Psicología: por qué a algunas personas no les gustan los animales y por qué no hay que juzgarlas

No todas las personas sienten afinidad por los animales. La psicología explica las razones y recuerda que no se debe juzgar ni etiquetar a quienes piensan así.

Mujer a la que no le gustan los perros
Imagen creada con Chat GPT

Redacción El País
Aunque para muchas personas los animales son parte de la familia, hay quienes no disfrutan de su compañía. Según el sitio Better Help, las razones pueden ir desde experiencias traumáticas en la infancia hasta alergias o simples preferencias personales.

Para quienes aman a sus mascotas, esta falta de afinidad suele ser difícil de entender, pero los especialistas en psicología insisten en que no debe juzgarse. Etiquetas como “frío”, “indolente” o “mala persona” carecen de fundamento y no ayudan a generar empatía.

Posibles causas del desagrado

La médica veterinaria y etóloga Carolina Alaguna Cruz señala que el rechazo a los animales muchas veces se origina en vivencias de la infancia. Un ataque, una situación traumática o haber crecido en un hogar donde se desalentaba el contacto con ellos puede dejar huella.

Otros motivos frecuentes son el rechazo a la suciedad o los pelos que pueden dejar, o la decisión de no asumir la responsabilidad que implica cuidar una mascota. También hay casos en que la razón es médica: alergias que impiden la convivencia.

Un gusto que no es universal

En una columna publicada en The Independent, el especialista John Bradshaw, autor de En defensa de los animales, advierte que el deseo de tenerlos en casa es tan común que se asume erróneamente que todos los aman. Sin embargo, en muchas culturas no existe una tradición de cuidado, y aun en Occidente hay personas que no sienten afinidad.

Bebé, gato en la cama.
Bebé
Lucía Solari.

El veterinario Guillermo Rico aclara que preferir a los animales no es sinónimo de ser “mejor persona”. Se trata, simplemente, de una sensibilidad hacia un aspecto específico de la vida, pero no un indicador absoluto de valores.

El límite: el maltrato

La situación cambia radicalmente cuando el desagrado se transforma en crueldad. Allí, sí hay un problema ético serio. Según Rico, quienes maltratan animales tienen distorsionada su escala de valores y, en casos extremos, pueden ser catalogados como sociópatas.

En definitiva, no sentir simpatía por los animales no convierte a nadie en mala persona. La clave, señalan los expertos, está en el respeto, la empatía y la convivencia sin daño hacia otros seres vivos.

En base a El Tiempo /GDA

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