El último entusiasta

Carina Blixen

NACIÓ EN París en 1921, de apellido Nahoum, en una familia judía no ortodoxa. Desde su infancia se consideró a sí mismo como un "judíogentil" (los judíos modernos formados en la cultura humanista europea) o un "posmarrano" (los marranos eran los judíos de España y de Portugal que se vieron obligados a convertirse al cristianismo a fines del siglo XV). "Rebautizado" Edgar Morin, publicó más de veinte libros de filosofía, política y testimonio. Contra lo que es habitual, sigue afirmando su condición de intelectual y pensando que como tal su misión es "plantear los problemas fundamentales y los problemas globales que hoy se ocultan totalmente y que la inteligencia especializada de los expertos es incapaz de concebir". Tiene, en su larga vida, mucho para contar. Mi camino se llama la entrevista que le hace Djénane Kareh Tager y que acaba de ser publicada por Gedisa. La elección del título no parece afortunada, pues aunque hay algo de verdad revelada en la manera de responder de Morin, no es esto lo más importante del libro.

Lo más interesante es la historia de su politización, sus peripecias durante la ocupación nazi en Francia, su militancia en la izquierda, su adhesión al Partido Comunista, su alejamiento y la postura que va decantando como intelectual comprometido. En los cuarenta colaboró con Les Lettres Francaises, la revista literaria controlada por el Partido. En 1947, según cuenta, defendió a André Gide cuando recibió el Premio Nobel y la prensa comunista lo tildó de "pederasta reaccionario". En 1951 fue expulsado del Partido, empezó a investigar como sociólogo y publicó su primer libro, El hombre y la muerte, el que considera más significativo. En 1956 fue fundador junto a Roland Barthes de la revista Arguments. Dice que a partir de esta experiencia emergió la noción de la "era planetaria", de una política del hombre y la marcha más allá de Marx hacia lo que llamó "pensamiento complejo". En los sesenta empezó a viajar por América Latina donde ha tenido gran influencia, sobre todo en lo que llama una sociología del presente: la que se pregunta sobre el acontecimiento imprevisto y se aboca al conocimiento de una realidad concreta. A partir de 1972 se dedicó fundamentalmente a la "antropología compleja" y a El método (1977). Explica que "el conocimiento complejo intenta situar su objeto en el tejido al que está vinculado". La complejidad está en relación al grado de diversidad de un sistema; parte de la idea de que el sistema es más y menos que la suma de las partes.

La periodista que lo entrevista sabe mucho de Morin y algunas de sus preguntas son muy pertinentes. Se acuerda por ejemplo de que Pierre Bourdieu "lo acusó de promover la hegemonía de la cultura de masas" o que tuvo palabras poco amables con Sartre. Ayuda así a Morin a pensarse y al lector a ubicarse. Pero admira demasiado a su entrevistado y por momentos de tan servicial se vuelve obsecuente. Otro saldo negativo del libro es la vocación didáctica de Morin. En contrapeso, logra trasmitir algo de la vitalidad, la curiosidad y el entusiasmo que parecen emanar de su figura y que son tan poco frecuentes.

MI CAMINO. LA VIDA Y LA OBRA DEL PADRE DEL PENSAMIENTO COMPLEJO. EDGAR MORIN CONVERSA CON DJÉNANE KAREH TAGER. Gedisa, 2010, Barcelona, 284 págs. Distribuye Océano.

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