Mascarpone irán maravillosamente sobre una crema de naranja o unas frutas en almíbar.
El Philadelpia será el complemento refinado del salmón ahumado, a la vez que aderezará junto con otros ingredientes una ensalada agridulce.
Es el queso vedette del tradicional "Cheesecake", postre americano que cuenta con muchos seguidores. Es extensa la lista de sabores que se le pueden otorgar a este postre, ejemplo naranja, chocolate, cerezas, frutas secas, etc. La imaginación de cada uno puede crear alguna sofisticación importante a la hora de innovar.
C.S.
RECETA ESPECIAL
HELADO CHEESECREAM
INGREDIENTES
1 pote grande de queso blanco cremoso natural (250 grs. aprox.)
1 vasito de yogur natural
3 yemas
6 cucharadas colmadas de azúcar
2 cucharaditas de vainilla
3 cucharadas de azúcar
Batir con batidora el queso con el yogur, las 3 yemas, 6 cucharadas de azúcar y la vainilla. Incorporarle las 3 claras batidas a nieve firme con 3 cucharadas de azúcar. Unir suavemente, colocar en cubeta y llevar al congelador cubierto de papel aluminio. Servir luego con una salsa de frutillas, de chocolate, o con una mermelada de damascos diluida con un toque de bebida.
ArchÍvese. Ideal para servir acompañado de frutas frescas.