"La vida es lo mejor que conozco"

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Ombú

NELSON DÍAZ

EMPUÑÉ UN ARMA porque busco la palabra justa", afirmó Francisco Urondo poco antes de tirotearse con un comando militar en la localidad de Guaymallén, en Mendoza. Era el 17 de junio de 1976 y el poeta, al verse cercado, ingirió una pastilla de cianuro, dispuesta para esos casos por el grupo Montoneros, de manera que la tortura no permitiera la delación de otros integrantes de la organización. En la acción militar también murió su segunda compañera, Alicia Raboy, pero sobrevivieron sus hijos Ángela y Javier. Al igual que Rodolfo Walsh y Haroldo Conti, Urondo tuvo una intensa actividad como periodista, novelista, dramaturgo, guionista y militante político. Al cumplirse treinta años de su muerte en el 2006, la edición de su Obra poética -volumen que reúne una decena de libros- permitió acercarse a una de las voces más originales de la poesía argentina.

UNA ÉPOCA FERMENTAL. Francisco "Paco" Urondo nació el 10 enero de 1930 en la provincia de Santa Fe y desde muy joven mostró interés por las letras. A los 23 años comenzó a colaborar en Poesía Buenos Aires, revista dirigida por Raúl Gustavo Aguirre, a la que se vinculó a través de Jorge Enrique Móbili. Allí eran publicados nuevos poetas argentinos como Leónidas Lamborghini, Mario Trejo, Alberto Vanasco, Francisco Madariaga, Clara Fernández Moreno, Miguel Brascó, Jorge Carrol, Alejandra Pizarnik y Juan Gelman, entre otros. Considerada de vanguardia, la revista tenía como objetivo difundir la nueva poesía, ubicada en las antípodas de las corrientes neorrománticas y neoclásicas preponderantes en los años cuarenta.

En 1954 publicaría La Perichole, un breve libro con poemas de corte épico que giran en torno a Micaela Villegas, una actriz peruana conocida como "La Perricholi", que tuvo un romance con Manuel Amat y Juniet, por entonces virrey del Perú. La sucesión de imágenes y la construcción de la prosa puede leerse también como una obra de teatro, actividad a la que el poeta estuvo vinculado en su ciudad natal a través del grupo El Retablo de Maese Pedro. Allí conoció a su primera esposa, Graciela Murúa, con la cual tendría dos hijos, Claudia y Javier. La suerte de Claudia no fue distinta a la de su padre. Fue detenida junto a su marido y su pequeño hijo, un mes después de la muerte de Urondo. Los tres aún permanecen desaparecidos

En 1956 publica Historia antigua, considerado por los críticos como su primer libro de poesía, donde ya aparecen algunos de los tópicos -la mujer, el deseo, la búsqueda del amor, la existencia y los misterios de la vida- que desarrollará a lo largo de su obra, que abarca además ensayos, un libro testimonial, dos libros de relato y una novela. Historia... -al que Lamborghini calificó como "una síntesis llena de potencialidad"- está integrado por composiciones breves y un lirismo emparentado, a juicio de algunos críticos, con René Char. No obstante, también puede rastrearse en la brevedad de los versos la influencia de Salvatore Quasimodo y Giuseppe Ungaretti. Esto es evidente en el poema que da título al libro y que recuerda a "Y de pronto anochece" del autor de Acque e terre. "Es cuando la tarde arremete./ Cuando el sudor se complica con los recuerdos, la sangre y los sueños./ Es cuando no sabemos de qué lado estar./ Pero no hay que alarmarse, nos quedaremos hasta que las velas ardan". O en "Tu pequeño corazón": "Apoya sobre mi brazo tu pequeño corazón./ No temas, detrás de la ochava nada puede alarmarnos tanto./ Sólo el horizonte que asoma para luego volver a esconderse".

Por ese entonces, Urondo comienza a desarrollar una intensa actividad intelectual. Además de su labor como escritor y sus colaboraciones en diversas publicaciones, organiza en 1957 la Primera Reunión de Arte Contemporáneo, en la que participaron pintores, escultores, directores de teatro y escritores, entre ellos un joven Tomás Eloy Martínez. El poeta prologó el volumen que reúne las disertaciones de los participantes, donde hace especial hincapié en el compromiso social del arte y, especialmente, en el de la poesía. El 16 de junio de 1958 es designado director general de Cultura de Santa Fe, cargo al que renunciaría el 30 de julio de 1959, decepcionado por el gobierno de Frondizi.

Ese mismo año edita dos poemarios: Dos poemas y Breves. El primero integrado por "Arijón" -dedicado al poeta entrerriano Juan L. Ortiz- y "Candilejas". Ambos poemas serían incluidos más tarde en Nombres (1963). En Breves, los poemas carecen de títulos, son numerados. Aquí Urondo logra la condensación de sus versos, donde no es difícil rastrear nuevamente el hermetismo italiano. Bastan estos dos ejemplos. 1: "de boca/ sin ruidos/ he caído una tarde/ sobre la playa/ y no recuerdo/ si he despertado o si fue otro/ quien se levantó de la arena/ tengo mala memoria". 2: "los peces/ que se mueven por el aire/ no son nubes sagradas/ carecen de imaginación".

POESÍA Y MILITANCIA. En 1961, ya divorciado de Murúa, el poeta se traslada a Buenos Aires, donde se vincula con los poetas Miguel Brascó, César Fernández Moreno, Edgar Bayley, Alberto Vanasco y Noé Jitrik. Juntos deciden editar Zona de la poesía americana, publicación que tendría una corta existencia: apenas cuatro números y un libro titulado Antología interna. Ese mismo año aparece su cuarto poemario, Lugares, escrito entre 1956 y 1957.

A diferencia de la numeración utilizada en Breves, los poemas de Lugares tienen títulos, aunque persiste la brevedad y motivos similares, como la imagen de la rosa, en "Todo pasa": "rosa/ melancólica rosa marchita". La esperanza, utilizada como una certeza en sus libros anteriores, se transforma en interrogante, en motivo de preocupación para el poeta. El contexto político de entonces debe de haber jugado un papel en la trasmutación del significado del término. Así en "Días inquietos" escribe: "porvenir inquieto/ perfil/ palabras/ la música sigue/ la mirada/ vuelve".

En la capital argentina, Urondo comienza a trabajar en la revista Panorama donde profundiza su amistad con Juan Gelman. A esta etapa corresponde su aproximación al grupo conocido como Malena (Movimiento de Liberación Nacional), luego a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y finalmente a Montoneros. En 1963 es editado Nombres, volumen donde incorpora elementos autobiográficos y aparecen, con mayor protagonismo, textos de corte político social, lo que llevó a considerarlo luego de su muerte como un "poeta de denuncia", definición que por cierto conspiró contra la difusión de su obra. Si bien es verdad que a medida que Urondo profundiza su militancia sus textos retratan la situación política argentina, no menos cierto es que el poeta nunca cae en el mero panfleto. Sus textos oscilan entre lo experimental, lo coloquial y el compromiso político, como si transitaran una fina cornisa, sin caer nunca en lo panfletario.

A este libro corresponde "B.A. Argentine" uno de sus textos mejor logrados, donde ya inmerso en la cosmopolita Buenos Aires, enumera sus calles, sus barrios, la represión y los íconos del poder extranjero (downin street, Rockefeller Center). Los versos acumulados, el cambio de escenarios y de estados de ánimos confieren al texto un ritmo sincopado, no exento de angustia: "Los hombres forman una dolorosa columna/ es la hora del valor y de la subordinación/ un hombre joven ha salido del calabozo/ el calabozo era estrecho" [...] "Es la fiebre de los niños en la madrugada una fatiga/ quebrantando las intenciones más perfectas/ es el amor ahogado en el cansancio/ la ternura derrotada para siempre/ la espera sin ilusiones/ la desdicha".

Pese a su militancia política, Urondo nunca dejó de escribir. Su búsqueda de "la palabra justa" (le mot juste, al decir de Flaubert) estaba directamente ligada, a su entender, con la búsqueda de una sociedad más justa. Esta idea se hace latente en Del otro lado -publicado en 1967 por Biblioteca Vigil-, donde los poemas, más extensos que en sus trabajos anteriores, adquieren un tono coloquial que transitan por el amor, los avatares cotidianos, la familia y la amistad. No obstante, el eje central que va hilvanando cada texto es el sufrimiento, la soledad y la represión desatada en esos años. "Estoy en los ruidos de la tristeza,/ en las tablas de la perdición,/ en el aire de este tiempo maldito, infortunado;/ llovizna criminal y sucia./ En aventuras, en la queja/ del muerto y el terror de los vivos y el soplo/ de los convalescientes./ Estoy en el clamor encontrado, fuera/ de la felicidad y el fascismo y el olvido sin escuchar/ sin tolerar la conmiseración, o desconocer/ la alegría o la bondad o el dolor del caído" ("Fin y principios"). Uno de los versos más citados de Urondo está incluido en este libro. Se trata del poema "La pura verdad" y el verso de marras resulta premonitorio de su final: "Si ustedes lo permiten/ prefiero seguir viviendo" [...] "Sin jactancias puedo decir/ que la vida es lo mejor que conozco".

En 1968 publicará Adolecer y dos años después Son memorias, volúmenes que continúan en la misma línea poética de Del otro lado. En 1972 es editado Todos los poemas (Ediciones de la Flor), una antología que incluye el libro inédito Poemas póstumos. Es en este volumen donde el dolor dará paso a la ironía y el humor, tal vez como forma de enfrentar tanta adversidad. Ese tono irónico aparece en "Milonga del marginado paranoico" en el que Urondo parece culparse de todo: "Parece mentira/ que haya llegado a tener/ la culpa de todo lo que ocurre en el mundo;/ pero es así./ Han tratado de disuadirme psicólogos y sociólogos de mi tiempo,/ me han dado razones de peso técnico largamente formuladas y parcialmente ciertas. Pero yo sé que soy culpable de los dolores/ que aquí siento y recorren el mundo; de las soledades/ que lo van vaciando: quisiera saltar/ como Juan L. Ortiz, vociferar/ como Oliverio Girondo, pero: primero, ellos me ganaron de mano...".

VERSOS Y BALAS. A comienzos de 1973, Urondo es detenido y trasladado a la cárcel de Villa Devoto, donde realiza entrevistas a los tres sobrevivientes de la masacre de Trelew de 1972. Luego de su liberación, tras un indulto para los presos políticos firmado por el entonces presidente Héctor Cámpora, es designado director del Departamento de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), cargo al que renunciaría el 1º de octubre, en solidaridad con la renuncia del rector Rodolfo Puiggrós, tras un fuerte enfrentamiento con la derecha universitaria. Urondo, que ya había colaborado en diversos medios argentinos, como Primera Plana, Panorama, Crisis y La Opinión, asume en noviembre de ese año como editor de Política del diario Noticias, publicación donde colaboraron Zelmar Michelini, Miguel Bonasso, Rodolfo Walsh, Juan Gelman y Horacio Verbitsky. La experiencia se vería cercenada en agosto de 1974 tras la clausura impuesta por la entonces presidenta Isabel Perón.

En contra de su voluntad, Montoneros lo envía a Mendoza con el objetivo de rearmar algunas células de la organización. Allí, mientras prepara la edición de su nuevo libro Cuentos de batalla, encontrará la muerte. De este libro apenas sobrevivieron diez poemas. Entre ellos "¿Soy el poeta de Revolución?" y "La verdad es la única realidad", este último escrito en la cárcel de Devoto en abril de 1973. "Del otro lado de la reja está la realidad,/ de este lado de la reja también está/ la realidad; la única irreal es la reja/ la libertad es real aunque no se sabe bien/ si pertenece al mundo de los muertos/ al mundo de las fantasías o al mundo de la vigilia/ al de la explotación o de la producción".

Volviendo a Quasimodo: cuando poco antes de morir una periodista le preguntó al poeta italiano el porqué de su ideología de izquierda, él contestó con otra pregunta: "¿Acaso los poetas no están siempre del lado de la justicia?". La anécdota viene al caso. En la antología póstuma Poemas de batalla (Seix Barral, 1998), en el prólogo titulado "Palabras", Juan Gelman escribió: "Buitres de la derrota -que siempre se han cuidado mucho cada centímetro de piel- le han reprochado a Paco su capacidad de arriesgar la vida por un ideal. Paco no quería morir, pero no podía vivir sin oponer su belleza a la injusticia, es decir, sin respetar el oficio que más amaba".

OBRA POÉTICA, de Francisco Urondo. Edición y prólogo de Susana Cella. Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2006. Distribuye Gussi. 476 págs.

Méritos & merecimientos

EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, la obra poética de Francisco Urondo ha comenzado a emerger del olvido para recobrar su verdadera dimensión. Ya no se lo considera el "poeta de protesta o de denuncia" -el que adhirió a la Revolución Cubana y que no dudó en tomar las armas contra la dictadura de Videla- ni a su poesía perimida, acotada a un período determinado de la historia de Argentina y América Latina.

Luego que Diario de Poesía le dedicara un extenso dossier (otoño de 1999) se sucedieron varios homenajes y ensayos sobre su obra. En el 2003 fue editado Francisco Urondo: La palabra en acción, biografía de un poeta y militante, de Pablo Montanaro (Editorial Homo Sapiens). Un año después, el 10 de noviembre de 2005, se estrenó Paco Urondo, la palabra justa, un documental de 93 minutos, dirigido por Daniel Desaloms, con la participación de Juan Leyrado, Cristina Banegas, su hermana Beatriz, su hijo Javier y Horacio Verbitsky. Se trata de la reconstrucción de los pormenores de su muerte, acompañada por el relato de Banegas, compañera de militancia del poeta.

Ese mismo año fue publicado Si ustedes lo permiten prefiero seguir viviendo: Urondo, de la guerra y del amor, de Nilda Susana Redondo. Recientemente fue creado el Centro Cultural Francisco "Paco" Urondo, dependiente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.

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