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Roberto Bolaño, un detective salvaje en busca de la belleza

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Roberto Bolaño. Dibujo de Ombú

POESÍA REUNIDA DEL POETA CHILENO

Todos los poemas de Roberto Bolaño en un solo libro, en una cuidada edición

A Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953–Barcelona, 2003), le llegó la fama ya maduro. Sucedió cuando su novela Los detectives salvajes obtuvo el Premio Herralde en 1998 y el Rómulo Gallegos al año siguiente. Aumentan desde entonces sus lectores, pero la mayoría se interesan casi con exclusividad en su narrativa. Sin embargo Bolaño es ante todo un poeta, aunque en realidad toda su obra, más allá de géneros, es de gran coherencia. En sus propias palabras, poesía y prosa son “dos primas hermanas que se llevan bien”.

LA UNIVERSIDAD DESCONOCIDA.

Bolaño residió en Chile, México y España, o con más precisión, en Cataluña. No tuvo formación universitaria, vivió de distintos empleos, y se dedicó con pasión a leer, escribir, hacer amigos y entablar relaciones eróticas más o menos duraderas pero siempre intensas. La amistad y el sexo, este último abordado sin remilgos, serán temas constantes en su obra.

Esta formación asistemática, a la vez literaria y vivencial, lo llevará a acuñar el concepto de la “universidad desconocida”, espacio de cruce entre la realidad, la literatura y lo onírico (muchos de sus poemas tienen la estructura de sueños que el poeta le cuenta al lector).

A Bolaño le toca asistir a las aulas más destartaladas de esa universidad, donde el dinero escasea y es evidente lo efímero de todo (cuando Bolaño escribe “Dentro de mil años no quedará nada/ de cuanto se ha escrito en este siglo”). Asume que también será olvidado. Y sin embargo, encuentra un oscuro sentido para vivir y escribir en el compromiso con “…las viudas las abandonadas,/ las viejas, las inválidas, las locas.”, es decir, con esos que subsisten “Viviendo al día, pidiendo dinero prestado/ estudiando las pequeñas manchas rojas/ de nuestras ciudades/ de nuestros deportes/ de nuestras canciones.” Bolaño vivió casi toda su vida más o menos así. Y es por su propia experiencia y aprendizaje que escribe: “Querida, no es el Paraíso./ En las calles hay batallas campales después de las diez de la noche./ Nadie viene a visitarme./ Aunque la comida que preparo aún no es del todo mala.// ¿Cómo se llama esto?, Pregunté./ Océano. Una larga y lenta Universidad.”

FEALDAD Y BELLEZA.

Bolaño no esquiva el horror, lo enfrenta. En la novela 2666 trata sin anestesia y con un lenguaje forense el tema de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, muertes ritualizadas a manos de colectivos machistas que consagraron para el mundo el término “feminicidio”. Lo mismo ocurre en su poesía, donde el cinismo no es indiferencia, sino una manera de protesta, comprometida a la vez que libre y personal. Por eso, por ejemplo, en “Las pulsaciones de tu corazón” puede centrar la mirada poética en la juventud y la belleza de una muchacha, resaltándolas mediante la minuciosa descripción de la pobreza, suciedad y fealdad que la rodean, de modo tal que la apuesta a la belleza no es evasión, sino confrontación —las más de las veces desesperada— con lo malo del mundo.

LA POLÍTICA.

Universal de tan apátrida, sin embargo su Chile le dolía —en un poema en que homenajea a Nicanor Parra escribió que “Chile es un pasillo largo y estrecho/ Sin salida aparente/ (… ) El interminable pasillo de nuestro descontento/ En donde todo lo hecho parece deshecho”. El haber vuelto desde México a Chile en el 73 para apoyar a Allende, y el tener que vivir en su país los primeros tiempos de la dictadura de Pinochet, fueron sucesos que lo marcaron para siempre. Tan atado está a Chile que a su hijo le pone por nombre Lautaro, como el cacique araucano que tanto resistiera el avance español.

Nunca dejó de ser de izquierdas, pero su izquierdismo —tan lúcido como visceral— es sobre todo una insobornabilidad ética e intelectual. Por eso lo que más le molestaba de los partidos de izquierdas era “la unanimidad sacerdotal, clerical, de los comunistas. Siempre he sido de izquierda y no me iba a hacer de derechas porque no me gustaban los clérigos comunistas, entonces me hice trotskista. Lo que pasa que luego, cuando estuve entre los trotskistas, tampoco me gustaba la unanimidad clerical de los trotskistas, y terminé siendo anarquista (...). Ya en España encontré muchos anarquistas y empecé a dejar de ser anarquista. La unanimidad me jode muchísimo.” Poemas como el que le dedica al norteamericano John Reed, cronista de las huelgas mineras en su país, de la Revolución Mexicana y de los inicios de la Revolución Soviética, revelan esa manera a la vez desencantada y entrañable de sensibilidad política y poética.

EL HIJO Y LOS LIBROS.

No podría describirse a la poesía de Bolaño como tierna o dulce. Sin embargo, varios poemas dirigidos a su hijo Lautaro son de una recia ternura, y también, de una valiente esperanza. Dos de ellos “Lee a los viejos poetas” y “Biblioteca”, ilustran no sólo el amor de un padre, sino también la fe que el poeta tenía en la trascendencia de la literatura, a pesar de saber que, a la larga, todo se olvida. En el primero le deja a su hijo el mandato de leer a los viejos poetas (“Lee a los viejos poetas, hijo mío/ y no te arrepentirás/ ?(…) Lee a los viejos poetas/ y cuida sus libros/ Es uno de los pocos consejos/ que te puede dar tu padre”). En el segundo le encomienda a sus libros cuidar de su hijo cuando él ya no esté (“Resistid queridos libritos/ Atravesad los días como caballeros medievales/ Y cuidad de mi hijo/ En los años venideros”).

Poeta difícil, éste, Roberto Bolaño, porque los que escriben jugándose la piel no producen obra de lectura cómoda. A quien se acerque por vez primera al autor o a su poesía, le convendrá comenzar por alguno de sus poemas más rotundos, pero a la vez menos experimentales, como los que dedica a su hijo Lautaro. También puede entrar por el poema en prosa “Un paseo por la literatura”. O el ya mencionado “Las pulsaciones de tu corazón”, que muestra la terquedad de la belleza para abrirse paso entre todo el horror que producimos los hombres. La belleza, imprescindible como el oxígeno.

POESÍA REUNIDA, de Roberto Bolaño. Alfaguara. 2018. Barcelona, 668 págs. Distribuye Penguin Random House.

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