"Me decían que no en todos lados"; paciente oncológico con obesidad podrá tratarse en Hospital de Tacuarembó

Innovación tecnológica en el Centro Oncológico del Norte permitirá que un paciente oncológico de 230 kilos reciba radioterapia. Su testimonio y la historia de negativas en cadena porque los aparatos están preparados para ese peso y dimensiones.

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Gonzalo Valle se apresta a comenzar su tratamiento.
Foto: Gentileza.

La historia de Gonzalo Valle con el sistema de salud uruguayo es la historia del “no se puede”, pero también la de los milagros de la voluntad y la creatividad coordinada. Debido a su peso de 230 kilos, cada una de las etapas de diagnóstico y tratamiento de una enfermedad oncológica que padece se ha convertido en una odisea: no entra en los aparatos médicos o las camillas no resisten su peso y dimensiones, lo que demoró su proceso y configuró un drama de exclusión adicional a su enfermedad.

Finalmente, a impulso del oncólogo Mauricio Luongo, del Centro Oncológico del Norte, que funciona en el Hospital de Tacuarembó y del ingenio y la buena voluntad de esa institución de ASSE, con Ciro Ferreira a la cabeza, Gonzalo podrá comenzar en los próximos días un ciclo de radioterapia de última generación. Se adaptó una estructura en lugar de la camilla móvil que trae el equipamento para que en esa ciudad del norte del país, el paciente acceda finalmente a un derecho de todos: el de la salud.

Pero los detalles del su caso, desde el día uno hasta las últimas noticias vinculadas a la luz del tratamiento en Tacuarembó, revelan un costado crudo del desamparo que vive la gente de gran tamaño por las instituciones de Uruguay e incluso la región.

“Que los doctores y el Hospital de Tacuarembó hayan encontrado la forma de hacer la radioterapia, es como una luz en la noche cerrada. Tengo un agradecimiento enorme. Estaba prácticamente resignado”, asegura Valle, que venía de negativas en cadena de todas las instituciones públicas y privadas del país y también en Argentina, Brasil y Chile.

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Centro Oncológico del Norte en el Hospital de Tacuarembó.
Foto: Archivo.

“Todos le dijeron que no. Eso nos movilizó”, asegura en diálogo con El País, Ciro Ferreira. Luongo complementa: “Lo que más me llamó la atención fue que hubo lugares que lo rechazaban por teléfono”.

Valle es montevideano y llegó al Centro Oncológico del Norte luego de una catarata de negativas en los centros de radioterapia de la capital. Tras una consulta con Luongo el médico tomó la iniciativa de consultar por una adaptación de los equipos para que el tratamiento se realice en Tacuarembó.

Conocido el caso, Ciro Ferreira se lo puso al hombro. “Nos mandaron las medidas y coordinamos con los ingenieros, físicos y técnicos. El herrero adaptó la estructura en tiempo récord”, relata y justifica la premura en la urgencia de comenzar el tratamiento. No hay tiempo para que adelgace.

El dispositivo ya está listo y podría ser el final feliz de una historia triste de soledad, porque los equipos de salud (desde los de imagen a los de tratamiento) están fabricados para un peso y un tamaño estándar, dejando afuera los cuerpos de mayor obesidad.

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Técnicos del Hospital de Tacuarembó con el equipo de Radioterapia.
Foto: Archivo.

Demoras en una tomografía por el alto peso

Gonzalo Valle (35) es mecánico, profesión que heredó de su padre. Vivió parte de su infancia en Bello Horizonte, donde en la adolescencia regenteó una barra en los veranos. Tiene gran habilidad manual y buen oído musical: le gustan las canciones de Sabina y de Zambayonny.

El 22 de abril pasado conducía por la calle Jaime Cibils, 8:00 de la mañana, cuando se desvaneció al volante. El accidente fue menor: apenas algunos autos dañados, pero Gonzalo despertó en la ambulancia sin saber qué le había pasado.

Ahí empezó otro drama. O empezó mucho antes: por razones que ni él se explica del todo, una relación problemática con la comida más la propensión genética lo llevaron por un camino con idas y vueltas (más de ida que de vuelta) por la obesidad. Cuando chocó inconsciente y terminó ingresado en la emergencia hospitalaria pesaba 230 kilos.

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Gonzalo Valle.

Para descubrir por qué se le apagó el sistema, la primera indicación médica fue la de una tomografía. Sin embargo, en su mutualista le dijeron que el tomógrafo no soportaría su peso.

La misma respuesta obtuvo de otros centros de imagenología de Montevideo e incluso de la región. Además de empezar una dieta para bajar de peso, Valle y su familia se comunicaron con instituciones en Argentina, en Brasil y en Chile.

“En todos lados me dijeron que no”, comenta. Mientras tanto, en mayo, hizo otra convulsión en su casa y en junio repitió el episodio en la calle. Dejó de manejar y cerró su taller mecánico sin saber todavía por qué cada tanto su llave general se apagaba.

Valle llamó reiteradas veces al Hospital Maciel luego de haber leído una noticia de febrero pasado que indicaba la llegada a esa institución de un tomógrafo que soportaba pesos de hasta 230 kilos. “Nunca nadie me supo decir si el aparato estaba operativo o no. La noticia salió muy linda, pero la realidad era otra”, comenta.

De tanto insistir, buscar y suplicar, su familia logró finalmente que una institución privada accediera a hacer la tomografía. Para ese entonces, él había bajado varios kilos.

El estudio fue realizado en julio, casi tres meses después del primer episodio, y arrojó como resultado un tumor a cerebral. Además del impacto por la noticia, a nivel médico había que pasar a la fase 2: una resonancia magnética y una neurocirugía. Valle y su familia afrontaron el desafío de encontrar un resonador que tolerara sus dimensiones. Después de varios “no”, “no” y “no”, fue en otra institución del sistema privada donde pudo realizarse el estudio.

Para la operación también hubo demoras y se manejaron varias opciones: por la complejidad de la cirugía se necesitaba de un quirófano híbrido y que la aparatología soportara el peso. Finalmente, el 4 de setiembre fue operado con éxito en una institución privada.

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Técnicos del Hospital de Tacuarembó.

Una esperanza luego de que varias negativas a la radioterapia

Luego de la cirugía, como es habitual en los tumores, viene una etapa de radioterapia y quimioterapia. Valle y su familia sabían que de nuevo empezarían las negativas pero no imaginaron que serían generalizadas: ninguna institución de salud del país cuenta con equipos para personas mayores de 200 kilos de peso. La camilla móvil de estos aparatos no lo tolera y nadie se expone a romper el equipo.

Ya desahuciados, su pareja Paola, su hermano Germán y su primo Manuel llamaron a centros de la región y se repitió la misma historia. “¿Cuánto pesa? … “No, no se puede”.

“La solución Tacuarembó”, llegó a instancias de Mauricio Luongo y fue posible gracias al equipamiento de avanzada con el que cuenta este centro de ASSE en el norte del país, además de la disponibilidad técnica y de tiempo para quitar la camilla cuando llegue el paciente, realizar la sesión y volver a colocarla para el resto de la agenda.

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Ciro Ferreira

“Se adaptó una estructura con los ingenieros del hospital para que soportara los 230 kilos. Se reemplazará por la camilla. El otro día vino el paciente, se probó, hicimos algunos ajustes y está listo para empezar”, asegura Ciro Ferreira.

La clave de la radioterapia y más a nivel del cerebro es que el paciente esté inmovilizado para irradiar solamente la zona determinada, por lo que el soporte es parte indispensable.

Luongo lleva varias décadas tratando pacientes con radioterapia. “Me formé en la época en la que determinábamos dónde irradiar con una regla y lápiz sobre una placa de radiografía. Hoy tenemos tecnología para hacer radioterapia de extrema precisión. Pero hay casos que se salen de la regla y ahí hay que volver a lo tradicional, al ingenio y buscar lo mejor para los pacientes. Cada uno tiene sus particularidades”, dice.

“De un día para el otro se me apagó la luz”, recuerda Gonzalo Valle cuando conoció el diagnóstico. “Todo lo que yo creía eran problemas en mi vida se redujeron a la nada. Quedé shockeado”, añade.

Encima, vivió la (casi) exclusión del sistema, lo que le ha llevado a dar testimonio. Añade: “La frustración fue grande en todo este tiempo. Creo que mucha gente puede vivir lo mismo que yo; conozco personas con un peso similar al mío. Yo no puedo negar que soy gordo y que en mi vida se me fue la moto en muchas cosas, ¿pero lo tengo que pagar dos veces?”.

Centro Oncológico del Norte en el Hospital de Tacuarembó

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Fachada de Hospital de Tacuarembó de ASSE.
Foto: Archivo.

El Centro Oncológico del Norte (CON) del Hospital de Tacuarembó es un centro de referencia de ASSE para la atención de pacientes con cáncer. Recientemente se convirtió en el primer centro público del país en desarrollar la técnica de radiocirugía, una técnica de avanzada que permiten aplicar dosis muy altas al tumor con extrema precisión, sin afectar los órganos y tejidos sanos alrededor.

Además y según lo anunciado por la ministra de Salud, Cristina Lustemberg en los últimos días, en el Centro se instalará un equipo de tomografía por emisión de positrones-tomografía computarizada (PET-CT). Será el primer equipo de estas características en la órbita de ASSE y en el Interior del país.

Además del equipamiento de última generación, el Centro cuenta con un grupo de profesionales con alta experticia, integrado por oncólogos, radioterapeutas, físicos médicos, tecnólogos y enfermeros.

Ciro Ferreira, director del Hospital de Tacuarembó, resaltó los aportes de los productores del departamento y del resto de la sociedad tacuaremboense para convertir al centro de salud en referencia, no solo en cuanto al tratamiento contra el cáncer, sino en otras disciplinas médicas.

Ferreira recordó a Pablo Estramín, el artista uruguayo de la canción que fue operado de un tumor cerebral en Tacuarembó y que luego cantó en el hall del hospital la canción que Pablo Estramín cantó en el hall del hospital. “Si te tienen que operar, ya no es más morir en la capital’”, cantó el artista.

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