por Gera Ferreira
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En El volumen del tiempo I la danesa Solvej Balle nos presenta a Tara Selter, comerciante de libros antiguos, quien de la noche a la mañana queda atrapada en un bucle temporal: cada día se despierta en su casa de piedra de dos plantas en las afueras de Clairon-sous-Bois y es dieciocho de noviembre. Esta circunstancia suena inofensiva, pero la clave radica en que las acciones de Tara durante ese día persisten en el tiempo, situando su peripecia vital en un futuro desencajado: “No he encontrado la forma de salir del dieciocho de noviembre, pero sí he hallado caminos y senderos a través del día, angostos pasadizos y túneles por los que puedo circular. No puedo escapar, pero he encontrado el modo de entrar”.
A su vez, quienes rodean a la protagonista (marido, amigos y clientes) no se enteran de este reseteo temporal, y la novela funciona como diario de anotaciones en el que Tara consigna pensamientos sobre la situación y planea cómo hacerle frente de forma solitaria. Junto al detallado registro en la bitácora, la autora provoca saltos y encabalgamientos en el tiempo de la narración, mediante intervenciones espaciadas que dan cuenta de un proceso mayor, atemporal y subjetivo.
Tara documenta su rutina con una prosa precisa y sensorial, concentrada en la escucha de sonidos y patrones, en las variaciones imperceptibles que propone su coordenada fatal, y trata de convertir lo cotidiano —una estufa, un viaje en tren, una conversación pendiente— en un territorio donde articular y dar sentido a su drama existencial: reencontrar la forma de su vida mientras el tiempo se desvanece.
Esta deriva reflexiva, casi beckettiana, se despliega de manera silenciosa en las decisiones de Tara. “Hace ya mucho que no me acuesto pensando que, al despertar, tal vez el día siguiente sea otro”, escribe resignada. El recurso del tiempo detenido plantea la creencia en el eterno retorno, donde los eventos del pasado se repiten cíclicamente —quienes vieron la serie Dark recordarán la frase “va a pasar de nuevo”, que aquí opera de manera latente. Tara busca romper el ciclo pero se encuentra atrapada en él, y la repentización ligada a ese evento puntual, un dieciocho de noviembre cualquiera, se convierte en leitmotiv que subraya la desesperanza, la inevitabilidad del destino.
EL VOLUMEN DEL TIEMPO I, de Solvej Balle. Anagrama, 2024. Barcelona, 183 págs. Traducción de Victoria Alonso.