GABRIELA VAZ
En Uruguay hay 15 neurocirujanos. Por ende, algunos departamentos del país ni siquiera cuentan con uno de esos especialistas. No hay que asustarse: nadie se queda sin una intervención de cerebro por falta de médico. Son pocos, pero suficientes, aseguran. Bueno, siempre y cuando uno no se ponga fatalista. "¿Qué sucedería si cinco de esos 15 salen juntos para un asado y sufren un accidente?", se pregunta el psiquiatra Ángel Ginés, director de la Escuela de Graduados (EG) de la Facultad de Medicina. "Dependemos de un grupo muy pequeño. Pero también hay que reconocer que si en vez de 15 hubiera 30, la mayoría estaría sin trabajo".
La polémica existe hace tiempo, pero el conflicto con los anestesistas la volvió a sacar a la luz. Muchos se sorprendieron ante su reducido número (309 en todo el país) que le dejaba muy poco margen al Ministerio de Salud Pública (MSP) para operar. Si la mayoría se ponía de acuerdo en renunciar, casi no había de dónde sacar suplentes.
Ahora bien, si durante mucho tiempo se aseguró que en este país los médicos "sobraban", ¿por qué hay tan pocos especialistas de algunas áreas? ¿Cómo es posible que para ciertos posgrados sólo exista un cupo por año? ¿Es un problema únicamente de presupuesto u obedece a presiones corporativistas? Un debate que debe reverse, a meses de que comience a funcionar el nuevo sistema de salud.
DE MÁS Y DE MENOS. En el mundo, en general, más que sobrar, los médicos faltan. En África, existe un neurocirujano cada diez millones de habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Aquí, sin embargo, se ha cuestionado muchas veces el número de profesionales que salen de Medicina: hay uno cada 250 habitantes. A nivel regional eso es sólo superado por Cuba. "En los 90, algunos sectores políticos y médicos, entendían que estábamos sobresaturados y que distorsionaba el mercado. Hasta se hizo un plebiscito para limitar el ingreso a la Facultad, pero estudiantes y docentes se opusieron", recuerda Ginés.
Mientras para entrar a Medicina sólo se debe tener Secundaria aprobada, para ser especialista hay que sortear otro obstáculo: los cupos.
Los médicos generales que desean realizar posgrados tienen que dar una prueba de ingreso en la Escuela de Graduados. Según el área a la que aspiren, tendrán más o menos posibilidades. Este año, se registraron cerca de 1.300 inscripciones (no equivale a personas, pues muchos se anotan para más de una prueba) para poder cursar alguna de las 52 especializaciones que ofrece la Escuela. Pero muchos quedarán por el camino. Por ejemplo, sólo hay 18 cupos para los 58 que aspiran a convertirse en ginecólogos. También vale decir que hay 6 lugares para traumatólogo, pero sólo hubo 3 interesados.
Las más difíciles de ingresar son aquellas que sólo pueden hacerse por residencia y tienen menos cupos, como anestesiología o neurocirugía. Otras aceptan posgrados convencionales y no tienen límite.
Pero la existencia de los cupos no son un capricho, explican en Medicina; se debe a un problema de capacidad y a la falta de recursos. "No se puede formar anestesistas sólo con teoría. Tienen que participar en intervenciones quirúrgicas y en el Clínicas se realizan cierto número. Por eso no se puede expandir tan fácilmente como pediatría o medicina familiar. La principal razón para los cupos son los límites en la capacidad de formación. No podemos enseñar a más porque no lo haríamos bien", dice Ginés.
En todo el país, hay 13 instituciones que aceptan residentes (médicos que están cursando una especialización, con un cargo pagado) en sus filas. De los 216 cupos que hay para el 2008, la gran mayoría (115) los ofrece el MSP, luego el Hospital de Clínicas (51) y bastante alejado el Casmu (11), el Hospital Militar (9) y la Intendencia de Montevideo (9), entre otros.
Por otro lado, los responsables apuntan que formar un especialista es "carísimo", pero la Universidad lo ofrece gratis de motus propio. La falta de recursos es otra razón para la escasez de cupos.
Pero podría haber motivos menos claros. Así lo ve al menos la Asociación de Estudiantes de Medicina (AEM). "Nos parece que hay posgrados regulados por las propias sociedades científicas. No es menor que todas las especialidades quirúrgicas sólo tengan formación por residentado con uno o dos cupos anuales. Se crean círculos muy cerrados a los que es difícil entrar y luego se generan situaciones, como la de los anestesistas, donde al ser tan pocos pueden ejercer mucha presión", opina Daniela Raymundo, integrante del gremio de estudiantes.
OFERTA Y DEMANDA. Aunque en algunas áreas parecen muy pocos, lo cierto es que no se puede achacar una carencia en la cobertura médica a la escasez de especialistas... ¿O sí?
"Si tenés un accidente y precisás una intervención en el cerebro, el neurocirujano está, pero el MSP no te pone un fisiatra. ¿Faltan fisiatras? Depende del sistema. Si yo a ese tipo le puse un montón de dinero encima para salvarle la vida, le doy el alta y no le hago rehabilitación, estoy malgastando la plata. ¿El MSP puede ofrecer rehabilitación? Las mutualistas sí, pero los pobres quedan excluidos. Entonces no se nota que faltan fisiatras, hasta que los empezamos a necesitar", razona el médico cirujano Daniel Bordes, asistente académico de la Escuela de Graduados.
Algo así le sucedió al Ministerio de Desarrollo Social cuando casi sin querer "descubrió" una enorme deuda de intervenciones oftalmológicas en zonas carenciadas. "Si un sistema se expande, pueden aparecer problemas históricos que nunca fueron cubiertos. Nunca nos llegaron pedidos de mutualistas diciendo: `señores, no tenemos equis especialistas`. Pero no quiero ser rotundo. La Facultad formó generosamente pregrados, y, ajustadamente para la realidad uruguaya, posgrados. Pero no sabemos qué pasará de acá en más", expresa Ginés.
Es que el nuevo sistema de salud, que el gobierno estrenará en enero, abre toda una interrogante en este sentido. Es muy probable que la demanda de especialistas cambie sustancialmente, ya que se quiere fomentar la prevención y jerarquizar el primer nivel de atención. Se precisarán entonces más médicos de familia, especialización que, con ese horizonte a la vista, viene aumentando su cupo para residentes año a año y que no tiene límites si se realiza por posgrado convencional.
Para Bordes, también es factible que se precisen más especialistas, porque si la cobertura crece aparecerán problemas que hasta ahora estuvieron soterrados. "Si de golpe y porrazo empiezo a contemplar males que existían pero eran ignorados, voy a precisar más oftalmólogos y por lo tanto, más anestesistas, más laboratoristas. Pero a su vez, para formarlos, precisamos más pacientes y más lugares".
La Facultad no puede delegar la enseñanza, pero sí puede habilitar otras instituciones, como mutualistas, para que bajo su control formen más profesionales. Hoy, los privados que tienen residentes son: Casmu, Sanatorio Americano, Hospital Evangélico y Casa de Galicia. Entre todos, llamaron a 16 cargos para 2008, de los 216 que habrá. En la Asociación de Estudiantes (AEM) consideran que la Universidad debe ser rigurosa con esas instituciones, pues a veces llaman a residentes para cubrir carencias asistenciales, y no con ánimo formativo.
CRITERIOS. En algo hay coincidencia: lo ideal sería que todos los posgrados se hicieran por "residentado", es decir, trabajando en alguna institución, y sin límites de cupos.
Pero dado que, por el momento, la capacidad docente y los recursos no permiten una apertura total, es importante cambiar los criterios para fijar la cantidad de lugares, aseguran los involucrados.
"Es imposible hablar de cantidad de cupos cuando no se sabe cuántos médicos se necesitan en cada área", dispara Raymundo, de la AEM.
El director de la Escuela de Graduados le da la razón: "el cupo se ajusta cada año, y lo resuelve la Comisión de Residencias Médicas, que se supone que tiene una idea de qué recursos incrementar y escucha qué le dice la Facultad acerca de cuántos puede formar. Pero nadie sabe con precisión cuántos especialistas se necesitarán en unos años".
Lo mismo opina Ciro Ferreira, director del Hospital de Tacuarembó, quien además cree que se debe mejorar la distribución de los residentes. "Debería haber una mayor adecuación a lo que el país necesita, y no que surja sólo de un planteo académico, con más participación en el interior. Hay una gran macrocefalia en Montevideo y las zonas urbanas de las ciudades. Los médicos deberían hacer pasantías obligatorias por áreas donde realmente se necesitan", sostiene el cirujano.
Los números le dan la razón: de los 13.000 médicos que hay en el país, 10.000 trabajan en la capital, cuando en el interior vive el 60% de la población. "Es una distorsión del sistema, absurdo", dice Ginés.
Existe un proyecto para modificar la Ley de Residencias que aspira a cambiar algunas condiciones. Por ejemplo: centralizar los rubros (actualmente, cada institución fija su propio salario al residente), crear pautas de responsabilidad penal y garantizar cupos mínimos fijos para cada especialidad. "Lo aprobó la Universidad, y ahora está en el Parlamento", señala Raymundo.
Los docentes, en tanto, insisten en destacar que nadie que lo desee se queda sin hacer posgrado y en muy pocas áreas la demanda supera a la oferta. "Además, no necesitamos que el 100% de los que egresan se especialicen. Pero claro, ¿quién va a hacer medicina general, si te pagan poquito y nada, y para trabajar en cualquier lugar te piden que seas especialista en algo?", se pregunta Bordes.
FOR EXPORT. Lo cierto es que ni siendo especialista resulta atractivo trabajar en Uruguay. Al menos así lo indican los números, que señalan un peligroso aumento de la emigración en los últimos años. "¿Sabés dónde está el 85% de los anestesistas del mundo? En los países desarrollados, aunque en proporción son los otros quienes se encargan de formarlos", explica Bordes.
De hecho, el 10% de los profesionales uruguayos de esa área está en el exterior ("¡Cuatro generaciones!", se lamenta Ginés).
"Es una bomba de tiempo. Aún los que pagan mejor no pueden competir con los sueldos de países que cubren sus carencias con médicos del tercer mundo, llevándose un producto formado. Esa pérdida era manejable, pero ahora las cifras pueden poner en riesgo la suficiencia de recursos humanos", finaliza el experto.
Faltan, sobran: números en la balanza
Desde 1985, la Facultad de Medicina tiene un promedio de casi 400 egresos por año, esto es: entre un 35% y 40% de los que ingresan anualmente.
Este año, la Escuela de Graduados registró 1.271 inscripciones para rendir las pruebas de ingreso que permiten cursar especialidades a partir de 2008. El número no equivale a cantidad de personas, pues muchos se anotan en más de un posgrado.
La especialidades más demandadas por los estudiantes (médicos generales) son: pediatría (115 inscripciones), medicina del deporte (76), cardiología (70) y medicina interna (69). De esas, sólo cardiología tiene cupo limitado.
La mayor cantidad de cupos para residentes se abrieron en: medicina familiar (hay lugar para 30 residentes), medicina interna (29), pediatría (29), medicina intensiva (14), ginecotocología (18) y anestesiología (13). Excepto las últimas dos, el resto tiene más lugares para cursarse vía posgrado convencional (ver nota aparte).
Algunas especialidades sólo tienen lugar para un único nuevo residente en 2008. Estas son: cirugía cardíaca, neurocirugía, dermatología, endocrinología, gastroenterología, hematología, microbiología, neurología y oncología radioterápica. Las dos primeras sólo pueden cursarse por esta vía. Para cirugía cardíaca hay dos inscriptos y para neurocirugía, seis.
El único posgrado que este año tiene más oferta que demanda es traumatología. Se abrió cupo para seis residentes, pero sólo se inscribieron tres médicos para cursarlo.
Las cifras
13.200 Es la cantidad aproximada de médicos que hay en Uruguay: uno cada 250 habitantes. Sólo lo supera Cuba.
13 Es el cupo para cursar anestesiología que se abrió para 2008. Se inscribieron en la prueba 27 médicos.
273 Es la cantidad de especialistas que solicitaron la reválida de sus títulos en el exterior desde junio de 2004.
Posgrados complejos son más limitados
La Escuela de Graduados nació con el Hospital de Clínicas, en 1953, pero el régimen de residentes apareció en la década del 80.
Un médico general que quiere especializarse tiene dos vías: el residentado y el posgrado convencional. Ambas suponen una prueba de ingreso, tres a seis años de entrenamiento en servicio, evaluaciones y exámenes. Pero el residente se gana un contrato remunerado y debe cumplir 44 a 48 horas semanales en una institución. El convencional no tiene salario y se le exige cumplir 24 horas de servicio a la semana.
Algunas especialidades, las más complejas, se hacen únicamente por residentado y por ende son las que tienen menos cupos: anestesiología, cirugías general, cardíaca y plástica, ginecología, neurocirugía, traumatología y urología. En las demás, se mezclan las dos vías y algunas no tienen límite; entran todos los que superen la prueba de ingreso, como en pediatría.