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Ca7riel, Paco Amoroso y su trap distorsionado

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Catriel y Paco Amoroso, dos traperos diferentes

NOMBRES DEL DOMINGO 

Son amigos desde que tienen 6 años. Su tema Ouke los llenó de reproducciones y ahora, con un proyecto distinto a todo, son una de las duplas más prometedoras de la música Argentina.

Ca7riel y Paco Amoroso rebotan. Durante 30 minutos saltan sin parar como si estar en el aire fuese su condición innata, el sello de su cuerpo escénico, una causa y una consecuencia de su música. Ca7riel y Paco Amoroso cantan, entre el trap y el rap, entre el rock y la electrónica y la metálica, con la ATR Vanda sosteniéndolos. Dicen frases como “nadie va a llenar tu lugar aunque todas quieran ser parte”, exagerando las erres de cada palabra, como si hicieran del español otro idioma, uno propio, que también mezclan con el inglés. Y rebotan, nunca dejan de rebotar. Arengan a la gente diciendo “gracias wacho. Acá todos somos amigos, qué viva la música” y en el medio gritan.

Es 30 de noviembre de 2019 y se está realizando la segunda edición del Buenos Aires Trap en el Hipódromo de Palermo. Hay cerca de 25 mil personas que cantan “ouke fumando flores con Lamothe, pidiendo que mi barco flote, bella no me pienso ahogar de tantos culos en mi celular” mientras Ca7riel y Paco Amoroso, 26 años, saltan, cantan, gritan y bailan sin perder nunca el aliento, sin nunca bajar la energía.

“A mí una vez un amigo me dijo: ‘Che cuando cantás empezá a mirar a la gente a los ojos’”, dijo Paco en una entrevista con Infobae. “Es importante eso de tomar el escenario y tratar de que sea tu lugar por el rato que dure el show. A la gente le ceba eso, le ceba ver a dos manijas subiéndosela. Y eso es lo que tratamos de hacer, siempre dar todo en el escenario y tratar de pasar un buen rato”.

Le ceba, dice Paco, para decir que a la gente le gusta que ellos les suban la energía, la adrenalina, que los hagan pasar un buen momento.

Por eso Ca7riel y Paco hacen canciones “divertidas”, para subir a la gente, para bailar juntos, para hipnotizar al público con sus cuerpos en movimiento, sus sonidos extraños, ruidosos, distantes, pegadizos (nadie se salva de Ouke), a veces desopilantes, y con unos videos que parecen no tener ningún sentido y causar el mismo efecto magnético que ellos.

Mezclar

En 2019 Ca7riel y Paco Amoroso llegaron para subirse a la ola arrolladora del trap, el género musical indiscutido del momento, para trepar hasta lo más alto y no bajarse más. Pero lo suyo no es puramente trap. Se alejan, más que nada, en sus canciones y mensajes. Mientras que las del trap son oscuras, de violencia, de ostentación, de sexo y de drogas, lo suyo, dijo Ca7riel, es amor. Es, más bien, una mezcla de estilos en los que se zambullen para crear canciones sin prejuicios y contagiar en una ola expansiva de colores, estridencias y diversión (y a veces un poco de oscuridad).

“Somos como unos freaks pero somos muy abiertos con la música que escuchamos, somos gente que disfruta en general de todo. Y creo que tratamos de ser naturales y esas cosas son las que nos salen naturalmente a nosotros”, dijo Paco en el programa Últimos Cartuchos. “Esto que hacemos es lo más cerca que podemos estar a ser un niño. Nosotros nos conocemos desde que niños, vamos creciendo, haciendo temas, te volvés como más careta pero es una forma de jugar, como si fuera un Peter Pan”, agregó Ca7riel.

El año pasado fue, para ellos, el año en el que todo adquirió otra dimensión: agotaron tres veces el Niceto Club de Buenos Aires, cantaron Crimen en el Teatro Colón en un homenaje a Gustavo Cerati (“no lloraba desde que era pobre”, escribió Ca7riel en Instagram), se presentaron ante 25 mil personas en el Buenos Aires Trap, tocaron en España, visitaron tres veces Uruguay con salas repletas y giraron por Argentina, estuvieron (por segundo año consecutivo) en el Lollapaloza y cerraron el 2019 con un estadio Obras (ese mítico escenario rockero porteño) repleto en un show que llamaron La celebración. Celebraron, esa noche, el 2019.

Ca7riel y Paco Amoroso. Foto: Difusión
Ca7riel y Paco Amoroso. Foto: Difusión

Pero antes hubo otra historia. Catriel Guerreiro y Ulises Guerriero se conocieron en la escuela cuando tenían 6 años: a Ulises se le habían caído todos los dientes de leche y a Catriel le gustaba mirar Los Caballeros del Zodíaco. Hicieron juntos la escuela (a Ulises le iba a bien y a Catriel no le gustaba estudiar pero “tenía carisma”), se separaron para hacer secundaria y se volvieron a juntar con la ilusión -lejana, casi utópica- de vivir de la música.

En el medio Ulises estudió violín y Catriel, hijo de un músico de rock, se recibió de profesor de música en la escuela Juan Pedro Esnaola. En el medio y, por separado, los dos se hicieron fanáticos del metal.

Se juntaron de nuevo para crear la banda Astor y las Flores de Marte, una banda de funk con inspiración directa en Spinetta -Catriel cantaba y tocaba el bajo y Ulises la batería- y empezaron a girar por el under porteño cargando los instrumentos en el hombro para tocar en cualquier escenario que les surgiera, vistiéndose extravagantes solo para llamar la atención. “Éramos cero cool pero en el momento era ‘mírennos, estamos acá, sálvennos la vida’”, dijo Catriel a Página 12. Eso, dijeron, los ayudó para estar bien parados y preparados para todo lo que vino después.

Ca7riel, que se puso un número siete en su nombre y además se lo tatuó en la cara un día de furia para recordarlo cada vez que se mira al espejo, empezó a rapear a los 20 años. “Me hubiese encantado ir al psicólogo, pero bueno, apareció ese canal. Después me enteré que en la psicología, cuando entrás en un mal flash muy zarpado, te hacen escribir todo lo que pensás, como ‘me quiero morir, me voy a suicidar’. Yo no lo escribía así porque me gustó siempre la poesía y el romanticismo, pero realmente por ahí empecé a sacar mi mierda”.

Mientras Ulises, que se puso Paco Amoroso como nombre artístico, empezó a “hacerle el dos” a su amigo en el escenario cuando se presentaba con su rap. Fue Paco el que le dijo a Ca7riel que tenían que empezar a hacer algo más “subidor”, no tan depresivo y de denuncia como era el rap en general.

Así en una noche salió Piola y después A mí no y después Jala Jala, una canción que tiene un video hecho para verse en la pantalla del celular, como si fuesen stories de Instagram. Y después Ouke, el hit, el que los hizo tendencia, virales y masivos, el que tiene a Esteban Lamothe como protagonista del videoclip y de un estribillo que se pega hasta el cansancio.

Las canciones y los videos que vinieron después -un tema oscuro que se intercala con uno luminoso, amoroso y psicodélico y así siempre- acumularon miles de reproducciones: Mi sombra, el oscuro, con un video en el que vestidos de exploradores harapientos siguen a una figura de gelatina verde en algo parecido a un desierto; Ola mina XD, el luminoso psicodélico, cuyo video es una experiencia entre los Simpson y Boca Juniors imposible de describir; Mc Fly, de Ca7riel y Todo el día, de Paco, que cuentan una misma historia; Cono hielo, el último, para bailar hasta que se vayan todos los males.

Ca7riel y Paco Amoroso son como el yin y el yang, dos caras de la misma moneda, las partes diferentes y complementarias necesarias para que todo funcione. “Cato vive como si no hubiera mañana y yo soy lo opuesto. Pese a que la gente nos vea y no lo parezca, soy el que lleva la parte más racional”, dijo Paco sobre su compañero. “Yo hago la música y ordeno los hits que tiene Paco en la cabeza; es un tipo brillante, me cae bien”, dijo Ca7riel sobre Paquito.

No saben a dónde los va a llevar su música. Tampoco se lo cuestionan demasiado. Lo que alguna vez soñaron ahora está pasando. Por lo demás, mientras haya libertad, que venga lo que venga.

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