por Luis Fernando Iglesias
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El 5 de julio pasado en Anton, Birmingham, tuvo lugar el concierto benéfico que recaudó más dinero en la historia. Llamado Back to the Beginning (Volver al comienzo) fue una celebración de recuerdos y despedidas. Sería la última actuación de Black Sabbath, esa banda pionera del Heavy Metal, con su formación original, la que había tocado por última vez en 2005. Se despedía en el mismo lugar donde inició su historia. En 1968 cuatro jóvenes de Aston, Terence “Geezer” Butler, Toni Iommi, Bill Ward y el salvaje Ozzy Osbourne formaron una banda de rock para intentar huir de su destino de empleos mal pagos en la clase obrera de ese tiempo. Forjaron una historia que dio como resultado, además de excelentes álbumes y canciones, recaudar más de setenta y cinco millones de dólares gracias a sus discos.
Su historia es el elogio a los excesos y también a la lucha contra la adversidad y los obstáculos. En esos años el guitarrista Toni Iommi trabajaba en una fábrica. Una prensa le aplastó la mano y perdió la punta de los dedos medio y anular de la mano derecha. Toni es zurdo y con esa mano era que armaba acordes y apretaba las notas de los solos. Colocó en esos dedos unas prótesis de goma y bajó la afinación de la guitarra para que las cuerdas estuvieran menos tensas y poder soportar el dolor. Esa afinación dio una tonalidad especial, luego seguida por otros, convirtiéndose en un sonido característico del Heavy Metal. Años después, Iommi fue votado como el mejor guitarrista de ese género por la revista Guitar World.
Las cuarenta y cinco mil entradas para el espectáculo se agotaron en quince minutos. El concierto se retrasmitió en emisión paga a las dos horas y alcanzó casi seis millones de televidentes. Los pubs que violaron la norma que no permitía emitirlo en lugares públicos, salvo pago de costosas licencias, agotaron las bebidas. La lista de bandas que acudieron al evento, ese que Ozzy quería que fuera en Aston para devolverle algo al lugar donde nacieron, fue larga. Súper grupos conformados para la ocasión junto a bandas como Pantera, Metallica, Guns N’ Roses, por mencionar algunos. Como cierre lo que todos esperaban: la última actuación de Black Sabbath con el milagro de Ozzy presente. Su condición física había empeorado dramáticamente. A su diagnóstico de Parkinson agregó una lesión de columna ocasionada por un accidente. Las operaciones a las que se sometió no dieron resultado y los calmantes que tomaban enlentecían su forma de hablar agudizando la expresión de sorpresa constante que mantenía en su rostro. Entró al escenario en un impresionante trono negro, coronado por vampiros, y actuó primero con su banda solista y luego con Sabbath. El esfuerzo que hizo para cantar emocionaba. Intentó en algún momento incorporarse, pero su físico no le respondió. Dio un gran show y soportó el dolor sin calmantes para tratar de dar el máximo. Lo que no podía hacer con su garganta lo hacía con la fuerza que sacaba de algún lado. Cantó cinco temas de su carrera solista y cuatro con Black Sabbath. Cuando terminó con “Paranoid” y se retiró del escenario, nadie podía creer lo que había logrado. El evento recaudó 190 millones de dólares, suma que fue dividida entre tres instituciones: el Hospital Infantil de Birmingham, el Hospicio Infantil Acorns, y Cure Parkinson's. El 22 de julio, diecisiete días después del concierto, se anunció el fallecimiento de Ozzy en su mansión de Birmingham. Lo acompañaron hasta el final su esposa Sharon, esa que le salvó varias veces la vida, y sus hijos. Tenía setenta y seis años.
Comienzo. John Osbourne, más conocido por Ozzy, nació en la misma ciudad donde falleció el 3 de diciembre de 1948 en el seno de una familia de clase trabajadora. Cuando era niño su padre le dijo que tenía una corazonada: “o acaso terminas haciendo algo muy especial o acabas en la cárcel”. Su hijo cumplió ambos presagios. Abandonó el colegio a los quince años, aunque recién treinta años después descubrió algunas de las razones de su odio por la escuela y sus dificultades para aprender: era disléxico y padecía déficit atencional con hiperactividad. Cayó preso por robo a los dieciocho, en una experiencia que nunca olvidaría. En los sesenta había escasas oportunidades de ascender socialmente en Birmingham. Lo usual era conseguir un empleo de baja paga y mantenerlo hasta que llegara el retiro. Osbourne quiso ser plomero y fracasó. Fue ladrón de poca monta y terminó en la cárcel. Trabajó en una planta de armado de autos —de la que fue expulsado al ver que lo único que hacía era “colocarse” oliendo sustancias tóxicas— y fue afinador de bocinas. Al escuchar la palabra afinación sintió que había conseguido entrar al negocio de la música hasta que constató que ese trabajo lo dejaría progresivamente sordo. Un colega, que hacía casi treinta años que estaba en el empleo, no oía casi nada, pero estaba feliz porque su retiro se acercaba y la empresa le regalaría un reloj de oro. A los gritos Ozzy le dijo que le hubiera convenido robar ese reloj. La condena de cárcel hubiera sido menor a los treinta años que había sufrido en esa fábrica. Supo que tenía que conseguir un mejor lugar en el negocio de la música que afinar bocinas.
En otra ciudad industrial, Liverpool, cuatro jóvenes habían demostrado que se podía huir de ese destino gris de fábrica y rutina. “Cuando escuché por primera vez She loves you, supe lo que quería ser”. Como le dijo una vez a su hijo Jack “todo era en blanco y negro hasta que conocí a The Beatles y la vida se transformó en technicolor”. Convenció a su padre en comprar un equipo de sonido (imprescindible para un cantante que buscara banda) y puso carteles ofreciéndose. Se reencontró con Toni Iommi, un ex compañero de colegio con el que había tenido varios problemas en esa época por el precoz alcoholismo de Ozzy, problemas que solían terminar con un puñetazo de Toni que dormía al cantante. Junto al baterista Bill Ward y al bajista “Geezer” Butler armaron un grupo al que llamaron primero Polka Tulk Blues Band (nombre del talco barato que usaba la madre de Ozzy) y luego Earth revelándose como correctos ejecutantes de blues y rock. Después de una breve separación, cuando Iommi integró fugazmente Jethro Tull, comenzaron a buscar un camino propio que los diferenciara. Ensayaban frente a un cine y les llamó la atención que la gente pagara para asustarse con películas de terror. Lo esotérico y satánico parecía un buen camino para enfrentar a las canciones hippies del flower power a las que odiaban.
Una película italiana, I Tre Volti della Paura (Las tres caras del miedo, 1963) que en inglés se llamó Black Sabbath, dirigida por Mario Bava y protagonizada por Boris Karloff, impresionó a los músicos cuando la vieron y dio el nombre definitivo a la banda. El sonido peculiar de la guitarra de Iommi, la base rítmica fuerte y precisa de Geezer y Ward, era coronada por la voz afinada, penetrante y dúctil de Ozzy.
Su primer álbum, Black Sabbath (1970), fue bien recibido. En el segundo, Paranoid (1970), aparece “Iron man” y “Paranoid”, una canción casi descartada por la banda que los catapultó a la fama. Con el éxito comenzó el consumo descontrolado de drogas y alcohol, lo que hacía crecer enfrentamientos y paranoias dentro del grupo. En 1972 vivían en Los Ángeles, en una casa donde se acumulaban sustancias de todo tipo. Osbourne estaba convencido que eran seguidos de cerca por el FBI y la CIA. El recuerdo de sus días en prisión lo aterraba. Un día sintió patrulleros llegar a la casa y, cuando escuchó el timbre, gritó que era una redada. Quienes estaban ahí tiraron toda la marihuana que pudieron por los inodoros —tapando caños— y derramaron la cocaína por el piso. El cantante los alentaba a que escondieran todo el polvo blanco que pudieran en sus narices. Alguien tuvo que abrir la puerta. Encontraron a un par de policías que la paranoia había convertido en un escuadrón, y que acudían al llamado de la alarma de pánico de la casa. Ozzy, al querer subir la calefacción, había oprimido el botón equivocado. Sus compañeros de banda comenzaron, poco a poco, a no soportarlo.
Salvación. Expulsado de Black Sabbath por sus excesos en 1979, Osbourne se encerró a morir en un departamento consumiendo cualquier cosa que tuviera a mano. El manager de la banda, Don Arden, le pidió a su hija Sharon que intentara recuperarlo para iniciar una carrera como solista. Pese a encontrarlo en un estado deplorable le ofreció ser su manager. Terminó siendo, además de su representante, su segunda esposa, y construyó la exitosa carrera solista del músico. Sobrevivió a un intento de asesinato cuando una noche Ozzy, totalmente ebrio, repetía “ellos dicen que debo matarte” mientras intentaba ahorcarla. Como manager tuvo que lidiar con situaciones complicadas. En una reunión con ejecutivos de una discográfica, a Sharon se le ocurrió lanzar un par de palomas como festejo del contrato que firmaban. Ozzy, borracho y duro por las drogas, tomó una de ellas y le arrancó la cabeza de una dentellada lanzando el cuerpo del ave sobre la mesa de reuniones. Tanto él como su esposa fueron expulsados del recinto. En 1982 se produjo un famoso incidente cuando un fan tiró un murciélago muerto al escenario. El cantante pensó que era de goma y le mordió la cabeza. Sintió una sustancia viscosa en la boca y tuvo que ser llevado a que le dieran varias inyecciones para evitar el posible contagio de rabia. Durante una gira europea fue invitado a una elegante cena con ejecutivos de CBS de Alemania. Llegó borracho se subió a una mesa e hizo un lento striptease. Besó a uno de los ejecutivos de la discográfica, caminó sobre la mesa desnudo imitando el paso de los soldados nazis y terminó la actuación orinando dentro de la copa de otro de los comensales.
Sharon siempre consiguió reparar daños y locuras que pasaron a ser parte del folclore de Ozzy. Su carrera solista fue muy exitosa. Desde el álbum Blizzard of Ozz (1980) con las excelentes “Crazy Train”, “Mr. Crowley” o la controversial “Suicide Solution”, Osbourne editó quince discos donde demostró su capacidad de intérprete tanto en los temas fuertes como en las power ballads al estilo “Mama, I’ Coming Home” (1991) o el dueto que hizo en 2020 con Elton John en “Ordinary Man”. Su vida en familia fue conocida por el mundo gracias al exitoso reality emitido por MTV The Osbournes (2002-2005) donde se lo veía siempre con cara de asombro, hiperactivo, distraído y cuidado por su esposa. Reconoció que intentó mantenerse sobrio luego de una discusión con sus hijos donde éstos le confesaron que lo único que les había faltado en la vida era tener un padre. Fue un gran cantante y compositor que sirvió de inspiración para otros músicos. En 2009, en una ceremonia del Rock & Roll Hall of Fame, Metallica lo invitó a cantar un par de canciones de Black Sabbath. El guitarrista James Hetfield gritó “Dios bendiga a Ozzy Osbourne”, y el baterista Lars Ulrich lo señaló y dijo “ahí está una de las principales razones por las que estamos aquí”. En julio pasado logró lo que siempre quiso: no irse en silencio. Se despidió con ese mega concierto de su público y dos semanas después hizo una segunda salida de escena con el dramatismo que solo un luminoso Príncipe de las Tinieblas podría lograr.