LEONEL GARCÍA
Se dice de él... "Si querés darle otro nombre al rocanrol, ese podría ser Chuck Berry", firma John Lennon. "Solo hay un auténtico rey del rock y su nombre es Chuck Berry", suscribe Stevie Wonder. "Mi madre me dijo: Elvis y vos son muy buenos, pero no son Chuck Berry", confiesa Jerry Lee Lewis. "Para mí, Chuck Berry siempre ha resumido el modo de tocar el blues y el rock. Es hermoso, natural, su manejo del tiempo es perfecto y su ritmo es supremo", se deshace en elogios Keith Richards. "Es el resumen de lo que tiene que ser un guitarrista, un cantante y un compositor", busca un lugar entre tantas luminarias admiradas Joan Jett. Angus Young, el guitarrista de AC/DC, no solo lo ha idolatrado hasta el extremo sino que ha adoptado su duck-walk (paso del pato) en el escenario. Si de presentar a un personaje se trata, ¿hace falta agregar algo más?
Chuck Berry, a los 86 años, todavía puede hacer el duck-walk. Convertido desde la década de 1970 prácticamente en un live-musician (algo así como músico para recitales), sin necesidad de grabar temas nuevos, Montevideo podrá verlo el 15 de abril, en el Teatro de Verano, a él y a su leyenda. ¿Padre del rock? ¿Abuelo del rock? Él, al igual que otro compañero de ruta y generación, Little Richard, ha preferido autodefinirse de otra manera, también bastante hiperbólica: arquitecto del rock.
Pero tiene sobrados motivos para ponerse semejante mote. Sus riffs -repetición de una frase musical- de guitarra le dieron al rock una precoz mayoría de edad. Si los elogios de sus discípulos no fueran suficientes, ahí está su legado en forma de canciones: Rock and Roll Music, Roll over Beethoven, Carol, Johnnie B. Goode, Maybellene, School days, Sweet litlle sixteen, Oh Carol, y la lista sigue. Más de uno aseguró que si Elvis Presley era "el Rey", Chuck -temperamental y sufrido, divo e irreverente- merecía estar vinculado a lo Divino. Increíblemente vital, a la hora de tener bisnietos sigue colgándose la Gibson roja arriba de un escenario. Solo se sabe que sufrió un desmayo en un recital hace dos años, producto del agotamiento.
Grande entre grandes, si no tuvo más éxito fue por un motivo de piel: ser negro era un techo bastante grande en los Estados Unidos de los `50, cuando compuso sus hits más inmortales. Tuvieron que ser un grupo de chicos blancos pero del otro lado del Atlántico, The Beatles y The Rolling Stones para más datos, quienes se encargaron de mantenerlo vigente.
DEL BLUES. Charles Edward Anderson Berry nació en Saint Louis, Missouri, el 18 de octubre de 1926. Se crió junto a sus cinco hermanos en un hogar de clase media liderado por Henry, un diácono baptista, y Martha, docente. No tuvo una infancia con privaciones, e incluso pudo completar sus estudios secundarios en la Summer High School, al Norte de su ciudad natal. Fue ahí donde descubrió que podía hipnotizar a la gente desde un escenario: en un festival liceal en 1941, tocó Confessin` the blues, de Jay McShann, y logró una estruendosa ovación, más relevante si se considera que el blues no era considerada algo "apropiado" para un evento estudiantil. Fue entonces, según se indica en su website oficial (www.chuckberry.com), que se dio cuenta que su lugar estaba arriba de las tablas.
Influenciado en lo vocal por Nat King Cole y en Muddy Waters en el estilo guitarrístico, mucho antes de pedir un Mercedes Benz para pasear en los lugares donde toca, se compró un Ford V-8 de 1934. No se le daba mucho por el alcohol -lo que podría poner en entredicho su paternidad sobre el rock-, pero sí eso de meterse en líos. Se va de farra con un par de amigos a California y se quedan sin dinero; no tienen mejor idea que asaltar varios comercios y a un automovilista. Todavía era menor de edad, por lo que la gracia le vale tres años en un reformatorio. Sería la primera de una larga lista de problemas con la Justicia (ver aparte).
Chuck sale de la cárcel y enseguida adopta la conducta de un renacido a la vida decente: se va a trabajar con su padre como carpintero y se casa, en 1948, con Themetta Suggs, quien le daría tres hijos y una hija. Pero sigue despuntando el vicio musical. A principios de los `50, con el objetivo primario de ganar un dinero extra, toca en clubes negros de Saint Louis una rítmica mezcla de country y blues. No lo sabía, pero estaba dándole forma al rocanrol. Tampoco sabían sus compañeros de ruta, el baterista Ebby Hardy y el pianista Johnnie Johnson, que estaban viendo el nacimiento de una leyenda. A caballo de buena música y su clásico paso, su fama empieza a traspasar barreras regionales y raciales. Su ciudad empieza a quedarle chica. En 1955 se muda a Chicago y firma con la discográfica Chess. La máquina empieza a rodar y los éxitos se suceden uno tras otro.
Pero en una industria dominada por blancos, el suceso de un negro, de un carácter por demás arrogante por añadidura, era una puerta abierta a los escollos. En realidad, Chuck tenía motivos para ser desconfiado y altivo: Maybellene, su primer éxito, compuesto íntegramente por él, aparecía firmado también por Alan Freed y Russ Fratto, DJ creador de la expresión rock and roll uno y productor el otro, blancos ambos. Desde entonces, el músico sería muy celoso de todos los aspectos de su carrera. Y el escándalo estalló en 1959.
Chuck es acusado de trata de blancas. El eje de la cuestión es Janice Escalante, una joven apache que había conocido en México y a quien contrató para trabajar como chica del guardarropas en un club nocturno de su propiedad, Bandstand, en Saint Louis. Para peor, ante la Policía la chica dice tener 14 años. De nada valen los descargos del guitarrista: tres años de prisión y diez mil dólares de multa.
RESURRECCIÓN. Para muchos, hubiera sido su sentencia de muerte artística. Pero cuando sale de la prisión en Springfield, Missouri, en octubre de 1963, se da cuenta de que el nuevo rock le está rindiendo tributo. The Beatles graba Roll over Beethoven (luego incluirían Rock and Roll Music) y The Rolling Stones debutan con Come on (después llegaría el turno de Let it rock y Litlle Quennie). Otros integrantes de la invasión británica de los `60, The Kinks, popularizan Beautiful Delilah. En su país, The Beach Boys ya habían alcanzado el éxito con Surfin` USA, que tenía un inmenso parecido a Sweet little sixteen. Estaba de vuelta.
Musicalmente hablando, ya había dado todo lo de sí. Pero ya había sentado las bases de todo. Le faltaba un número uno en los rankings y eso lo consiguió en 1972 con My ding-a-ling, con una pícara letra con doble sentido, que puede tomarse como una oda a la masturbación. En 1979 grabó Rock it, su último álbum con temas inéditos. Desde entonces se ha concentrado en lo que más sabe: tocar en vivo. Si el rock es lo que es, se debe a que este hombre alguna vez escribió, cantó y tocó Johnnie B. Goode.
DE LA CASA BLANCA A LA PRISIÓN, TODO EN UN AÑO
El 1° de junio de 1979, Chuck Berry ofrece un concierto privado en la Casa Blanca. El presidente de Estado Unidos era Jimmy Carter. Al poco tiempo, otra vez en su vida es encarcelado, por tres meses, por evasión de impuestos. No es su último encontronazo con la Justicia: en 1990 es demandado por un grupo de mujeres; en un restaurante de su propiedad había instalado una cámara en el baño de damas. Era por seguridad, alegó.
AL MAESTRO CON CARIÑO, DE UN BEATLE Y DE UN STONE
AC/DC TAMBIÉN BAILA COMO PATO
El duck-walk consiste en saltar en un pie, mientras la otra pierna se mueve para adelante y para atrás. Lo popularizó Chuck Berry, aunque dicen que lo creó T-Bone Walker. Angus Young (foto) es otro cultor de ese paso.
JOHNNIE /JOHN LENNON B. GOODE
En febrero de 1972, en el Mike Douglas Show, Lennon se dio el gustazo de tocar con su ídolo Memphis y Johnnie B. Goode. Para el exbeatle, el rock and roll podría rebautizarse perfectamente como Chuck Berry.
ADMIRACIONES QUE MATAN
Keith Richards le profesaba una admiración absoluta. Sin embargo, se asegura que una vez que el Stone quiso subir a tocar con él sin aviso, el abuelo del rock prácticamente lo corrió a guitarrazos. No quedó ningún rencor.