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D. H. Lawrence y el deseo sexual femenino, por Catherine Millet

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Catherine Millet

Ensayo crítico inusual

La polémica crítica francesa Catherine Millet vuelve a la exploración del deseo femenino, esta vez analizando toda la obra de D. H. Lawrence.

El mandato que decía que la mujer no debería tener sexo sin amor, es decir, relaciones sexuales por puro placer físico, viene cayendo como satélite fuera de órbita. La supuesta condición “elevada” del alma femenina era lo que las mantenía “alejadas” de lo instintivo, del sexo animal, esa eterna “perdición” de los hombres. En realidad todo era un artificio masculino para justificar su sexo nómade, con muchas mujeres, actuando con una libertad que no le permitían a sus mujeres.

De eso trata, en esencia, el libro Amar a Lawrence de Catherine Millet. Busca derribar los mitos actuales en torno a la sexualidad femenina a partir del estudio de la obra de D. H. Lawrence (1885-1930), un autor pionero en la defensa del espacio del deseo y el goce sexual femenino, y que muchos conocen por la escandalosa novela El amante de Lady Chatterley, la de los encuentros sexuales explícitos en el bosque entre la insatisfecha señora Chatterley y el rudo leñador Mellors. El de Amar a Lawrence es, sin embargo, un abordaje que le va a poner los pelos de punta a más de un lector, pero por otra razón: los antecedentes de la autora.

Catherine Millet es una crítica literaria y de arte francesa que cobró fama mundial por su libro La vida sexual de Catherine M, del año 2001, donde relató de forma detallada, con fluidos, olores, placeres y dolores, no sólo su iniciación sexual y sus experiencias con sus parejas habituales, sino también sus exploraciones “radicales” de lo que ella llamó el “espacio” del goce sexual femenino. Eso incluyó sexo grupal con múltiples parejas como también sexo callejero en París con decenas de participantes masculinos que, previamente coordinados por amigos de su confianza, hacían cola esperando su turno para penetrarla uno detrás del otro, mientras ella los recibía, por ejemplo, en la parte trasera de una camioneta municipal a un par de cuadras de la embajada de la URSS. Lo que sorprendió en aquel momento fue el estilo del relato, de una calidad literaria y analítica poco común, propio de alguien muy educada, inteligente, y audaz. Descolocó a muchos porque con semejante refinamiento no podía estar perpetrando esas “bajezas”. Fue acusada, por supuesto, de practicar una sexualidad “masculina”. Un tipo de comportamiento que sólo se le permitiría a un hombre.

Nueva mirada

Millet aborda los diversos tópicos del deseo femenino en Lawrence analizando sus novelas, poemas, cartas, escritos, artículos, e incluso versiones no publicadas de sus famosas novelas (El amante de Lady Chatterley tiene tres, de las cuales sólo se publicó una, la menos explícita). Y lo hace como una académica y curadora aún más respetada que entonces, actual directora de la prestigiosa revista Art Press, y que incluso supo dictar una conferencia en Montevideo en el Centro Cultural de España (FILBA, 2015).

Si Millet nos abofeteó hasta atontarnos con La vida sexual de Catherine M, con Amar a Lawrence nos pone, literalmente, de rodillas ante el gran escritor británico, porque no es una analista académica cualquiera, sino alguien cuya experiencia personal la coloca en un lugar privilegiado (de hecho aparece a veces en primera persona en el relato). Lo hace con claridad, refinamiento y maestría narrativa, dejando a los anteriores analistas de esta obra (Anthony Burgess, Henry Miller) en el desván de lo viejo. Sostiene Millet: “Lawrence, cuando escribe, carece totalmente de superyo. Ni la más mínima sospecha de escrúpulo moral o de ideología que frenasen los sentimientos o la imaginación (...). Los contrastes de su personalidad, la finura de su atención a los demás y la aspereza de su trato, su estilo, acompañado de un realismo sofocante —como si la escena primitiva se recrease ahí, ante nuestros ojos— y un lirismo puro extraído de los objetos más prosaicos, Lawrence los insufló a todas sus heroínas, esas mujeres modernas que no claudican en sus deseos y su voluntad y que no están menos habitadas por el inconsciente de la especie. Mujeres libres como nunca antes y sin embargo insatisfechas como desde siempre. Y Lawrence las hace actuar y hablar con la misma ausencia de tabúes que caracteriza su escritura”.

Otros tópicos que Millet aborda, apoyándose en Lawrence, son el rol de madre, la inocencia, la relación con los hijos, el carácter de las heroínas, las mujeres sin culpa, el orgasmo, la atracción de la mujer por hombres primitivos, también por lo más bajo, el de la mujer que toma la iniciativa, el de la mujer sola, o los peligros que puede acarrear la entrega absoluta al goce sexual, entre otros. Respecto a la ausencia de modelos en su obra, “Lawrence nunca crea modelos. Sus personajes son demasiado complejos, los elabora al compás de su escritura impulsiva, y los temas que aborda figuran de un modo igualmente sutil, de una novela a otra, a través de sus diversos personajes. Por eso no hallamos en su obra un arquetipo de la madre, sino toda clase de madres”. Mujeres que nunca capitulan. “No hay ninguna mujer sumisa en toda la literatura de Lawrence”.

Respecto a los hombres atraídos por mujeres niñas, dice Millet refrendando a Lawrence: “Si recurro a mi propia experiencia, puedo atestiguar que muchos de los hombres atraídos por ‘mujeres niñas’, o más en general, por mujeres muy jóvenes, son hombres inquietos por su virilidad y que por ese motivo evitan a las ‘verdaderas hembras’”. Cabe señalar que Lawrence lo planteó medio siglo antes de la Lolita de Nabokov, esa muchachita que hizo estragos en el imaginario sexual masculino.

Hombres puritanos

Otro aspecto clave de este trabajo es la relación de Millet con la obra y la biografía del escritor. Confiesa que se convirtió en lawrenciana a partir de sus cartas, sobre todo las recopiladas por Aldous Huxley. Un lugar donde descubre que Lawrence, considerado uno de los padres de la revolución sexual, era también un puritano, y físicamente poco llamativo: “arisco, tiene una actitud de persona difícil, la barbilla hundida, la mirada que observa por debajo de los arcos (...). Sé por qué, a pesar del tosco esbozo de su cara y de sus modales drásticos, tantas mujeres inteligentes y refinadas sintieron afecto y ternura por este hombre”. Dice saberlo porque la propia Millet confiesa que le atraen los hombres puritanos, señalando que sus relaciones con ellos la marcaron por los distintos y paradójicos recuerdos y fantasías que le despertaron.

Amar a Lawrence es uno de los mejores libros del 2021. Se disfruta de la primera a la última página con una lectura lenta, reflexiva, lo que llevará a más de una lectora o lector a buscar las novelas del autor británico. Si bien las mujeres que inspiraron a Lawrence fueron las sufragistas de principios del siglo XX, las del XXI encontrarán en su literatura ecos poderosos para seguir erradicando la mentira del espacio del deseo femenino.

AMAR A LAWRENCE, de Catherine Millet. Anagrama, 2021. Barcelona, 212 págs. Traducción de Jaime Zulaika.

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