Familia y escuela: cómo fortalecer la alianza clave para el desarrollo y bienestar de los niños

La educación es un trabajo en equipo. Cuando familia y escuela colaboran, los niños crecen con más seguridad, motivación y herramientas para aprender y convivir mejor.

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Familia en reunión con profesor
Familia en reunión con profesor
Canva

Pilar Laborde*
La educación es un trabajo en equipo, un proceso complejo y continuo que involucra múltiples actores entre los que la familia y la escuela son pilares fundamentales. Cada uno cumple un rol específico y necesario pero ambos comparten un objetivo común: promover el bienestar y el desarrollo integral de los niños.

Cuando ambos espacios se complementan y colaboran, los niños crecen en un entorno más seguro y enriquecedor. Esta cooperación crea un entorno donde los niños pueden crecer con mayor seguridad, autoestima y motivación para aprender. La formación de una persona no ocurre solo en uno de los lugares: necesita de la interacción constante entre ambos espacios.

Familia

El hogar es el primer espacio educativo que conoce un niño. Allí aprende no solo a hablar o caminar, sino también a interactuar con otros, a comprender el mundo y a construir una visión ética de la vida.

Entre las funciones esenciales de la familia están:

  • Transmitir valores fundamentales como el respeto, la responsabilidad, la solidaridad, la empatía y la honestidad. Estos valores no se enseñan solo con palabras, sino con el ejemplo.
  • Enseñar la aceptación de normas y límites, lo que permite a los niños desarrollar la capacidad de autocontrol, tolerancia a la frustración y respeto por la convivencia.
  • Ofrecer afecto, seguridad y apoyo emocional, indispensables para que se sientan confiados, valorados y capaces de enfrentar desafíos.
  • Fomentar hábitos y rutinas saludables, como horarios de sueño, higiene y estudio, que estructurarán su vida diaria.
  • Una familia presente, atenta y afectuosa, crea las condiciones básicas para que el niño crezca confiado y seguro, pueda regular sus emociones y se relacione de manera adecuada con el entorno.

La escuela

Aquí no solo se aprenden contenidos académicos. Es también un espacio social y cultural en el que se pone en práctica lo aprendido en casa, enfrentando nuevos desafíos y formando relaciones fuera del entorno familiar.

En la escuela los niños:

  • Amplían sus habilidades sociales, interactuando con compañeros, docentes y otros adultos en un ambiente con normas y dinámicas distintas a las del hogar.
  • Desarrollan la autonomía, aprenden a organizarse, tomar decisiones, cumplir con responsabilidades y resolver problemas.
  • Incorporan conocimientos formales, como lectura, escritura, ciencias, matemáticas, arte, tecnología, y acceden a una formación que les permitirá comprender el mundo en el que viven.
  • Participan en actividades grupales, lo que fomenta el trabajo en equipo, el respeto por la diversidad de opiniones y la solidaridad.
Niños escriben
Niños escriben en la escuela.
Foto: Freepik.

La escuela también juega un papel preventivo y de detección temprana frente a posibles dificultades emocionales, sociales o de aprendizaje. Cuando funciona de manera articulada con la familia, puede actuar rápidamente para brindar el apoyo adecuado.

Comunicación

Para que la relación entre familia y escuela sea efectiva, es esencial que ambas partes construyan un vínculo basado en la confianza, el respeto y el diálogo permanente. No se trata de imponer una visión sobre la otra, sino de complementarse para enriquecer el proceso educativo.

¿Qué implica una buena relación familia-escuela?

  1. Escucha activa: docentes y familias deben escuchar sin prejuicios ni juicios, comprendiendo las distintas realidades.
  2. Respeto por los roles: la familia tiene la experiencia cuidada y atenta del niño, los docentes cuentan con formación pedagógica. Ambas miradas son valiosas y necesarias.
  3. Diálogo frecuente y sincero: compartir avances, dificultades y necesidades es fundamental para intervenir a tiempo y de manera conjunta.
  4. Participación activa: la presencia de las familias en reuniones, actividades escolares y proyectos, fortalece el vínculo y demuestra compromiso.

Cuando hay buena comunicación, se pueden abordar de forma más efectiva temas como el rendimiento escolar, la adaptación, las emociones o las necesidades especiales.

Niños y niñas en escuela
Un grupo de niños en escuela de Florida.
Foto: Darwin Borrelli.

Niños en el centro

Todo este esfuerzo conjunto tiene un fin esencial: garantizar el bienestar y el desarrollo pleno de los niños. Son ellos quienes deben estar en el centro de cada decisión, acción o estrategia, desde la escuela y desde la familia.

Un niño que siente que sus padres y docentes están en sintonía, que se preocupan por él, lo valoran y lo acompañan, tiene muchas más posibilidades de desarrollar confianza en sí mismo, capacidad para aprender y superarse, habilidades para la convivencia y actitud positiva frente a los desafíos.

El trabajo en equipo entre familia y escuela no solo favorece el presente educativo, sino que sienta las bases para su futuro como ciudadano responsable, ético y comprometido con su entorno.

Alianza

Educar es una tarea compartida. Cuando la familia y la escuela se reconocen mutuamente, se valoran y colaboran con una mirada común, logran construir un camino sólido que sostiene a los niños en su desarrollo.

Promover esta alianza no requiere de grandes recursos materiales, sino voluntad, respeto, empatía y una actitud abierta al trabajo conjunto. Los niños no solo necesitan aprender matemáticas o lengua: necesitan sentirse cuidados, escuchados y acompañados. Y esa, es una tarea que, sin duda, se logra mejor cuando familia y escuela caminan juntas.

*Psicomotricista, Mag. en Psicología Sistémica Familiar

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