Novela I
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EL ABISMO DE SAN SEBASTIÁN, de Mark Haber. Pre-Textos, 2024. Valencia, 152 págs. Traducción de José Luis Piquero.
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Imposible no recordar El último encuentro de Sándor Márai, leyendo esta novela del estadounidense Mark Haber (n. 1972) cuyo debut literario (El jardín de Reinhardt) fue elevado a las nubes por críticos como Rodrigo Fresán, que algo sabe. El abismo de San Sebastián es una obra ficticia del ficticio pintor Hugo Beckenbauer, creaciones de Haber para contar la historia de amistad, admiración, deslealtad y traición de dos amigos, obsesivos estudiosos de esa única obra. La muerte inminente de uno convoca al narrador a visitarlo y revisitar su historia personal y la del arte, ese artilugio engañoso y demoníaco que se pretende bálsamo y salvación del hombre.
Novela II
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TIERRA DE CAMPEONES, de Diego Zúñiga. Random House, 2024. Buenos Aires, 268 págs.
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Inspirada parcialmente por la historia de un campeón mundial de caza submarina, Raúl Choque (Iquique, Chile), esta novela del también iquiqueño Diego Zúñiga (n. 1987) es mucho más que una historia de triunfos o fracasos. Zúñiga despliega la macrohistoria de su país en los comienzos de la dictadura de Pinochet a la vez que cuenta la de su protagonista, Chungungo Martínez, primero un niño con un don (aguantar la respiración bajo el agua), luego un buzo pescador experimentado, un deportista campeón, y un hombre olvidado. La novela es ágil y contundente, excepto en un final de innecesaria abstracción y poesía.
Arte
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COMIENZOS DE LA PINTURA EN URUGUAY, de Juan Antonio Varese. Planeta, 2024. Montevideo, 294 págs.
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Que hubo vida antes de Juan Manuel Blanes es una de las certezas (hay varias) que se pueden concluir tras la lectura de este libro, imprescindible para entender los comienzos del arte pictórico en nuestro país. Los nombres de Arthur Onslow, Amadeo Gras, Cayetano Gallino, Luis Voena, Josefa Palacios o Carmen Árraga, entre otros, quizá no nos digan mucho, pero son quienes pintaron la historia del Uruguay en sus comienzos, cuando había artistas y clientes deseosos de inmortalidad, pero aún no había un mercado del arte, ni coleccionistas ni críticos. Con documentación de época y satinadas reproducciones, Juan Antonio Varese nos lleva de viaje al pasado en un estudio atractivo y sorprendente.