por László Erdélyi
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Fue una revelación para los fans de Murakami, y para esos fans que además eran adictos al jazz, fue casi como tocar el cielo. En Retratos de jazz el escritor japonés relata su faceta melómana de adicto al jazz, pasión que inició en edad liceal (un concierto casual de Art Blakey en Kobe), que lo llevó a armar desde los años 60 una frondosa colección de vinilos. También está el anecdotario —atmósfera, olores, sabores— de su trabajo en clubes de jazz en Tokio y Kobe, y remata con la elección de sus 55 discos preferidos, que recorren el paso del swing al bebop, las grandes orquestas para bailar, como el por qué del jazz de inclinaciones artísticas, elitista e intelectual. Para leer escuchando.