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Dos propuestas de salud en el agua: terapia de flotación y natación para personas sordas

La humanidad siempre ha buscado relacionarse con el agua, ya sea a través del deporte o de distintos tipos de terapias.

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Hombre en el agua
Persona disfrutando en el agua.
Foto: Freepik.

El agua es nuestro gran compañero de vida. Según indica la Fundación Aquae, alrededor de un 65% del cuerpo humano está formado por este líquido. Tal vez por eso es que nuestra especie siempre ha buscado la manera de volver al agua, ya sea a través de la natación u otros deportes acuáticos, la hidroterapia y la terapia de flotación. En Uruguay, cada vez se puede acceder a más propuestas de este tipo.

Terapia de flotación.

La vida en el mundo moderno puede ser abrumadora. Las rutinas sin pausa, las agendas que no dan tregua y las redes sociales generan una sobreestimulación que muchas veces deriva en estrés y desconexión con nuestro mundo interno. Aquí es cuando el agua aparece para ayudarnos a flotar lejos de las preocupaciones, con la terapia de flotación.

Andrés Benia, terapeuta e instructor en meditación, es la primera y única persona en traer esta propuesta a Uruguay. “La mayoría de la gente viene con el fin de parar un poco la mente”, expresó. La terapia funciona en una cámara de aislamiento sensorial; una especie de bañera gigante con una cúpula que se cierra para generar un espacio completamente apartado del mundo exterior. Esta cápsula se llena con 300 litros de agua y 600 kilos de sal, lo que permite que cualquier persona “flote como un corcho”, señaló Andrés.

De esta manera, se logra reducir la actividad del sistema nervioso central, lo que da lugar a la distensión del cuerpo y la mente. Cada sesión de 50 minutos “equivale a ocho horas de sueño”, aseguró el creador de Float Uruguay. De hecho, la empresa argentina Hydrofloat, dedicada a desarrollar tanques de flotación, comparte los mismos datos en su página web: “Lo más aconsejable es flotar aproximadamente entre 30 y 50 minutos, lo cual equivale a ocho horas de sueño profundo o cuatro horas de masajes”.

El agua se mantiene a unos 36°C para asimilarse a la temperatura corporal. En cuanto a la sal, se utilizan las sales de Epsom, un compuesto químico que contiene sulfato de magnesio. Además, cuenta con luces led que simulan las estrellas del cielo y parlantes por donde se escucha música relajante. Todo puede controlarse desde dentro: hay botones para regular la iluminación, el sonido y para encender un extractor de aire, de ser necesario. Incluso tiene un llamador para solicitar asistencia y siempre está la posibilidad de abrir la cápsula desde dentro.

Terapia de flotación
Cámara de aislamiento sensorial de Float Uruguay.
Foto: Float Uruguay.

La terapia surgió en la década del 50 de la mano del doctor John Lilly, en el Instituto Nacional de Salud Mental de Bethesda, Estados Unidos. Actualmente, se utiliza en tratamientos de enfermedades crónicas como la migraña, el asma y la depresión, así como complemento en la recuperación de dolencias como hernias de disco, comentó Andrés. De hecho, “hay estudios que hablan de la flotación como el tratamiento alternativo de la fibromialgia”, agregó.

También es de gran utilidad para los deportistas de alto rendimiento porque sirve para recuperar los músculos luego de mucha exigencia física. Una de las personalidades del mundo del deporte que usa la terapia de flotación es el tenista profesional Novak Djokovic.

Más allá de los beneficios en el cuerpo físico, esta experiencia brinda “bienestar y claridad cognitiva”. Es una oportunidad para entrar en un estado de silencio y conexión con uno mismo: “Es un amplificador de qué tanto ruido mental tengo, cuánto me cuesta quedarme quieto, cuánto mi mente necesita estar controlando qué es lo que está sucediendo”, expuso el terapeuta.

A su vez, la cápsula puede actuar como réplica del espacio intrauterino. Andrés lo explicó así: “Hay personas que han experimentado verse en la panza de la madre sanando ciertos aspectos o conectando con cómo se sentían allí; si estaban conformes, si querían salir, si querían quedarse”.

La capacidad de flotar es indistinta del peso y la altura de la persona. De hecho, Andrés recordó que hace poco fue un jugador de básquetbol y no solo entró perfectamente, sino que también flotó sin problema. La terapia es apta para mayores de 16 años, aunque menores de edad deberán ir acompañados por un adulto. Personas con el cabello teñido o con tratamiento de queratina reciente deberán usar una gorra de natación. El espacio cuenta con ducha, shampoo, crema de enjuague y jabón para higienizarse antes y después de la sesión.

Asimismo, la flotación no es apta si se tiene alguna de las siguientes condiciones: psicopatologías severas o epilepsia, trastornos agudos de piel (psoriasis, eczema, etc.), infecciones respiratorias, cutáneas u otras, insuficiencia renal o cálculos renales frecuentes, incontinencia urinaria, antecedentes de alergia al magnesio o al sulfato de magnesio, mujeres durante el periodo menstrual, heridas sin cicatrizar, enfermedades infecciosas, gripe o gastroenteritis, tatuajes hechos hace menos de un mes y afecciones cardíacas como hipotensión o hipertensión.

Para Andrés, este proyecto forma parte de su propósito de vida: “Ayudar a que la gente pueda lograr cierto despertar de conciencia”.

Natación inclusiva.

El agua también es un medio para practicar deportes, como la natación. Gabriela Schiaffarino es profesora de Educación Física y madre de Maite, una chica sorda que ama nadar. Vivieron algunos años en España, pero en el 2010, cuando la pequeña tenía 15 años de edad, retornaron a Uruguay. “Queríamos que siguiera nadando, pero no encontrábamos un sitio donde no existieran barreras en la comunicación”, contó su mamá.

Al llegar, Schiaffarino comenzó a estudiar para ser intérprete de la lengua de señas uruguaya. Entonces, surgió la posibilidad de abrir un grupo de natación para personas sordas, en un andarivel que les cedió un club deportivo de Montevideo. El proyecto se denominó SOMO, sigla para Sordos en Movimiento.

Clase de natación para sordos
Clase de natación en SOMO Uruguay.
Foto: SOMO Uruguay.

“Fueron años de permanente lucha porque a veces teníamos un convenio en una piscina, pero duraba un año, y nunca conseguimos un apoyo económico real para solventar las horas docentes”, expuso la profesora. No obstante, contra viento y marea, el proyectó siguió consolidándose. Hoy en día el grupo está formado por seis docentes y más de 50 personas sordas de todas las edades: desde una bebé de nueve meses hasta un hombre de 76 años.

Como profesora de Educación Física, Schiaffarino sabe que moverse es fundamental para la salud. Pero una cosa es hacer deporte sintiéndose incomprendido y aislado del resto, y otra es ejercitarse en un ambiente amigable y cómodo. “SOMO tiene el plus de brindar una verdadera comunicación para las personas sordas”, sostuvo su fundadora.

Lo explicó así: “En una clase con personas oyentes podés hacer una corrección mientras nadás con el grupo, pero acá, al ser una lengua visual, hay que esperar a que todos puedan mirar con atención”.

Actualmente, el grupo funciona en el Club Malvín los martes y jueves de 13 a 14 horas y de 21 a 22 horas, y los sábados de 12:30 a 14:30 horas. Cuentan con distintos niveles e incluso han formado un plantel que participa en competencias de la Federación Uruguaya de Natación y la Liga Nacional de Natación Máster de Uruguay. La próxima competición será el sábado 10 de junio en Florida.

Si bien la natación es su actividad principal, este año han incorporado un grupo de voleibol integrado por personas sordas y oyentes. “Estamos abiertos a sumar otras propuestas, pero a veces se dificulta por el tema económico”, resaltó Schiaffarino. También realizan paseos extracurriculares; por ejemplo, fueron a ver las finales de la Liga Uruguaya de Básquetbol en el Antel Arena.

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