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Carolina Bello: "Mirar el mundo desde la trinchera"

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Carolina Bello

EL PERSONAJE

Con su novela "Oktubre", sobre el mítico segundo disco de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, se está convirtiendo en todo un fenómeno editorial en el Río de la Plata.

Carolina Bello (36) estaba en quinto de escuela cuando, de pronto, descubrió que había nacido para contar historias. Recuerda que para aquel 26 de mayo, el Día del Libro, la escuela había organizado la visita de un prestigioso escritor y un concurso de cuentos. El cuento ganador sería leído por el escritor visitante. "La princesa y el castillo de nadie", se llamaba el breve relato que había escrito y terminó siendo el elegido.

Y aquel 26 de mayo de 1991 fue inolvidable para ella, porque de algún modo allí comenzó su carrera como escritora. Aunque aún ahora, después de varios premios y de ir camino a convertirse en un fenómeno editorial en el Río de la Plata, le cuesta enunciarlo de esa forma cuando le preguntan a qué se dedica. “Soy escritora”, dice ahora más convencida y luego de superar el pudor.

Sin embargo todavía le cuesta ser tratada como una especie de "rock star", como le pasó hace pocos días en Buenos Aires, cuando fue a presentar su novela "Oktubre" a Niceto Bar ante un público lleno de desconocidos y acompañada por periodistas argentinos especializados en música y letras, deslumbrados por esa pequeña obra dedicada al mítico segundo álbum de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota.

Este es su cuarto libro, pero definitivamente fue un vuelco en su carrera. Escrito para la colección "Discos", de Estuario Editora, dedicada a bandas y discos que marcaron mojones en la música rioplatense, esta obra se aparta del resto al optar por la novela como formato narrativo.

tapa libro Oktubre de Carolina Bello
Foto: Difusión. 

Aunque la obra comienza a ser venerada por los fanáticos seguidores de una de las mayores bandas de rock argentino de las décadas de 1980 y 1990, ha saltado esas vallas y la crítica literaria comienza a verla como una de las grandes novelas uruguayas de los últimos años.

La hermana pequeña

Carolina nació en 1983 y se crió en una vieja casona del barrio Buceo. Es la menor de tres hermanos, Lorena y Gabriel, con quienes compartía el cuarto infantil.

“En ese cuarto arrancan los primeros recuerdos que tengo con la literatura. Y es a mi hermana leyéndome cuentos y poemas. Evidentemente, ya identificaba alguna inquietud que pudiera tener entonces, a los ocho o nueve años, y la estimulaba leyéndome en voz alta”, recuerda.

Y casi al mismo tiempo comenzó a escribir, guiada por el placer sonoro de las palabras. “Tenía un cuadernito de rimas, porque para mí era como un juego”, dice.

Fue su hermana Lorena quien le hizo conocer a Horacio Quiroga, pero no solo al de los cuentos infantiles sino al más inquietante e inolvidable de los "Cuentos de amor de locura y de muerte".

En la escuela casi siempre era la encargada de leer en voz alta, aunque tenía algunos problemas con la caligrafía y, sobre todo con la ortografía. Su maestra lo advirtió y cada día le robaba quince minutos del recreo para que se quedara en clase haciendo letras con plasticina. “Una de las mayores humillaciones que recuerdo de mi infancia, porque me tenía que bancar la burla de mis compañeros”, dice ahora con una sonrisa.

Lo cierto es que al cuarto compartido llegaban los discos, libros y revistas de la hermana mayor. Las paredes estaban tapizadas por los pósters de las bandas de rock que pronto comenzaría a escuchar y no dejaría de hacerlo desde entonces. Desde La Tabaré a Buitres para llegar, finalmente, en la adolescencia, a los legendarios Redonditos.

Su padre, Enrique Bello, es un veterano periodista radial que tiene desde hace más de tres décadas una audición partidaria ("Dale Bolso"), pero en casa es el gran contador de anécdotas. Y tal vez quien, junto a su hermana, terminó siendo una influencia decisiva en la futura escritora.

Hay, en particular, una anécdota que su padre —al que cariñosamente Carolina y sus hermanos llaman “Gran Pez”— le ha contado varias veces e involucra a un mítico jugador argentino que jugó en Nacional a mediados de la década de 1960, José Sanfilippo.

“Mi viejo conoció a Sanfilippo, cuando venía de Boca a jugar a Nacional, que era como que viniera a jugar Messi”, recuerda Carolina. Por entonces su padre era un adolescente y solía escaparse de clases para ir al Parque Central a ver jugar a Sanfilippo. “Y Sanfilippo lo empezó a registrar, de tanto ir, y lo saludaba: ‘¿Qué hacés, pibe?’”, cuenta.

Lo cierto es que durante un partido amistoso que se disputó ese año (1963), poco antes de ir a disputar la Copa Libertadores, Nacional jugó contra Vasco Da Gama. Y en ese encuentro, Sanfilippo sufrió una fractura de tibia y peroné que lo apartó definitivamente del torneo. Enrique se largó a llorar dentro del estadio y la desazón no podía abandonarlo, al punto que quedó encerrado en el Centenario y llegó muy tarde a su casa. “Al otro día tocaron timbre en la casa, en la calle Urquiza, y eran dos enfermeros vestidos de blanco y preguntan ‘¿El pibe que va al Parque Central vive acá?’. Resulta que Sanfilippo se había despertado y había preguntado ‘¿Qué pasa que el pibe no vino a verme?’. Entonces los enfermeros lo llevaron al hospital a mi viejo a verlo”.

La historia se convirtió en uno de los cuentos de su primer libro, "Escrito en la ventanilla".  Pero mucho antes de ese primer libro ya había decidido que quería “ser periodista” y se lo había comentado a su hermana, que también había abrazado la carrera en la radio. “Lo que yo quería era contar historias, no era que me veía ante una cámara o haciendo una crónica micrófono en mano”, puntualiza.

Por eso, después del bachillerato, comenzó la carrera de Ciencias de la Comunicación y después la de Letras en Humanidades, donde terminó siendo asistente de cátedra. Sus primeros pasos en las letras fueron en un blog que llamó, precisamente, "Escrito en la ventanilla", una línea que “robó” de un relato de Charles Bukowski, y que terminaría por convertirse en su primer libro. De hecho, el primer libro que se publicó en Uruguay partiendo de un blog.

Con uno de los cuentos que recoge ese volumen y previamente en el blog, le tocó una de las experiencias más embriagantes para un autor. El texto comenzó a ser leído y analizado por estudiantes de la Universidad de Guadalajara, México.

“Es algo que recuerdo con mucho amor, cuando sentís que lo que hiciste realmente tocó a alguien, emocionó a alguien”, comenta.

Casi una declaración de principios. Aunque la postura de Carolina dista de ser complaciente. “Yo siento que hay que mirar el mundo desde una trinchera, no quiero decir que esté en pie de guerra, sino de mirar el mundo con cierta mentalidad crítica”, dice.

Cuando Gustavo Verdesio, director de la colección "Discos" de Estuario Editora le pidió un trabajo sobre la banda Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota Carolina le respondió: “Está bien, pero voy a hacer una novela”. Verdesio no objetó el planteo: “Por mí está bien, mientras esté el disco en el libro”. Y estuvo.

“'Oktubre', si vos lo juzgás por su arte de tapa, sólo ves rojo y negro, ves multitudes, ves al Che Guevara camuflado, ves una catedral en llamas. Desde su arte de tapa te da un componente exclusivamente social. Sin embargo, ponés play en Oktubre y a partir del primer tema hasta el último, es el disco más lírico de la banda, donde encontrás un yo diciendo, un yo purgando”, cree Carolina.

Así fue que surgió la idea de contar la historia de una mujer, Olga en la remota ciudad de Pripiat que sufrió en 1986 los efectos del desastre de Chernobil, que recibe las grabaciones de una banda de rock argentina. Olga Sudorova es mencionada, a su vez, por el Indio Solari en una frase que decía al final del tema "Ji Ji Ji", una extraña correspondencia que Carolina resolvió cerrar en una ficción que habla de la relación de dos seres distantes y unidos por la música, por la música de esa extraña banda argentina.

Pero el libro no es un misal para fanáticos. “Yo no escribí una novela para ricoteros, yo escribí una novela”, dice Carolina.

Sus cosas

Adriana Varela. Foto: Difusión
Cantar tangos

“Con esta vocecita de arrabal que tengo me pongo a cantar tangos cuando voy a ver a mis viejos”, cuenta. Es fanática de Adriana Varela, e increíblemente “descubrió” el tango en un recital de Fito Páez, al que fue de adolescente. Desde entonces aprendió a cantarlo “a capella” y su padre es su primer fan.

Cocinar
Cocinar

Le gusta cocinar para sus amigos. “Algunos de mis amigos ya dicen: ‘Qué bueno, va a cocinar Caro’. Lo hago con mucho gusto, realmente”. Y así, desde hace ya algunos años, la cocina se convirtió en otra de sus aficiones, arte con el que encuentra una buena cantidad de vasos comunicantes con la literatura.

Tranquility Base Hotel & Casino
Rock alternativo

Dice que podría escuchar Loquillo todo el día “sin problemas”. Pero últimamente escucha algunas bandas de rock alternativo, y en particular un álbum que la cautivó: "Tranquility Base Hotel & Casino", de la banda británica Arctic Monkeys que ha transitado por el indie, el garage rock y el alternativo.

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