El ocaso de los dioses

AUNQUE SU REINADO apenas había comenzado, el imperio de Led Zeppelin empezó a desmoronarse en 1976. Era como si el desastre que había sufrido la familia de Robert Plant hubiera despojado a Led Zeppelin de su notoria fortuna y de su insaciable voluntad de poder. Aunque Led Zeppelin publicarían ese año dos álbumes y un largometraje, ya nada volvería a ser igual. Con Led Zeppelin fuera del circuito, sus adeptos no prestaban atención. Aprovecharon la brecha de imitadores de Zeppelin, principalmente bandas americanas que tocaban fotocopias de los acordes de Jimmy Page con un cantante rubio que aullaba exageradas paparruchas místicas.

Estos zeppicidas habían sentido la sombra del Zeppelin cuando había sobrevolado América a principios de los setenta. El grupo Boston fue el pionero de muchas "pequeñas Stairways"; su himno "More Than a Feeling" fue un gran éxito en América ese año. Una banda llamada Heart, liderada por dos hermanas del estado de Washington, tocaba burdas copias del material de los Zeppelin, e incluso abría sus conciertos con "Rock and Roll". [La canción] "Free Bird", de Lynyrd Skynyrd, amenazó con quitar a "Stairway [to Heaven]" su puesto como himno de la radio americana. Incluso Aerosmith resucitaron "Train Kept-A-Rollin`" y tuvieron éxito. Led Zeppelin estaban nominalmente retirados, pero su música sobrevivía, interpretada por otros artistas. (Más tarde, los fans dirían, en tono de burla, que los dos mejores singles de la historia de Led Zeppelin eran "Barracuda", de Heart, quienes extrajeron la línea de bajo y batería de "Achilles Last Stand", y "Lonely is the Night", de Billy Squier.) Incluso esa música quedaría ensombrecida por el nuevo "rock blando" que se estaba adueñando de, al menos, Estados Unidos. Los mayores éxitos del año serían Peter Frampton y Fleetwood Mac, antiguos académicos británicos del blues, transplantados ahora a la Norteamérica corporativa. Mientras, bajo la estructura de la música pop, en Londres y en Nueva York había una nueva corriente de bandas jóvenes que desdeñaban a Led Zeppelin y a su generación. En cosa de un año, las bandas punk (Sex Pistols, Clash o Generation X) empezarían una revolución y Led Zeppelin se rendirían.

(Extraído de Led Zeppelin. El martillo de los dioses, de Stephen Davis, Ed. Ma Non Troppo, 2008. Barcelona).

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