Materialismo global

Ombú cultural 20071116 200x311
Ombú

VIRGINIA MARTÍNEZ

UNA BIOGRAFÍA de Karl Marx, escrita en el siglo XXI, luego de que su concepción del mundo y los Estados nacidos al calor de su doctrina fracasaran y el marxismo fuera arrojado al basurero de la Historia tras decretársele la muerte definitiva, autoriza a que, antes de empezar el libro, el lector se interrogue sobre cuál será la tesis de la obra.

El autor de la biografía, Jacques Attali, es un economista nacido en Argelia, dueño de una vasta producción compuesta por ensayos, novelas y obras de teatro. Fue consejero especial del presidente Francois Mitterrand, presidió el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo en Londres, y con el Premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, fundó Planet Finance, exitosa ONG dedicada al microcrédito. Intelectual de gran presencia mediática, en julio pasado fue convocado por el gobierno de Nicolas Sarkozy, para presidir la Comisión para la liberalización y el desarrollo de Francia.

LOS FALSIFICADORES. Attali declara que nunca fue marxista y confiesa que prácticamente no oyó hablar de Marx cuando realizó sus estudios universitarios. Presenta su biografía como un trabajo objetivo, a resguardo de la hostilidad y la hagiografía: "Hoy, cuando el comunismo parece haberse borrado para siempre de la faz de la Tierra y su pensamiento ha dejado de ser un desafío de poder, por fin resulta posible hablar de él con serenidad, de manera seria y, por lo tanto, valiosa".

La obra repasa las principales escalas de la travesía personal, intelectual y política de Marx: filósofo alemán, revolucionario europeo, economista inglés y jefe de la Internacional, además de historiar de manera sucinta las luchas políticas de Inglaterra y Francia en la segunda mitad del siglo XIX.

Attali señala que un notable paralelismo emparenta el siglo de Marx con el presente. En aquella época, como hoy, la tecnología revolucionaba la producción; la democracia y el mercado intentaban la conquista del planeta; reinaba la desigualdad social y el capitalismo dominaba el mundo. La relectura de Marx que propone Attali sostiene que la mundialización actualiza y vuelve a dar sentido a ciertos aspectos de su pensamiento: "Marx hizo la apología del librecambio y la globalización, y previó que la revolución, si llegaba, sólo lo haría como la superación del capitalismo universal".

El autor reinterpreta conceptos fundamentales de la doctrina marxista como, por ejemplo, el principio de que las relaciones de propiedad entre las clases constituyen la infraestructura de la sociedad sobre la que se levanta una superestructura jurídica, y a la que corresponden formas definidas de conciencia social. Afirma que hubo una distorsión post mortem de las ideas de Marx y responsabiliza de ello a epígonos y compañeros entre los que incluye al propio Engels. Con él, Marx realizó -según expresión de Paul Lafargue, uno de sus yernos- el ideal de amistad que describieron los poetas de la Antigüedad. El "general" -como lo llamaba Marx por su pasión por las cuestiones militares- inspiró sus textos, fue corrector y coautor de buena parte de ellos; sostuvo económicamente a la familia; estuvo dispuesto a reconocer como propio al hijo que Marx habría tenido con una empleada doméstica; lo despidió en su funeral, y preservó y descifró sus manuscritos. Sin negar ese papel, Attali afirma que Engels miente al atribuirle a Marx "el descubrimiento de la ley según la cual todas las luchas históricas no son sino la expresión más o menos clara de las luchas sociales". El biógrafo lo contradice asegurando que "Marx siempre especificó que las ideas y las artes estaban excluidas de la lucha de clases". Su terminante afirmación es, por lo menos, ligera, pues Attali no puede ignorar que la determinación de la superestructura -donde se encuentran las ideas y el arte- por la infraestructura ha sido tema de sesudos debates teóricos en el marxismo. Largamente se ha discutido sobre el grado de esa determinación y la manera concreta que asume en cada modo de producción. Por lo tanto, parece temerario hacerle decir a Marx, sin más, que las ideas y el arte están "excluidas" de la lucha de clases.

Reinterpretación equivalente aplica a otros conceptos, como la dictadura del proletariado, la que en Marx -según Attali- es una dictadura particular pues "en su espíritu se adapta perfectamente al mantenimiento de las instituciones de la democracia parlamentaria".

REPARTO DE LA HERENCIA. Para Attali la glorificación póstuma de Marx permite comprobar que una doctrina o un hombre pueden llegar a constituir el sustento ideológico de un sistema totalitario si se reúnen seis condiciones: la oferta de un futuro colectivo dichoso; que la obra tenga complejidades y suficientes lagunas que hagan posible su reinterpretación; que contenga una práctica ambigua como para ser recuperada; la existencia de un amigo legítimo que reduzca la obra a un conjunto de principios simples; un líder carismático que expanda el mensaje apoyándose en una organización incondicional y, por último, una coyuntura política que permita el asalto al poder. Las condiciones formuladas por Attali, que son a título expreso seis, se parecen más a la descripción de un proceso histórico concreto -el leninismo, la Revolución bolchevique y el comunismo soviético- que a una herramienta teórica que permita comprender las causas de aquella transformación.

Trabajador incansable y obstinado, el "Moro", sobrenombre ganado en la juventud y por el que lo llamaban también sus hijas, tuvo una compleja relación de amor /odio con el dinero: "No creo que alguna vez se haya escrito sobre el dinero careciendo a tal punto de él" le escribió a Engels. "La mayoría de los autores que trataron este tema se llevaban bien con el objeto de sus investigaciones". Incapaz de sostener un trabajo asalariado y sin haber pisado una fábrica, conoció como nadie las condiciones de vida de la clase obrera inglesa y compartió igual miseria.

El último capítulo de la obra, que da título al conjunto, se ocupa del destino de su archivo y, en sentido amplio, de su herencia política e ideológica en Europa y Asia. El autor relata el cerco establecido sobre Engels en pos de esos papeles; la apropiación por parte del Partido Socialdemócrata Alemán y el papel de David Riazanov, marxista joven y estudioso que ordenó sus trabajos y correspondencia. Veinte años más tarde Riazanov reunió los manuscritos y los llevó a Moscú donde creó el Instituto Marx-Engels. En 1931 fue detenido y fusilado por Stalin. A partir de ese momento, el líder soviético quedó como único intérprete de su pensamiento.

El Marx de Attali es un materialista que cree en la fuerza del espíritu; erudito antes que militante; liberal más que revolucionario; periodista nato más que filósofo. Aunque lo muestra como un ser autoritario y un polemista de uñas afiladas, el biógrafo trasmite admiración por la fuerza e inteligencia del filósofo que hizo del hombre -no ente abstracto sino producto social- el centro de su reflexión y actividad intelectual.

KARL MARX O EL ESPÍRITU DEL MUNDO, de Jacques Attali. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2007. Distribuye Gussi. 446 págs.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar