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Conductas electorales

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Las malas lenguas sostienen que en el Uruguay la gente vota básicamente en contra. No vota para que salga electo éste sino para evitar que salga el otro.

No sé si tendrá algo que ver pero también acontece que hay mucho dirigente político que atribuye mayor eficacia a la llamada propaganda negativa y, por tanto, le dan con todo lo que tienen a la descalificación y al insulto. El Frente Amplio encontró un filón en los chats de Astesiano y mete allí toda la insidia, la sospecha que puede. Y va a seguir porque ha encontrado allí alimento a su esperanza de que muchos de los votos que tuvo la coalición de gobierno se desencanten y pasen a votar por ellos. Por su parte la coalición republicana, como la llama Pancho Faig, pinta de negro al Frente, subraya su negativismo contumaz, evoca pasados turbios, etc. con la esperanza de causar deserciones y abandonos en los votantes frentistas y que pasen a votar en sus filas. Todo sobre el cálculo -compartido y equivocado- de que los votos que pierda uno serán ganancia para el otro.

El régimen electoral vigente, fruto de la última reforma, estableció un sistema de votaciones escalonadas: elecciones internas de los partidos, primera vuelta y balotaje. El sistema conduce por pasos hacia un final que tiene solo dos casilleros. Es decir, la instancia definitiva se dirime entre dos contendientes y solo dos. Cualquiera que desee participar se tiene que meter en uno de los dos casilleros y si no le gusta ninguno se queda afuera y no juega.

El personal partidario demoró un par de elecciones en comprender bien una reforma electoral que alteraba conductas y lógicas seculares. Actualmente ya está asimilado, con su lógica binaria y la consecuente modificación de conductas y procedimientos, tanto a nivel departamental como nacional.

Esa comprensión tuvo lugar, pero también es cierto que se han verificado últimamente ciertos comportamientos del electorado que despiertan interrogantes. En aquello que el imaginario político-partidario había comprendido (y aceptado) como configuración definitiva: la competencia entre dos, en el caso dos bloques o coaliciones, la coalición del Frente Amplio por un lado y la coalición republicana por el otro, han aparecido otros actores. Novick sacó una montaña de votos en la elección anterior y el Gral. Manini sacó una montaña en esta última.

Esto quiere decir, me parece a mí, que hay elementos objetivos como para pensar que en el universo político uruguayo actual hay tres familias para dos casas. Existen elementos concretos y contabilizables en votos emitidos como para aceptar la hipótesis de que en nuestro país, aun apretados por el reglamento binario, mucha gente busca otra expresión política: una tercera familia.

El por qué y las razones de fondo de esta novedad es tema que queda abierto al estudio de los politólogos y al cálculo de la dirigencia partidaria. Para los efectos de este breve artículo lo que queda probado (por otro camino) es que aquella vieja creencia que sustenta las campañas políticas negativas, basadas en la descalificación y el enchastre, no tiene sustento: los votos que el partido A consigue desafectar del partido B mediante campañas sucias no son ganancia garantida para el partido A; a lo mejor se van para un partido C. Para otros efectos habrá que seguir analizando: por ahora es solo una aspiración a generar una nueva familia.

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