Nelson Díaz
LOS INVENTORES uruguayos son muy pragmáticos y utilizan su imaginación en pergeñar productos que puedan ser aplicados industrialmente. Tal vez el ejemplo más ilustrativo sea el popular y práctico calentador de agua, —uno de los elementos más usados en oficinas públicas y redacciones de periódicos—, creado en 1962 por Carlos Caggiani.
UN SOL EN EL TERMO. "La idea del calentador S.U.N. surgió en 1962, mientras estaba en la Caja de Jubilaciones realizando un trámite para mi padre. Observé que algunos empleados calentaban agua en unos calentadores de plancha redonda y con una caldera encima. Como las filas eran largas, tenía tiempo de observar los movimientos de los empleados públicos tomando té, café y hasta mate. Así surgió la idea a la que dediqué varios meses de esfuerzo. La primera versión la hice utilizando un sistema electrolítico, que deterioraba el agua al ser calentada y no pasaba las pruebas de laboratorio necesarias para el consumo potable. Después de muchas pruebas logré el diseño final", explicó Caggiani vía e-mail desde Estados Unidos, país donde reside actualmente. Un año después, Caggiani patentó su creación en el Registro de Patentes de la Dirección Nacional de Propiedad Industrial, dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Minería. El nombre elegido por el inventor fue Sun ("sol" en inglés), pero la solicitud fue rechazada debido a que otro invento había sido registrado con el mismo nombre. Homofonía mediante, el uruguayo decidió entonces bautizarlo S.U.N. ("Soy Una Novedad").
HARTOS DE LAS HELADAS. El actual rector de la Universidad de la República, Rafael Guarga, es el creador de un revolucionario sistema para proteger los cultivos de las heladas. El invento, —denominado Sumidero Invertido Selectivo (S.I.S.)—, está fundamentado en el principio de extracción selectiva y se basa en una propiedad física que presenta la atmósfera bajo condiciones muy particulares en las cuales ocurren las heladas de radiación. Esta estructura especial que adquiere la atmósfera bajo estas condiciones se denomina estratificación. El S.I.S., patentado en 1991, obtuvo el Primer Premio a la Innovación 2003 otorgado por la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA) de Zaragoza.
"La atmósfera, usualmente tan desordenada, se ordena de modo tal que el aire frío más denso se ubica contra el suelo y el aire más caliente asciende. En la noche, cuando se cumplen una serie de condiciones, —cielo sin nubes y ausencia de viento y de niebla—, se producen los fríos extremos, llamados heladas. La atmósfera se estratifica y la propiedad que utiliza la invención, —y aquí está la novedad—, es la extracción selectiva. Cuando un fluido está estratificado es posible hacer una extracción selectiva del fluido más denso, o sea la parte más fría del aire, que es enviado en un chorro de alta velocidad a cien metros de altura, donde hay brisas y aire frío. El S.I.S. drena selectivamente el aire frío, mejorando las condiciones al aumentar la temperatura. Ese aire frío que se saca es reemplazado por aire caliente que desciende de las capas más altas", explica Guarga.
Un ejemplo ilustrativo de cómo funciona el S.I.S. es introducir en un recipiente agua y mercurio en proporciones iguales. Ambos elementos se estratifican; el mercurio, por su mayor densidad, se posicionará por encima del agua. Un pequeño orificio en el fondo del recipiente permite que el fluido más pesado, en este caso el metal líquido, se evacúe antes que el agua. El aparato, —una especie de ventilador de gran tamaño, de eje vertical, con aspas que se mueven en un plano horizontal—, posee un tubo de dos metros que es colocado a dos metros cincuenta centímetros del suelo, más un cilindro, de dos metros de altura, que coincide con el eje de la hélice. Entre la parte inferior de ese tubo cilíndrico y el suelo hay una distancia de un metro veinte centímetros, por donde ingresa el aire frío que finalmente es expulsado a cien metros de altura a través de las hélices.
HACE AGUA PERO RUEDA. El caótico tránsito montevideano, y los altos niveles sonoros y de polución, fueron el disparador para que cuatro estudiantes del Centro de Diseño Industrial, —Carlos Galarraga, Diego Fraga, Gabriel Crosa y Rodrigo Goñi—, presentaran en su tesis de graduación un sistema de transporte, al que denominaron M.D.U. (Módulos de Desplazamiento Urbano), que involucra vehículos movidos por la conversión de hidrógeno y oxígeno en energía eléctrica, basado en la tecnología fuel cell (célula de combustible), un invento de origen canadiense utilizado para el traslado de satélites. "En el automóvil se coloca un tanque de hidrógeno, —que suplanta al tanque de nafta—, y el fuel cell lo que hace es convertir el hidrógeno, junto con el oxígeno que toma de la atmósfera, en agua. Ese proceso produce la energía eléctrica. Es como si fuera la electrólisis al revés. También está previsto que el fuel cell, dentro de un par de décadas, sustituya al petróleo. De hecho, la Texaco ya está apoyando el tema del hidrógeno", explica Crosa. El sistema M.D.U está integrado por un centro de control informatizado que "observa" la zona en cuestión a través de sensores estratégicamente ubicados en esquinas y vehículos, lo que permite regular el tránsito, valiéndose de señales inteligentes que se adecuan según la situación. Por ejemplo, los tiempos de luz en los semáforos variarán según la densidad de automóviles en las intersecciones. Basados en proyecciones que sostienen que en próximos años la superpoblación vehicular será uno de los principales problemas en las ciudades, los jóvenes diseñadores idearon que los M.D.U. fueran de uso compartido y de alquiler en tiempo real a través de tarjetas de usuarios que los habilitarán a conducirlos.
EL CHOFER ESTÁ PINTADO. "En diseño lo que hacemos es utilizar las tecnologías y tendencias existentes para solucionar un problema actual o futuro. La tendencia indica que en próximos años será prácticamente imposible circular en el centro y la Ciudad Vieja. Se nos ocurrió el sistema de uso compartido como si fuera un teléfono público. Cada persona puede acceder a un vehículo y lo utiliza el tiempo que lo necesite, con total libertad de movimiento dentro de la zona establecida. La analogía de un campo de golf funciona como ejemplo. En un campo de golf te movilizas con los carros, no con tu auto. Esto es lo mismo", simplificó Galarraga. El costo del servicio del vehículo, —que desarrolla una velocidad entre 30 y 45 km/h—, se debitará automáticamente de la cuenta del usuario. Durante el viaje, el vehículo —que estará en contacto permanente con el centro de control M.D.U.—, ajustará su velocidad de acuerdo a lo permitido en la zona por la que circule, se detendrá automáticamente en los semáforos y se estacionará por si mismo. El diseño también incluye un sistema de perfil del usuario que permite modificar la posición de los comandos de acuerdo a la complexión física de cada persona. También se podrá elegir la temperatura, el nivel de iluminación, la música y los aromas preferidos por el cliente. Los M.D.U. no producen polución ambiental ya que el único residuo que genera es vapor de agua.
TOME QUE LO DESPIERTAN. Jesús Navarrete, otro inventor uruguayo, es el creador del primer dispositivo para automóviles que detecta si el conductor maneja en estado de ebriedad, somnolencia o supera el límite de velocidad establecida. Ante cualquiera de estas situaciones el rodado se detiene automáticamente. El sistema —denominado "Dispositivo de control de sueño e imposibilidad de conducir y bloqueador de velocidad con localizador del vehículo"—, está basado en una serie de sensores estratégicamente ubicados en la cabina del vehículo que controlan el ángulo gravitatorio de la cabeza. Ante cualquier "cabeceo" del conductor, sea causado por el sueño o la ingesta de alcohol, el mecanismo acciona una señal sonora y lumínica: "La idea surgió debido a la cantidad de accidentes que, lamentablemente, ocurren en Uruguay. Muchas personas fallecen por esta causa y pensé que sería bueno implementar un sistema para, en cierta medida, prevenir estas situaciones", explicó el inventor.
En caso que el imprudente conductor haga caso omiso al alerta, diez segundos después el mecanismo corta el sistema eléctrico y el suministro de combustible. Los sensores controlan además el máximo de velocidad permitido, establecido en 110 km/h. Superado este límite, el vehículo se detendrá y, a través de un código inviolable, podrá ser detectado. El sistema, amén de resguardar la vida de conductores y terceros, supone una reducción importante en los costos de pólizas por accidentes y robos. El invento puede ser instalado en cualquier tipo de vehículo. Su costo ronda en los tres mil pesos uruguayos.