El mercado de la revolución

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Luis Fernando Iglesias

EL 4 DE MARZO DE 1960 más de ochenta cubanos murieron a consecuencia de la explosión del carguero La Coubre en el puerto de La Habana, en lo que fue considerado por el gobierno como un atentado criminal de la CIA. Un día después, un multitudinario acto popular tuvo lugar al darse sepultura a las víctimas. Se conformó un gran estrado, frente al cementerio Colón de La Habana, donde Fidel Castro dio uno de sus largos discursos. En el estrado, seguían atentos las palabras del líder figuras de la talla de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir. El cubano Alberto Díaz Gutiérrez, mundialmente conocido como Alberto Korda, fue, por muchos años, el fotógrafo oficial de Castro. Tomó muchas fotos en ese día histórico donde el pueblo cubano expresaba su indignación por el atentado. Su misión, antes que nada, era seguir a los dos célebres invitados franceses. El fotógrafo también fue registrando a las personas que se encontraban en el palco. Según cuenta Pacho O`Donnell, hubo un momento en que a Korda se le apareció una imagen que le hizo dar un respingo. Tomó distancia y, según palabras del propio fotógrafo, sacó dos fotos de ese personaje. En ellas se veía el perfil de una persona poco conocida y en el centro de la imagen la figura revolucionaria del Che.

Las dos fotos fueron reveladas pero no se publicaron de manera inmediata en el periódico Revolución. Días después, al prestarles atención, el fotógrafo recortó el perfil de la persona que aparecía al lado del guerrillero y dejó la imagen del Che, con su expresión de dolor y contenida furia, colgada en su estudio. Según expresa la crítica inglesa Trisha Ziff, el pasado de Korda como fotógrafo de moda ayudó para que entendiera la "seducción de la belleza y el deseo" que la imagen emitía. Meses después la misma comenzó a utilizarse para anunciar conferencias de Guevara. La intervención de un segundo personaje hizo que trascendiera más de lo esperado.

En 1967 el adinerado empresario y editor italiano Giangiacomo Feltrinelli visitó por segunda vez Cuba, embarcado en una campaña de apoyo al Che, quien se encontraba en su gesta revolucionaria en Bolivia. Feltrinelli estaba convencido de que la vida del guerrillero corría peligro. Korda le obsequió dos copias recortadas de la imagen del Che y a partir de ellas, el editor publicó una enorme cantidad de posters. El primer nombre que tuvo fue "El Che en el cielo con chaqueta", aludiendo a la canción "Lucy en el cielo con diamantes" de Lennon/McCartney, compuesta ese año. Posteriormente la imagen pasó a llamarse "El guerrillero heroico".

Imagen y derecho. En su libro Derecho y explotación de la apariencia humana, el Dr. Mario Daniel Lamas expresa: "la imagen que interesa al derecho no sería la que la persona tiene realmente sino la que se fija en un soporte material". A partir de ese concepto Lamas entiende que toda persona tiene un derecho a que los terceros no utilicen su aspecto exterior, su apariencia visible captada en un soporte, de todo su cuerpo o de parte del mismo. El Che no se opuso a que dicha fotografía fuera tomada y tampoco a que se utilizara para anunciar actos o conferencias en las que él mismo intervino. El poster sale al mercado poco tiempo antes de su muerte. La trascendencia posterior fue desconocida por el guerrillero. Al ser un derecho personalísimo, el mismo no se transmite a los descendientes aunque también esta conclusión es discutida por alguna jurisprudencia internacional. Diferente son los derechos de Korda sobre la fotografía que tomó. En este caso el autor posee dos tipos de derechos sobre su obra: los patrimoniales, que pueden ser cedidos o enajenados en todo o en parte y los derechos morales por los cuales el autor siempre será el creador de la obra. Estos últimos no son negociables. Los derechos patrimoniales acompañan al autor por toda su vida y, luego de su muerte, los mismos permanecen por varios años en propiedad de sus herederos. En la mayoría de los países, incluso en Uruguay, ese lapso se fija en cincuenta años.

Korda entregó su foto a Feltrinelli sin esperar ninguna retribución por la misma, permitiendo que el editor lanzara al mundo los posters que hicieron célebre la imagen de Guevara. Nada reclamó por dicha explotación, para lo que debe haber influido el tipo de régimen existente en Cuba y los fines que la difusión de la foto perseguían. Todo hace pensar que más tarde, el fotógrafo se arrepintió de su desinteresado accionar. A fines de los noventa, Cuba suscribió el Convenio de Berna referido a derechos de autor. Korda entendió que de haber cobrado alguna pequeña suma por cada poster publicado por el italiano, se hubiera hecho millonario. Sin embargo, su nombre no figura en ningún lugar de los mismos y ni siquiera recibió uno de obsequio.

Feltrinelli primero, y sus herederos después, han expresado que la fotografía nunca fue utilizada con fines de lucro. Usualmente las ganancias obtenidas se destinaron a grupos revolucionarios u obras de caridad. No existió un reclamo directo de Korda contra el empresario italiano, reclamo que podría haber tenido andamiento si se hubiera realizado en tiempo y forma. La imagen de "El guerrillero heroico" se ha convertido en un producto de consumo, tanto en fotografía como en sus múltiples variantes: billetes, preservativos, cigarrillos, bebidas, entre muchos artículos. Sin embargo, el fotógrafo se opuso con éxito a que una conocida marca de vodka la usara para promocionar su producto. Demandó a Smirnoff por abuso de derechos de autor y, finalmente, las partes llegaron a un acuerdo económico.

Explicar la magia. ¿Pudo haber influido la afición a la fotografía del Che en la forma casi perfecta que adoptaba como modelo? Para Pacho O`Donnell el saber estar "del lado de acá" de la cámara lo ayudaba en su fotogenia, aunque también su belleza y su vida interior, algo que sale a luz cuando una persona es fotografiada. La célebre fotógrafa argentina Sara Facio entiende que el Che tenía una "materia prima interesante" por ser un muchacho buen mozo y sumamente viril. La fotógrafa compara a Guevara con Julio Cortázar, uno de sus modelos más célebres. Los dos comparten su fotogenia, "un imponderable que nace con uno y no tiene una definición académica. Es algo que se da o no se da."

Rodrigo Fresán, citando a la fotógrafa Diana Arbus, expresa que "Una fotografía es un secreto sobre un secreto. Cuanto más te cuenta menos sabe". Fresán concluye que la fotografía de Korda es un secreto, pero un secreto a voces donde Guevara mira por sobre los otros mortales que a su vez lo están observando. El Che nunca revelará lo que él observa.

En www.thechestore.com, se puede encontrar un pequeño supermercado de productos relacionados con el guerrillero: "para todas tus necesidades revolucionarias". Camisetas, chaquetas, pequeños muñecos con cabezas móviles, gorros, libros, etc., dan cuenta de la comercialización de la imagen del Che y sus ideas. Se admite el pago a través de varias tarjetas de crédito y todos los productos poseen licencias oficiales. En gran parte de éstos, la fotografía de Korda es protagonista. El Che mantiene su mirada inmerso en cientos de ofertas.

Del 25 de octubre de 2007 al 20 de enero de 2008 en el Palacio de la Virreina de Barcelona, se llevó a cabo la exposición "¡Che! Revolución y Mercado", bajo la comisaría de la citada crítica Trisha Ziff donde se expone el largo, y acaso inesperado camino que esa foto recorrió, que "persiste como un punto de reunión para las luchas políticas" pero que también es una "imagen que ha sido vaciada de cualquiera de sus contenidos iniciales, y ambas afirmaciones, aunque sean contradictorias, siguen siendo ciertas". El hermoso catálogo de la muestra, incluye textos de Ziff y Fresán, junto a los de Wally Olins, David Kunzle e Iván de la Nuez, así como gran parte de las trescientas piezas que tienen como origen la foto original tomada por Korda, considerada por el Instituto de Arte de Maryland como "La más famosa fotografía e icono gráfico del mundo en el siglo XX". Su difusión y trascendencia fue incontrolable desde la muerte del Che hasta nuestros días, a la vez símbolo de lucha de varias generaciones contra lo establecido, y producto explotado hasta el cansancio por el capitalismo, ese sistema que él tanto combatió.

¡CHE! REVOLUCIÓN Y MERCADO, de Trisha Ziff y otros. Editorial Turner. Barcelona, 2009. Distribuye Océano. 164 págs.

Descendencia y destino

QUIEN ACOMPAÑA a Guevara en la famosa fotografía es el también argentino Jorge Massetti, miembro fundador de la agencia cubana Prensa Libre, considerado por algunos autores como "el precursor de todos los guerrilleros guevaristas latinoamericanos". Su hijo, del mismo nombre, fue miembro activo de la inteligencia cubana hasta que su suegro, Tony La Guardia, fue fusilado por el régimen a consecuencia de un famoso caso de tráfico de drogas en el que estuvo involucrado el General Arnaldo Ochoa. Desde ese momento Massetti hijo se transformó en una persona crítica al régimen. Quien usualmente lo acompaña en actos contrarios al gobierno caribeño que se celebran en países europeos, es el anarquista, roquero y ex punk Canek Sánchez Guevara, nieto de Ernesto Guevara.

El ícono ideal

Rodolfo Fuentes

LA CONSTRUCCIÓN exitosa de un signo, de una marca, es un largo camino e involucra, además de tiempo, mucho trabajo e inversión. Implica un esfuerzo consciente y minucioso por rodear a esa frágil "criatura intangible" de valores, significados y cualidades que, capa sobre capa, vayan construyendo universalidad, reconocimiento, dándole pertinencia, personalidad semiótica. Esto es así desde la primera identidad visual reconocida, la del cristianismo, que en manos de la iglesia católica ha venido elaborando su complejo y potente repertorio simbólico desde las catacumbas del Imperio Romano. En ese mismo sentido, el nacional socialismo del Tercer Reich forjó su monolítica presencia visual, en un tiempo relativamente corto. Partiendo del importante desarrollo de la comunicación visual en Alemania a partir del fin de la Primera Guerra, Albert Speer, el arquitecto y diseñador más cercano a la esfera de poder de Hitler, contaba ya con mayores basamentos teóricos para implantar rápida y efectivamente el repertorio de símbolos, grafismos, estructuras y colores que dieron al nazismo su hasta hoy día reconocible identidad visual. Y con ella, la hegemonización y pregnancia de valores a través de un intensivo uso propagandístico.

Los procesos mencionados, tienen en común el hecho -no menor- de ser de una u otra forma, deliberados, construidos, alimentados con un propósito. En cambio la famosa foto del Che realizada por Korda ha recorrido el camino de ser universalmente reconocida como signo, como marca, en total soledad, en una orfandad absoluta de creativos, semiólogos, agencias de publicidad, padres, padrinos o demiurgos. Tal vez, el único "empujoncito" lo haya dado el propio Korda al tomar la decisión de probar a ampliar solamente la figura de Guevara de las dos que contenía el negativo original. De esas pruebas, la imagen evoluciona creciendo como un arbusto al costado del camino, dando el más gigantesco fruto de comunicación que alguien pudiera imaginar. En esa trayectoria de "iconificación" incluso han contribuido las limitaciones técnicas propias de los mensajes de factura política: la eliminación de los tonos de gris de la foto original, y su transformación en una imagen de "alto contraste", esto es, negro sobre el fondo, han generado una síntesis formal que no sólo facilita su impresión por el medio que sea, sino que además concentra en simples manchas monocromas la definición del rostro y su expresión. No en vano es esa la técnica que en forma preponderante manejaba por esos años la hegemónica vertiente pop del arte, con Warhol a la cabeza.

Según Charles Morris, "el proceso en el que algo funciona como signo puede denominarse semiosis. Comúnmente, en una tradición que se remonta a los griegos, se ha considerado que este proceso implica tres factores: lo que actúa como signo, aquello a que el signo alude, y el efecto que produce en determinado intérprete en virtud del cual la cosa en cuestión es un signo para el".

Tal vez lo más curioso en este caso es que "lo que actúa como signo" (la imagen del Che) sea absolutamente indiferente al lugar geográfico, el idioma o la circunstancia en que aparece, e igualmente ecléctico es "aquello a que el signo alude", el significado que adquiere en su uso puntual en cada caso. El tercer factor, el efecto que produce, es el que tal vez tenga mayores consonancias, por cuanto el uso o la elección del ícono alude -para el usuario- a los valores universalmente atribuidos al personaje mítico-real de Ernesto Guevara y por ósmosis al signo "Che", en cuanto a sus significados explícitos: revolución, marginación, desobediencia social, rebeldía, transgresión.

Al igual que los desafiantes alfileres iconos del movimiento punk terminaron limando sus puntas agresivas en las más exclusivas tiendas de Rodeo Drive, despojados totalmente de su significado original, la mirada dolida del guerrillero Guevara aparece tanto en la camiseta serigrafiada en un taller casero de un barra brava de Peñarol como en la costosa t-shirt Dolce y Gabanna de la estrella de Hollywood, universal y globalizado como las poco probables representaciones icónicas de un mítico Cristo, solo que en este caso, hijo de su época, el símbolo "Che" se fue construyendo a los ojos de los medios, a la vista del mundo.

El modelo y su circunstancia histórica, así como muchos de los significados que se le transfieren son reales: carne y hueso, ideas y acción, vida y muerte.

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