Redacción El País
La espirulina es una microalga reconocida por su intenso color y su perfil nutricional, que la convierte en una gran alternativa al huevo. Aunque no puede reemplazarlo en todas las recetas, destaca por su alto contenido proteico y su versatilidad en preparaciones saludables.
Además, esta cianobacteria es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes, y es especialmente beneficiosa en dietas basadas en plantas. Su consumo regular puede ayudar a reducir el riesgo de enfermedades crónicas, además de contribuir a la pérdida de peso, combatir la fatiga y mejorar la salud ocular, gracias a su bajo aporte calórico.
¿Cómo consumirla?
Muchos expertos recomiendan optar por espirulina fresca, ya que conserva mejor sus propiedades y evita el sabor terroso de las versiones en polvo o en pastillas.
Otras formas populares de incorporarla incluyen:
- Untarla en pan o mezclarla con yogur, debido a su sabor neutro.
- Preparar una mayonesa verde, combinándola con aceite para aumentar su valor nutricional.
- Añadirla a ensaladas o sopas en forma de fideos finos, obtenidos mediante secado a baja temperatura para preservar sus beneficios.
Dosificación y precauciones
La cantidad diaria recomendada oscila entre 3 y 6 gramos, ya que el organismo elimina el exceso de manera natural. Sin embargo, se aconseja consultar con un profesional de la salud antes de incluirla en la dieta, especialmente en casos de embarazo o lactancia.
La espirulina no solo es un suplemento, sino un ingrediente versátil que enriquece cualquier alimentación con sus propiedades antiinflamatorias, omega-3 y vitamina B.
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