Redacción El País
Dormir con una almohada entre las piernas es un hábito común que muchas personas adoptan por comodidad, aunque también tiene efectos positivos en el cuerpo. La posición que se elige para descansar influye en la pelvis, la cadera y la columna.
Para quienes duermen de costado, colocar una almohada entre las rodillas o los muslos disminuye la presión que se genera entre las extremidades. En quienes duermen boca arriba, suele usarse en la parte baja de las piernas para brindar soporte y mejorar la alineación del cuerpo durante la noche.
La fisioterapeuta Ana Rodríguez, especialista en sueño y postura de la Universidad Nacional de Colombia, explica que esta técnica resulta especialmente útil en personas con molestias en las piernas o la zona lumbar. Según detalla, la almohada mantiene la pelvis en una posición neutra y evita que la pierna superior se desplace hacia adelante, un movimiento que tiende a generar torsión en la zona baja de la espalda.
Más allá del beneficio físico, algunos profesionales señalan que este gesto puede relacionarse con una búsqueda inconsciente de seguridad o compañía al dormir. El uso de una almohada también disminuye la presión sobre las articulaciones sacroilíacas y el nervio ciático al evitar que la pierna superior caiga y genere tensión adicional.
Los especialistas recomiendan usar una almohada firme o de espesor moderado entre las rodillas. En las personas que duermen boca arriba, colocarla bajo las piernas ayuda a sostener la curva natural de la zona lumbar. Si aparecen molestias nuevas en la espalda o en las rodillas al incorporar esta práctica, conviene ajustar el grosor de la almohada y evitar los modelos demasiado elevados que separan en exceso las piernas.
En base a El Tiempo/GDA