Cine palestino-israelí

Una mirada humana en Cisjordania: el documental ganador del premio Óscar de Hollywood, “No Other Land”

Sobre los desalojos en Masafer Yatta y sus circunstancias

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No Other Land

por László Erdélyi
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El documental ganador del Oscar en 2025, No Other Land, trata de la destrucción de viviendas y el desplazamiento forzado de pobladores palestinos en un área de Cisjordania llamada Masafer Yatta, entre los años 2019 a 2023, aunque el dictamen de desalojo de la Suprema Corte de Israel es de fines de la década del 90. Sus realizadores, Yuval Abraham, Basel Adra, Rachel Szor y Hamdan Ballal, dos israelíes y dos palestinos, instalaron la idea de que colaboración y convivencia entre israelíes y palestinos era posible. Dos de ellos, el palestino Basel Adra y el israelí Yuval Abraham, son además protagonistas en el documental y activistas reconocidos, con Adra relatando la destrucción de sus hogares y escuelas, el enfrentamiento con los soldados y los colonos, y Yuval como un israelí que denuncia estos actos. Realizado en su mayoría con filmaciones caseras, con una lente de cámara siempre oscilante, nerviosa, No Other Land describe evitando los relatos trillados, las formas mentirosas de nombrar nuestro destino (Fogwill dixit). No entró en la gran distribución, y sí en cines independientes; en Montevideo la proyecta Cinemateca (sigue en cartel). Al finalizar la función recibió algunos aplausos de los presentes, aunque la mayoría hizo silencio. En el caso de este cronista, con un nudo en la garganta.

El premio provocó reacciones varias. Filmada antes de la masacre de Hamas del 7 de octubre, de los rehenes israelíes en manos terroristas, y del avance militar de Israel sobre Gaza que provocó miles de muertos civiles, relata hechos ocurridos en un lugar alejado de los titulares, y de Hamas. Sin embargo vienen ocurriendo desde hace más de 70 años, desde el nacimiento mismo del Estado de Israel. Amigos israelíes de este cronista le dijeron que no la iban a ver, que era muy doloroso. “Sabemos, paso a paso, cómo ocurre”. De hecho, mientras miraba el documental, se me superponían como un torrente las imágenes de la novela Hirbet Hiza, Un pueblo árabe (1949), del padre fundador de la literatura israelí, S. Yizhar (“Hay algo de Yizhar en todo escritor israelí que ha surgido después de él” dijo Amos Oz). Es una ficción poderosa, atormentada, de evocaciones líricas y un fuerte expresionismo del paisaje. En ella un soldado israelí relata lo ocurrido en 1947 en un pueblo árabe imaginario, Hirbet Hiza, donde su unidad es la encargada de desalojar a los pobladores, dinamitar sus casas, y enviarlos luego a un campo de refugiados. El paralelismo entre lo relatado en No Other Land y la novela de Yizhar es asombroso, cuando no perturbador, porque ocurrió hace más de 70 años. Como si todo fuera parte de un guion antiguo, repetido una y otra vez, el de una tierra milenaria reclamada, arrebatada entre sí por diversas etnias y religiones. El soldado protagonista de la novela al final le grita indignado a Moishe, su superior —en un diálogo de evocaciones bíblicas, como un Abraham (o de hecho un Moisés) discutiendo con Dios— del error cometido, porque a pesar de dos mil años de exilio y de infinitos pogroms y de la casi extinción en el Holocausto, lo que los llevó a construir un país, se siente atormentado, asfixiado por la ira y el dolor ante los gritos de los árabes, las casas vacías que hasta hace horas fueron sus hogares, las mascotas desorientadas, el dolor del otro. En No Other Land, Yuval grita en medio del desalojo “¡No en mi nombre!”, mientras un funcionario israelí va dejando en cada predio las órdenes judiciales. En Hirbet Hiza... los árabes son enemigos, un blanco militar a desalojar y, si es necesario, matar. En No Other Land el ejército y las fuerzas de desalojo actúan más protocolizados para contener al despojado, enmascarando así el horror bajo la forma de actos jurídicos. El dilema ético del perseguido convertido en perseguidor se agudiza con la aparición de los colonos y su accionar sin aparente control. No están en Hirbet Hiza..., pero sí en No Other Land, donde atacan y matan. De hecho días atrás el codirector Hamdan Ballal fue atacado y herido por una turba de colonos en la puerta de su casa, lo que motivó protestas de Hollywood.

Promediando No Other Land, en medio del se van, no nos vamos, en un juego por ver quién se cansa primero, Adra le cuenta a Yuval que un soldado de inteligencia, integrante del contingente de desalojo, le acaba de decir que esa noche lo vendrán a buscar a él. Lo que horas más tarde se confirma. El aviso del soldado le permite esconderse y seguir libre. Más allá del posible papel premeditado de la inteligencia por desactivar una escalada del conflicto (la prisión de Adra, ya muy conocido, habría tenido consecuencias), la cuestión plantea el tema de la doble lealtad. Evidente en el caso de Yuval, objeto de chanzas de algunos palestinos sobre su posible condición de informante, y también la agresión de otros israelíes, sobre todo colonos (“te vendremos a buscar” le dice uno a Yuval, amenazante, en No Other Land).

La cuestión jurídica. Un tema que el documental no aborda son los antecedentes jurídicos del desalojo. Un juez de la Suprema Corte le entregó Masafer Yatta a fines de los 90 al ejército israelí, con el argumento de que allí no vivía nadie. Se basó en un mapa de un libro del antropólogo israelí Yacob Habacoc, un investigador que trabajó con los habitantes de las cuevas de esa zona, las mismas que aparecen en No Other Land donde los desplazados buscan refugio temporal.

El antropólogo discutió la interpretación: “está claro que allí había aldeas”. El abogado Shlomo Leker lo contactó en el 2000 para que diera testimonio ante la Suprema Corte y así frenar los desalojos, a lo que Habacoc accedió de inmediato. Era entonces funcionario del Ministerio de Defensa. Recibió enseguida un llamado de un fiscal anunciándole que tenía prohibido presentarse, y que de hacerlo sería sometido a medidas disciplinarias; accedió por temor. En una entrevista que el hizo Yuval Abraham en 2022, veinte años más tarde, cuenta que “aquella gente, a pesar de que sospechaba de mí, accedió a abrirme sus casas. Comía con ellos, dormía con ellos, me vestía, escuchaba sus historias, participaba en sus discusiones, salía a pastar con sus hijos”.

Con Yuval, con Yizhar, con Habacoc (y por qué no con Moisés) está la cuestión de la doble lealtad, que es lealtad al ser humano, a la Humanidad, más allá de lo ideológico, étnico o religioso. Peligrosa para quien la practica en época de conflicto, pero necesaria para un futuro de paz.

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No Other Land
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Basel Adra y Yuval Abraham en No Other Land

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