No todos los arroces son iguales: te presentamos a una de las variantes más nutritivas: el arroz yamaní.

A pesar de tener un nombre con connotaciones exóticas, el arroz yamaní no es oriundo de tierras lejanas, sino que es sudamericano

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Foto: Commons.

Redacción El País
El arroz yamaní es un tipo de arroz integral muy especial y nutritivo, que ha ganado popularidad gracias a sus beneficios para la salud.

Su nombre proviene de una variedad de arroz japonesa de grano corto, pero se ha adaptado perfectamente al clima de estos países. Además, se lo considera un alimento "medicinal" dentro de la macrobiótica.

Perfil nutricional

Bajo índice glucémico (IG): Esta es su característica más destacada. A diferencia del arroz blanco, el yamaní libera la glucosa en la sangre de forma lenta y progresiva. Esto es ideal para:

  • Personas con diabetes o resistencia a la insulina
  • Quienes buscan controlar el peso, ya que proporciona energía sostenida y ayuda a mantener la sensación de saciedad por más tiempo.
  • Cualquier persona que quiera evitar los picos de azúcar en sangre.

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Foto: Commons.

Es rico en fibra: Al ser un arroz integral, conserva su capa de salvado, que es donde se encuentra la fibra. Esto favorece:

  • Un buen tránsito intestinal y previene el estreñimiento.
  • La salud de la microbiota intestinal (flora intestinal).
  • La reducción de los niveles de colesterol "malo" (LDL).

Tiene un alto contenido de nutrientes: Al no estar refinado, conserva vitaminas y minerales que se pierden en el arroz blanco:

  • Vitaminas del grupo B: Especialmente B1 (tiamina), B3 (niacina) y B6, esenciales para el sistema nervioso y para obtener energía de los alimentos.
  • Minerales: Es una buena fuente de magnesio (importante para los músculos y el sistema nervioso), fósforo, potasio y zinc.
  • Fácil digestión: Aunque es un arroz integral, es conocido por ser más suave y digestivo que otras variedades integrales, lo que reduce la sensación de pesadez.

¿Cómo se cocina?

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Olla con agua hirviendo.
Foto: Pickpik.

Requiere un poco más de tiempo y agua que el arroz blanco, pero es muy sencillo. Generalmente, se usa una proporción de 1 taza de arroz por 2,5 a 3 tazas de agua.

Necesita cocinarse entre 45 y 60 minutos a fuego lento, con la olla tapada. Es muy común remojarlo durante al menos 6-8 horas (o toda la noche) antes de cocinarlo. Esto ayuda a ablandarlo, reducir el tiempo de cocción y hacerlo aún más digestivo, además de activar sus nutrientes.

Producción industrial de arroz.
Foto: El País.

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