Redacción El País
El agua micelar se ha consolidado como uno de los productos más populares en la rutina de limpieza facial: limpia, desmaquilla y tonifica con facilidad. Ante esa demanda, creadores y expertas en cosmética comparten versiones caseras.
La experta en cosmética natural Maria Parera Jané publicó un video en el que muestra una receta muy sencilla —tres ingredientes— para “tener tu propia agua micelar” en casa. La propuesta atrae por su simplicidad, pero los especialistas advierten que no todos los ingredientes y procedimientos caseros son adecuados para todas las pieles ni garantizan la misma seguridad o eficacia que un producto formulado profesionalmente.
La versión de Parera Jané utiliza aceite de coco fraccionado, aceite esencial de lavanda y agua destilada. El paso a paso que propone es simple: llenar un cuarto del envase con el aceite de coco fraccionado, añadir dos gotas de aceite esencial de lavanda, completar con agua destilada, cerrar y agitar hasta integrar. El producto se aplicaría con pads desmaquillantes realizando movimientos suaves y circulares.
Micelas, surfactantes y realidad química
En la cosmética profesional, el término “micelar” se refiere a la presencia de micelas —agregados que forman los tensioactivos (surfactantes) en solución— capaces de atrapar la suciedad y el maquillaje sin necesidad de frotar fuerte. En otras palabras, las aguas micelares comerciales contienen agentes limpiadores que forman esas micelas; una mezcla casera solo con aceite y agua no genera micelas por sí misma. Para que se formen micelas se necesita un surfactante adecuado; sin él, la capacidad limpiadora será la propia del aceite (que puede arrastrar maquillaje oleoso) pero no la de una micelar tradicional.
Los dermatólogos y formuladores recuerdan varios puntos clave antes de replicar esta u otras recetas caseras:
- Conservación y seguridad microbiológica: el uso de agua (aunque sea destilada) mezclada con ingredientes orgánicos sin conservante permite el crecimiento de bacterias y mohos. Si se prepara en casa, conviene hacer lotes muy pequeños, conservarlos en frío y desecharlos rápido.
- Aceites y tipos de piel: el aceite de coco fraccionado es más ligero que el aceite de coco regular, pero sigue siendo un aceite. En pieles grasas o con tendencia acneica puede contribuir a taponar poros o aumentar brotes. Siempre es recomendable hacer una prueba en una pequeña zona antes de aplicar en todo el rostro.
- Aceites esenciales: la lavanda tiene propiedades aromáticas y, en algunas personas, efectos calmantes, pero los aceites esenciales son concentrados que pueden irritar o causar reacciones alérgicas, sobre todo en piel sensible o en niños. Dos gotas en un frasco pequeño pueden resultar suficientes para muchos, pero no son inocuas por sí solas.
- Eficacia como desmaquillante: la mezcla puede remover maquillaje basado en aceites (labial, máscara resistente), pero puede no ser tan eficaz para maquillaje waterproof o para retirar residuos solubles en agua sin un surfactante. Además, al no formarse micelas, el mecanismo de limpieza es distinto al de un agua micelar comercial.
- Higiene en la aplicación: usar pads limpios y evitar introducir dedos o puntas sucias dentro del frasco reducirá el riesgo de contaminación.
El atractivo del “hazlo tú mismo” es comprensible: recetas sencillas, control de ingredientes y menor costo. Pero, como advierten dermatólogos y formuladores, la piel es un órgano sensible y los productos de cuidado requieren equilibrio entre eficacia y seguridad. Para quienes opten por la versión de Maria Parera Jané, la recomendación es probar con cautela, respetar límites y priorizar la higiene y la observación: si aparece enrojecimiento, picor o brotes, suspender su uso y consultar a un profesional.
En base a El Tiempo/GDA