Redacción El País
Durante años, la avena fue vista como un cereal simple, reservado a las papillas de infancia o a los desayunos sin inspiración. Hoy, sin embargo, se gana nuevamente un lugar en las mesas por su equilibrio entre sabor, nutrición y practicidad.
Rica en fibra soluble, aporta saciedad y ayuda a estabilizar la glucemia, lo que la convierte en una opción ideal para comenzar el día con energía sostenida. Además, su versatilidad permite adaptarla a diferentes gustos, climas y rutinas. Pero, como destacan los especialistas, su verdadero potencial depende de cómo se prepara: la proporción de líquido, el tiempo de cocción y los acompañamientos marcan la diferencia entre un plato apenas correcto y uno delicioso.
Avena caliente: la versión más reconfortante
Cuando el clima invita a algo tibio, la avena cocida al fuego es la más clásica y reconfortante. La proporción ideal es media taza de hojuelas por una taza de líquido (agua o leche, según preferencia). Se cocina a fuego suave durante unos cinco minutos, con una pizca de sal.
Agregar una rama de canela o unas rodajas de manzana salteadas realza su aroma y le da un toque casero. El resultado es una crema suave, cálida y perfecta para acompañar con frutas o una cucharadita de miel.
En microondas: rápida y efectiva
Para quienes salen apurados, el microondas permite tener el desayuno listo en tres minutos. Solo hay que mezclar la avena con leche o agua, endulzante y canela en un recipiente apto, y calentar de dos a tres minutos. Tras un breve reposo, queda espesa y lista para combinar con vainilla, frutos secos o trozos de banana.
Este método conserva buena parte de sus nutrientes y mantiene la textura cremosa, sin necesidad de ollas ni fuego.
Avena remojada: fresca y sin esfuerzo
La versión fría —conocida como “overnight oats”— se prepara la noche anterior. Se mezclan avena, leche o yogur, semillas de chía y miel, y se deja reposar en la heladera al menos seis horas. Durante ese tiempo, la avena absorbe el líquido y se transforma en una mezcla suave y naturalmente dulce.
Por la mañana solo hay que agregar frutas, coco rallado o un toque de canela. Es la opción preferida de quienes buscan un desayuno nutritivo y sin apuro.
Un cereal con historia
Antes de ser tendencia en redes o sinónimo de alimentación saludable, la avena era un alimento esencial en Europa Central y Escocia, donde se cultivaba hace más de tres mil años. En el siglo XIX se consolidó como desayuno típico, y más tarde, el médico suizo Maximilian Bircher-Brenner creó el Bircher muesli, mezcla de avena remojada, frutas y yogur que inspiró las versiones modernas.
Hoy, la avena también puede usarse para hornear panqueques, galletas o panes sin harina, sin perder su esencia: un alimento honesto, cálido y accesible, que sigue alimentando cuerpos y rutinas con la misma sencillez de siempre.
Un ritual de bienestar cotidiano
Preparar avena correctamente no es solo seguir una receta: es una forma de cuidar el cuerpo con algo simple y real. En su textura se mezclan la paciencia del fuego lento o la calma de una noche de descanso. Ya sea con manzanas, duraznos o una pizca de canela, este cereal recuerda que la nutrición también puede ser un gesto de pausa y bienestar diario.
En base a El Tiempo/GDA
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