Redacción El País
Entre las opciones más equilibradas para comenzar el día, la mezcla de yogur griego con avena se ha convertido en una de las favoritas de nutricionistas y médicos. No solo es práctica y deliciosa, sino que ofrece una combinación ideal de proteínas, fibra, calcio y probióticos, nutrientes que ayudan a mantener la energía, mejorar la digestión y cuidar el corazón.
Los expertos en nutrición coinciden en que esta preparación aporta saciedad y estabilidad metabólica, dos aspectos clave para evitar los picos de glucosa y los clásicos antojos de media mañana. Además, su perfil nutricional favorece la concentración y el rendimiento físico, lo que la vuelve una opción ideal tanto para adultos como para niños.
Aliados para el intestino y la inmunidad
El yogur griego es una fuente natural de probióticos, microorganismos que fortalecen la flora intestinal y mejoran la absorción de nutrientes. Su consumo frecuente contribuye a reforzar el sistema inmunológico, reducir la inflamación y aliviar trastornos digestivos leves, como el estreñimiento o la hinchazón abdominal.
Por su parte, la avena es uno de los cereales más completos que existen. Su fibra soluble —especialmente los betaglucanos— estimula el crecimiento de bacterias benéficas en el intestino y ayuda a disminuir los niveles de colesterol LDL, conocido como “colesterol malo”. Este efecto, sumado a su capacidad para regular el tránsito intestinal, la convierte en un complemento perfecto del yogur.
Un impulso para la salud cardiovascular
El calcio y el potasio del yogur contribuyen a mantener la presión arterial dentro de rangos saludables, mientras que los betaglucanos de la avena ayudan a mejorar la circulación y la función del corazón. Por eso, quienes buscan cuidar su salud cardiovascular encuentran en esta combinación una estrategia natural, sencilla y eficaz.
Agregar frutas frescas, frutos secos o semillas potencia sus beneficios: las frutas aportan antioxidantes y vitaminas, mientras que las nueces o almendras suman ácidos grasos saludables y magnesio.
Energía sostenida y menos antojos
A diferencia de otros desayunos ricos en azúcares simples, la mezcla de yogur y avena proporciona energía de liberación lenta. Las proteínas del yogur, junto a los carbohidratos complejos y la fibra de la avena, prolongan la sensación de saciedad, evitando el deseo de comer entre horas.
La avena, además, libera la energía de forma gradual, evitando los picos de glucosa y los bajones que suelen provocar cansancio o irritabilidad. Por eso, los especialistas la recomiendan especialmente para quienes buscan mantener el peso o mejorar sus hábitos alimentarios.
Cómo incorporarlo en la rutina
Preparar este desayuno es sencillo. Basta con combinar yogur griego natural con avena (tradicional o instantánea), dejar reposar unos minutos —o durante la noche— y sumar frutas, miel, canela o semillas. Al reposar, la avena se ablanda y mejora su digestibilidad, además de adquirir una textura más cremosa.
Según la Clínica Mayo, la avena “contiene un tipo de fibra soluble llamada betaglucano, que reduce los niveles de colesterol y glucosa en sangre, además de favorecer la salud intestinal”. Sumada a los probióticos del yogur, forma un binomio que no solo alimenta: también protege.
En base a El Universal/GDA
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