Claudio Martínez Debat
ESTE AO se celebraron los 50 años del descubrimiento de la estructura del ADN (ver El País Cultural Nro. 661) por parte de Francis Crick y James Watson. El modelo original de la doble hélice, hecho de chapas recortadas y alambres, se muestra con orgullo en el Museo de Ciencia de Londres. La doble hélice se transformó en la imagen que compendia las biociencias y biotecnologías. Más allá de que guarda y transmite las características hereditarias individuales de generación en generación, el ADN es una imagen poderosa, cargada de asociaciones conceptuales, y que llega a audiencias mucho más amplias que las de las disciplinas académicas.
FORMAS CON HISTORIA. Icono de los tiempos presentes, impregna a todos los sectores de la sociedad moderna, partiendo desde la ciencia y pasando por el arte (música, pintura, cine) hasta la arquitectura y el marketing. El desarrollo biológico y la creatividad humana son procesos altamente interactivos, donde los eventos se "despliegan" en lugar de ser necesariamente pre-planeados o anticipados. En otras palabras, en ambos casos no hay ninguna separación evidente entre el plan (o programa) y su ejecución. El propio Leonardo da Vinci enfatizaba que su arte representaba un rehacer sistemático de la naturaleza sobre la base del entendimiento racional de causas y efectos.
La doble hélice es el símbolo del enlazamiento de las dualidades. Es un símbolo "dinérgico", según el término acuñado por György Doczi para indicar el poder generativo de los opuestos complementarios. Muestra de qué manera la unidad, transformándose en dualidad, alcanza una nueva y más profunda unidad. Expresa el equilibrio activo y la relación creadora que corre entre dos canales energéticos diferentes, y, sin embargo, intercomunicados en cada instante de su recorrido. Frecuentemente la doble hélice asume la forma de dos serpientes gemelas conjuntamente retorcidas.
Este símbolo es característico de la Mesopotamia del tercer milenio A.C. y aparece en la copa ceremonial del rey sumerio Gudea de Lagash, así como en sellos cilíndricos asirios. Dobles hélices y serpientes se asocian tanto con Shiva como con Hermes, el dios arcádico de la regeneración, que hacía florecer la tierra, fructificar las plantas, parir a los rebaños, y llevaba consigo siempre el kerykeion fecundador, un bastón serpentiforme.
Ese símbolo también acompañó a todos los dioses sanadores de los griegos y romanos: Esculapio, Higia, Anfiarao. Representó la salud física, la buena conducta, la firmeza moral. Llegó hasta nuestros días bajo la forma del caduceo, símbolo de las categorías profesionales de los médicos y farmacéuticos.
EL ADN DE DALÍ. Dado el papel fundamental de la intuición estética en los procesos que llevaron al descubrimiento de la doble hélice del ADN, e incluso a su reconocimiento como "verdadera", es entendible que la doble hélice haya asumido la estatura de una obra de arte. Recordemos que Watson, al descubrir la estructura del ADN, y ante sus propias dudas acerca de si esta estructura sería la correcta, le espetó a Crick: "es demasiado bonita como para no ser cierta".
Para los artistas, la atracción de una forma bonita y llena de significados culturales es considerable. Este año se han publicado una gran cantidad de artículos referentes a la influencia de la estructura del ADN en el arte, algunos de ellos en prestigiosas revistas científicas tales como la británica Nature (accesible en www.nature.com/nature/ DNA50). En estas publicaciones, el pintor surrealista catalán Salvador Dalí (Figueres, 1904 - 1989) ocupa un papel protagónico.
Dalí siempre se mostró muy interesado en las novedades de la ciencia, donde percibió cierto potencial metafísico implícito en la imaginería científica. En los años treinta, su interés se focalizó en las imágenes duales e ilusiones ópticas; en 1940 se interesó en la teoría cuántica de Planck; y en 1945 comenzó su período nuclear, o atómico. En los años cincuenta, su pintura "corpuscular" conduce a Dalí a un misticismo nuclear. Entre 1955 y 1978, su trabajo fue profundamente influenciado por la genética, y en particular por el ADN y su estructura helicoidal.
Salvador Dalí imaginaba al mundo como mantenido unido por un orden misterioso, una simetría ubicua que sólo sería manifestable a través del pensamiento científico y su propio "método paranoico-crítico". El descubrimiento de la doble hélice del ADN por Crick y Watson en 1953 confirmó su intuición de un orden oculto, "ésta es la prueba real de la existencia de Dios", afirmó, animando su creencia en el poder transformador de un "misticismo nuclear", la visión de la materia en un proceso de constante desmaterialización, de desintegración, mostrando la espiritualidad de toda substancia, que se ve reflejada en la estructura helicoidal, forma básica de todos los procesos vitales. "Cada mitad de un retoño se enlaza exactamente a su mitad correspondiente, así como Gala —esposa y musa del pintor— se enlazó a mí. Todo se abre y cierra y entrelaza con asombrosa precisión. La herencia depende de un mecanismo soberano, y la vida es el producto de la regla absoluta del ácido desoxirribonucleico".
En 1964 organizó un almuerzo al cual invitó (entre otros) a James Watson y Mia Farrow, que venía de estrenar un film. Watson, en una conferencia dictada en conmemoración del cincuentenario de la doble hélice, recordó su habitual torpeza en las relaciones humanas al no reconocer a la estrella —a pesar de que acababa de ver su película— lo cual al parecer divirtió mucho a Dalí. Atusando sus célebres mostachos, Dalí le confesó a Watson que su descubrimiento probaba la existencia de Dios, a lo que Watson le respondió: "Para mí prueba exactamente lo contrario".
PRESENCIA EN LA OBRA. El ADN estuvo presente en por lo menos nueve pinturas de Salvador Dalí entre 1956 y 1976. En su obra Naturaleza Muerta, Movimiento Rápido (1956), la descomposición de un plato de frutas resume metafóricamente el entendimiento pos-atómico de la Naturaleza, incorporando espirales en la composición. Paisaje de Mariposa, "El Gran Masturbador en Paisaje Surrealista con ADN" (1957-1958) coloca un modelo de ADN embellecido en un paisaje típicamente daliniano, habitado por enigmas subconscientes.
El título casi trabalenguas de la pintura Galacidalacidesoxyribonucleicacid (1963) combina al ADN (Acido Desoxirribo Nucleico) con el propio nombre de Dalí y el de su esposa, Gala. Representa las tres partes de existencia: la vida (la estructura del ADN), la muerte (representada por hombres armados con rifles en formación tipo cristalina salina, cúbica) y la supervivencia de la vida después de la muerte física (representada por Dios).
La fascinación de Dalí por el ADN lo llevó a realizar una serie de pinturas retrabajando el mismo tema y con nombres similares. Arabes de Acido Desoxirribonucleico fue realizada en 1963. En ese año también realizó Homenaje a Crick y Watson (1963), (nombre que fue además utilizado como subtítulo de la antemencionada Galacidalacidesoxyribonucleicacid), que incluye los retratos de los científicos descubridores de la doble hélice junto a las apropiadas leyendas: "Watson: un fabricante de modelos" y "Crick: la Vida es un mundo de tres letras", aludiendo al hecho del descubrimiento por parte de Crick del Código Genético, que asigna tres "letras" (en rigor bases nitrogenadas) del ADN a una "letra" (aminoácido) de las proteínas, manifestación final del fenómeno vital.
ESCALERA AL CIELO. Representación de ADN (Escalera de Jacob) (1971) fue parte del tributo a F. Duran Reynals llevada a cabo en la Conferencia Nacional de la Sociedad Española de Bioquímica de 1971. La estructura del ADN se mezcla con los ángeles en la escalera de Jacob. Acido Desoxirribonucleico y Escalera de Jacob (1975) es una representación surrealista de la estructura helicoidal del ADN, con ángeles subiendo y bajando la escalera. Dos pinturas adicionales denominadas La Estructura de ADN (1975-1976), representan hélices dobles contrastando con diferentes fondos coloreados.
Posteriormente, Dalí desarrolló un interés complementario en el arte tridimensional, en particular en las imágenes estereoscópicas, que justo es mencionarlo, se utilizan para visualizar las estructuras de moléculas biológicas. En 1971, cuando el científico Denis Gabor recibió el Premio Nobel por su trabajo con los rayos láser, Dalí se interesó en la holografía y en 1972 presentó su primera exposición de hologramas, en la prestigiosa Knoedler Gallery de Nueva York, donde se destacó su obra titulada Holos! Holos! Velázquez! Gabor!.