Último libro de Pierre Rosanvallon

El gran veneno que está destruyendo a la democracia: la posverdad y su cultura de la negación

El aumento de los esquemas ponzi es parte de ese declive. La descripción de la estafa de Bernie Madoff es espeluznante.

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Pierre Rosanvallon
(foto László Erdélyi)

por László Erdélyi
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La democracia, esa idea en construcción, sigue su arduo camino. Lo sabían los griegos clásicos hace 23 siglos cuando la inventaron, que era una idea a perfeccionar, a defender de tiranos y autócratas, a ampliar cada vez más en sus formas de participación para construir comunidad.

Hoy la democracia enfrenta nuevos desafíos, alguno de ellos peligrosos. Lo sabe Pierre Rosanvallon, profesor del Collège de France y autor de numerosos libros sobre teoría política contemporánea y sobre la democracia. El último se titula Las instituciones invisibles, y trata de aquellas cuestiones como la autoridad, la confianza y la legitimidad que no están definidos por estatutos o normas escritas, ni pueden imponer nada a nadie. Son “invisibles”, pero imprescindibles para el funcionamiento de las democracias. Si no confiamos en nuestros políticos, si no creemos que nuestro presidente es legítimo, si no reconocemos la autoridad de ministros, jueces o policías, no funciona la sociedad. “Sin la confianza, los intercambios se extinguirían, sin la legitimidad, los regímenes políticos se hundirían o reducirían a implacables totalitarismos, y sin la autoridad, reinaría una suerte de anarquía” afirma el autor.

Peligros. El problema es el marco teórico y conceptual para pensar lo “invisible”, y poder así analizar los peligros a los cuales se enfrenta. O sea, quién es el enemigo. A Rosanvallon no le falta coraje, lo sabemos por sus libros anteriores como La contrademocracia, La sociedad de iguales y El buen gobierno, entre otros. Pero es un terreno resbaladizo.

Cabe empezar por la confianza. No duda en apelar a Bergson para apoyarse en la dimensión psicológica. Porque la confianza no es una, sino un conjunto de relaciones sociales, y sobre todo, que “siempre viene de abajo: es una cualidad que se otorga a otro o a una institución y procede en ese aspecto de una relación que es específica en cada circunstancia. Es algo que se construye y no tiene nada dado”. Sobre los riesgos, cita como contra-ejemplo la megaestafa de Bernie Madoff, un esquema ponzi desarrollado durante muchos años y que se reveló en 2008. Los “ingenuos” a quienes Madoff despojó de sumas colosales no eran personas anónimas, sino “amigos” o personas que frecuentaba habitualmente en Nueva York, West Palm Beach o los Hamptons. Incluso de la propia comunidad judía a la que pertenecía. Conseguía a los clientes en un boca a boca porque había proximidad, la de estar entre “gente como uno”. Cuando esa confianza reina en grupo, la seguridad de estar haciendo lo correcto se potencia. El lector uruguayo que lea la descripción de la estafa Madoff sentirá, por las similitudes con los recientes casos de fraudes en inversiones ganaderas en Uruguay, que se le eriza la piel.

La confianza debería ayudar a enfrenar la incertidumbre del mundo en que vivimos. Pero para muchos parece no ser suficiente, pues sigue siendo una idea confusa que conviene bajar a tierra. Ahí aparecen las herramientas racionales como la redacción de contratos, los seguros, la presencia de escribanos, o incluso el mecanismo de blockchain de las criptomonedas. Son herramientas integradas y aceptadas que buscan reforzar los vínculos, pero paradójicamente estarían devaluando la confianza, aquella que surge natural de las relaciones de años, siempre revitalizadas por un firme apretón de manos, un cruce de miradas sincero, o el valor de la palabra dada. Que puede ser una trampa.

Más potente aun es ese veneno llamado posverdad (el Oxford Dictionary lo consagró como término del año en 2016), de efectos devastadores, pues se afirma que ya no hay verdades objetivas y hay que sospechar de todo, lo que ha logrado instalar una cultura de la negación (hablar hoy de fake news parece incluso banal, señala el autor). Es una ola de potencia sorda, que genera angustia, y que no solo “alimenta la ola populista de extrema derecha”, también el pensamiento mágico, repetitivo, que viene desde lo más profundo. Eso nos ha vuelto más vulnerables. La proliferación hoy de las estafas tipo ponzi no es ajena a esta deriva.

Deconstrucción. “El proyecto democrático estuvo históricamente ligado a la perspectiva de una sociedad que cerrara filas, en consonancia con el viejo ideal antiguo” señala Rosanvallon. “La realización de una sociedad unida y pacificada se identificaba de hecho con el bien político (...). Ser ciudadano significaba entonces ser miembro de una comunidad que tenía sentido”. Ese sentido está en peligro por la posverdad, que ha devaluado también la autoridad y la legitimidad.

La crisis comenzó con el abuso del lenguaje a partir de los 90. Por ejemplo se culpaba de todo al “neoliberalismo”, era el diablo en persona, y sin embargo era un término tan vago —lo sigue siendo— que en definitiva no lograba nunca denunciar nada. El lenguaje es una clave decisiva del declive. “Una de las funciones de lo político es proponer elementos de lenguaje que aclaren lo que vive la gente y le den una capacidad de actuar sobre el mundo”. En muchos países casi no se cumple. Entonces los representantes electos tratan de exorcizar la impotencia que esto le genera a la gente, que ya no confía, vendiéndole una visión mágica de la política. Como si fuera poco hasta la religión entra en escena, condicionando candidatos.

Más allá de las diatribas que Rosanvallon lanza contra los sociólogos, en particular contra Bordieu por su aparente incapacidad para ofrecer herramientas en esta crisis, su énfasis en la posverdad como el gran peligro para la constitución de una razón democrática es el aporte más potente de este libro. Lo llama “deconstrucción de la razón democrática” por tres razones: la adhesión a teorías conspirativas, la negación de la realidad, y la formulación de contraverdades, tan mentirosas como flagrantes. No es ajeno a esto que los partidos y sindicatos históricos hayan sido las primeras víctimas, perdiendo su centralidad y sin poder adaptarse a la divergente realidad, que la tecnología digital y las redes sociales potenciaron.

En las conclusiones Rosanvallon propone modos de acción para producir confianza, autoridad y legitimidad. Por ejemplo, si la desconfianza se nutre de dudas, incertidumbre y rumores, hay que actuar sobre ellos de forma firme y crítica. Una política de la transparencia, a su vez, no debe ser mera retórica, debe ser real, concreta, pura y dura. Pero en política nada es sencillo. Decía Alexis de Tocqueville en el siglo XIX que una idea falsa, pero clara y precisa, siempre tendrá más poder en el mundo que una idea verdadera y compleja. Y eso que en la época de Alexis no existía Internet.

LAS INSTITUCIONES INVISIBLES, de Pierre Rosanvallon. Manantial, 2025. Buenos Aires, 346 págs. Traducción de Horacio Pons. Sin distribución en Uruguay.

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