Hugo García Robles
UNA BIOGRAFÍA bien pensada no puede esquivar el marco histórico que concierne al personaje estudiado. Pero en el caso del enfoque de Pierre Milza sobre Giuseppe Verdi, el acento puesto en ese entorno está por encima del habitual. El hecho es comprensible si se considera que el autor es profesor de ciencias políticas y especialista en la Italia contemporánea, según declara la solapa de Verdi y su tiempo.
El gran alcance popular de la ópera facilitó la vinculación de Verdi con el mundo político y social de su patria. Era forzosa, pero a ello se agregó la voluntad patriótica del maestro, que lo convirtió en una de las figuras clave del "Risorgimento", que condujo al nacimiento de Italia como estado en el tercio final del siglo XIX. Las paredes proclamaban, escritas por manos anónimas: "viva V.E.R.D.I.", es decir, "Víctor Emanuel Rey de Italia".
Milza trata con minucia la peripecia vital de Verdi. Desde los primeros años de vida en la aldea natal de Roncole hasta su muerte en Milán, los aspectos inherentes al músico y a los personajes de su entorno, son enumerados escrupulosamente.
Ese itinerario se cumple acotado por la personalidad del músico, quien hace al comienzo de su carrera una vida de "galeoto", como la definía él mismo. O sea, esclavizado siempre en la composición, para conquistar la fama que le asegurara, por fin, una vida distendida. Eso significa que recién entonces podrá elegir las obras que le plazca componer, escoger los temas y autores que le interesan, ignorando la opinión de los empresarios y teatros.
En esos comienzos arduos, queda trazada la presencia tutelar de Antonio Barezzi, que lo respaldó en su formación, financiando gastos y estrechando con él una amistad que no dejó de crecer. Además, la primera esposa de Verdi fue Margarita, hija de Barezzi.
El relato de Milza no esquiva los datos anecdóticos, como la espineta que le regalan a Verdi a los siete años de edad, su primer instrumento, compañero de toda su vida y que hoy se puede ver en el Museo de La Scala de Milán. También la constancia escrita por Stefano Cavaletti, que repara y afina la espineta sin cobrar honorarios por las condiciones que, así lo dice el texto, demostraba el niño.
Están la actividad del padre como modesto posadero de Roncole y circunstancias menores, como la maldición que Verdi le lanzó en dialecto al padre Massini cuando éste lo maltrató por una distracción durante la misa. La frase de Verdi, "que te parta un rayo", se cumplió años más tarde cuando, efectivamente un rayo mató a varios sacerdotes de la iglesia, entre ellos al maldecido.
Milza es preciso en la caracterización de Verdi como campesino, su amor por la tierra, el desprecio por los demagogos y su preocupación por el destino de los desposeídos. Aunque el análisis musical no es el eje del enfoque de Milza, el libro atiende bien ese plano, entretejido con el marco histórico, político y social. Expone la presencia de los austríacos, las distintas tendencias partidarias dentro de la propia Italia, y a Verdi alineado en una de ellas. Moderado, distante del radicalismo de Garibaldi, se hizo paulatinamente más conservador a medida que su propia situación se afirmaba hacia la prosperidad.
En el plano de la música está muy bien tratada la evolución de los temas patrióticos que engendran en Nabucco el "Va pensiero" hacia los dramas de corte lírico como La traviata. También la relación con Wagner, Boito y otros, en inevitable correlato.
Milza define claramente el talento musical de Verdi y su curso hacia la supresión de la ópera de números, sucesión de arias y coros, en busca de las obras maestras finales: Otelo y Falstaff. En síntesis, una muy buena biografía que contiene además el entorno histórico y político, fusionado en una armónica visión.
VERDI Y SU TIEMPO de Pierre Milza, El Ateneo, Buenos Aires, 2006. Distribuye Gussi. 581 páginas.