En tiempos de rutinas aceleradas, muchos asumen que toda prenda usada debe lavarse de inmediato. Sin embargo, este hábito no siempre es necesario. Adoptar criterios más flexibles —sin descuidar la higiene personal— permite preservar mejor la ropa y reducir el impacto ambiental.
Por ejemplo, la mezclilla es un tejido resistente que no requiere lavados tan frecuentes. Según recomendaciones del blog de Levi’s, los jeans, chaquetas y vestidos de denim pueden lavarse tras cinco usos, siempre que no presenten manchas visibles de grasa u otros líquidos que comprometan la tela. Si ocurre algún accidente, conviene lavarlos de inmediato para evitar daños.

¿Y el pijama? Depende de la temporada y del sudor
El pijama merece atención especial. Si sudás mucho al dormir, lo ideal es lavarlo cada tres o cuatro noches. Pero si transpirás poco, podés usarlo hasta cinco veces antes de llevarlo al cesto. En verano, cuando el calor nocturno aumenta, conviene reducir los intervalos. En invierno, en cambio, podés extenderlos, salvo que pases el día entero en pijama.
Higiene, sostenibilidad y durabilidad
Regular la frecuencia de lavado ayuda a conservar la ropa en buen estado por más tiempo, evitando el desgaste prematuro de las telas. Además, lavando solo cuando es necesario, se ahorra agua, se usan menos productos químicos y se libera menos microplástico al medio ambiente.
