por Laura Chalar
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En piamontés, el magún es algo así como la mufa o el bajón. Una melancolía que, en días de cielo bajo y viento arremolinado, se hace contagiosa en Santa Clara, pueblo chico cuyos paisajes y habitantes —vivos y muertos— forman la sustancia de este libro. Pero no todo es triste en las vidas de la madre de la narradora, de la tía Claudia, de los abuelos y bisabuelos que Larisa Cumin conjura con tierna delicadeza. Hay también sabiduría, como la de ese padre que le emboca al pronóstico con sólo mirar al cielo o elevar un dedo ensalivado al viento: “No sembraba, no tenía campo, el tiempo no alteraba su trabajo, pero casi siempre tenía razón”. Y hay el misterio de la juventud pasada de la madre y la tía: “Siempre tuviste la letra prolija, ma, el trazo a presión. Costaba que la tinta se disolviera en el fuego; a veces parecía que el papel se consumía antes que la letra”.
Cuando llega el magún, “hay que esperar a que pase, aguantarlo. Tiene gusto a mate frío, se siente en la boca, la garganta y las manos, se siente en la inutilidad”. Estar en el pueblo es esa ambigüedad y esa espera, es postergar y querer la partida representada una y otra vez por el tren: “Algunas tardecitas iban a mirarlo: llegar, parar, irse. Ponían monedas para que quedaran calientes y aplastadas en los rieles, para que algo quedara. Una prueba del peso de las cosas, de la velocidad, y de la existencia de algo que pasa, incluso ahí, algo que pasa y puede irse”.
Hay amor y humor en las páginas en las que Cumin describe a esa familia perdida: “Tu viejo no podía enseñar nada. Te decía, mirá y aprendé. Porque quizás nunca nadie se detuvo a explicarle nada, y así aprendió todo. Mirando. Por eso era una bestia al volante. Se mandaba nomás”. Este libro también es, de alguna forma, un mirar y aprender —y “mandarse”— por ese camino cambiante y lleno de imprevistos que es la memoria familiar. ¿Qué podemos saber de los recuerdos de los otros? ¿Son verdad o mentira sus cuentos, su anecdotario, sus silencios? “Juraba tu viejo y rejuraba que en medio del campo se le abrió la tierra una noche. ¡Cuidado, macho!, decía que gritó, y atajó al amigo. (...) Se habían alejado de la fiesta para ir a mear y, al volver, casi se los traga un pozo que se les apareció de la nada”. Vaya a saber si todo eso fue cierto, o qué es lo que fue, o cuándo.
EL MAGÚN, de Larisa Cumin. Rosa Iceberg, 2022. Argentina, 118 págs.