por Juan de Marsilio
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La metáfora del péndulo en las ciencias sociales no es nueva. Ya en sus Principios de una ciencia nueva, hace tres siglos, Giambattista Vico escribía sobre “las idas y venidas de la historia”, suponiéndole un movimiento pendular, por el que, de modo irremediable, alcanzado un extremo en cualquier asunto, era forzoso que la sociedad fuese hacia el opuesto, aunque sin explicar por qué era así. Los autores de ¿Por qué y cómo castigamos? critican, por falaz y poco explicativa, la aplicación de esa metáfora al sistema penal norteamericano, proponiendo en su lugar la metáfora de la “tectónica de placas”. Esta metáfora alude a que alrededor de los hechos delictivos, su represión, su juicio, su castigo y, eventualmente, la reforma de los delincuentes, hay muchos actores sociales cuyos intereses y posiciones ideológicas están en permanente conflicto, igual que las placas tectónicas de la corteza terrestre se rozan siempre. Del mismo modo que un sismo, por repentino que parezca, es resultado de largas tensiones, lo que refleja largos procesos que hacen que las posiciones minoritarias puedan volverse hegemónicas, aunque nunca para siempre y sin oposición.
La idea del péndulo entre “mano dura” y “suavidad” no sólo es falaz por mecanicista y por ignorar ignora que hay lucha de ideas y de intereses en este campo, como en cualquiera. Ignora que muchas veces a oscilaciones abruptas en los discursos sobre el tema, siendo los mismos funcionarios de prisiones los que tienen que llevar las nuevas políticas a cabo, se amortiguan en los hechos. Es falaz, también, porque muchas veces los extremos —a primera vista: castigar y reformar— se dan juntos. Como en el caso de la Prisión de Eastern fundada en 1829 cerca de Pennsylvania, en la que se esperaba que el sufrimiento de los presos en confinamiento solitario y silencioso, dedicados al trabajo artesanal y sin más diálogo que el que mantuviesen con sus asesores espirituales —en visitas bastante espaciadas— los reformaría. No funcionó.
Aunque el libro trata de los EE.UU., es buena lectura para el ciudadano uruguayo: muchos de los juicios y prejuicios que estos autores estudian en los dos siglos y pico del sistema penal su país, se escuchan hoy día en Uruguay.
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¿POR QUÉ Y CÓMO CASTIGAMOS?, de Philip Goodman, Joshua Page y Michelle Phelps. Siglo XXI, 2024. Buenos Aires, 272 págs. Traducción Elena Odriozola.