Consejos de Patricia Jebsen para conseguir trabajo y por qué recomienda no quedarse en la zona de confort

Luego de años en multinacionales y startups, se convirtió en influencer y mañana llega a Punta del Este para presentar "Pensar diferente" y dejar un mensaje sobre trabajo, propósito y empleabilidad.

Patricia Jebsen.
Patricia Jebsen.
Foto: Difusión.

Con una historia marcada por la dislexia, el mundo corporativo y la reinvención constante, la influencer argentina Patricia Jebsen llega a Uruguay con un mensaje claro y directo sobre trabajo, propósito y empleabilidad.

Con el entusiasmo intacto y la agenda ajustada, Jebsen atiende el teléfono desde Buenos Aires y cuenta cómo se prepara para viajar a Uruguay, donde mañana -21 de diciembre- presentará su libro: Pensar diferente.

A las 17.00 horas en Bookshop de Punta del Este, la autora, comunicadoras y referente del mundo laboral contemporáneo hará la segunda presentación oficial de su libro; la primera fue en Argentina pero venir a Uruguay no es un detalle menor, porque nuestro país ocupa un lugar afectivo central en su historia personal y también en su comunidad digital, que la sigue por cientos de miles en redes sociales.

Su libro mezcla autobiografía, reflexión y una fuerte vocación de servicio. Ella recorre su propio camino profesional -que incluye pasos por gigantes como Novartis, Siemens, Mercado Libre, Falabella, Pedidos Ya y Clarín- para desmontar mitos arraigados sobre el éxito, las carreras tradicionales y las supuestas limitaciones que todavía pesan sobre muchas personas.

Uno de los ejes más potentes del trabajo nace temprano en su vida: a los 12 años le diagnosticaron dislexia. Lo que podría haber sido una etiqueta paralizante terminó convirtiéndose -dice- en una de sus mayores fortalezas.

Patricia Jebsen.
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Foto: Difusión.

“Me hizo hiperresiliente”, resume. La obligó a exponerse, a hablar en público, a enfrentar situaciones de bullying y a desarrollar herramientas que hoy reconoce como clave en su recorrido. “Fue una gran fortaleza”, dice sin vueltas.

Esa idea atraviesa todo el relato: las etiquetas no definen. Jebsen no solo terminó su carrera universitaria, sumó másters, idiomas y cargos de alta responsabilidad. ¿El motor? Una mezcla de curiosidad y aburrimiento. “Me aburro fácil”, admite. Y cada vez que aparece el síndrome del impostor -que para ella suele coincidir con ese hastío- responde con formación. “Lo académico funciona como un bastón: no sé si realmente te hace mejor, pero te da herramientas para animarte”.

Pensar diferente es el concepto central del libro y de su discurso. Para Jebsen, no se trata de una consigna abstracta, sino de una decisión concreta: no dejar que el contexto, los prejuicios o las expectativas ajenas marquen el camino. “A pesar de ser mujer, a pesar de la edad, a pesar de ser mamá, a pesar de la dislexia”, enumera.

En un mundo laboral atravesado por la incertidumbre -y con la inteligencia artificial cambiando las reglas del juego-, pensar distinto es, para ella, la única forma de no quedarse quieto.

El libro también nace de una desilusión generalizada que Jebsen percibe a diario. “La gente está muy desencantada con el mundo del trabajo, con las empresas, con el sistema”, señala.

Frente a esa sensación de frustración, su objetivo es mostrar que hay caminos posibles. Tal vez no universales, pero sí reales. “No es cierto que solo pueden los que tienen plata, los que fueron a la universidad, los hombres o los que no tienen dislexia. Todos podemos desde algún lugar”.

Su paso por grandes corporaciones y startups le dejó aprendizajes de todo tipo: desde liderar equipos numerosos hasta abrir y cerrar empresas, elegir talento y también despedir personas. Esa experiencia le permitió entender algo que repite como mantra: nadie debería quedarse demasiado tiempo en su zona de confort. En el libro habla de la “curva” profesional: aprender, estabilizarse y, si no se hace nada, estancarse. “Cuando empezamos a achancharnos somos menos productivos y peores para nosotros mismos”, dice, con crudeza.

Una de las preguntas que propone hacerse es tan simple como incómoda: “Si hoy volviera a mandar mi currículum, ¿me tomarían?”. Y si la respuesta es no, la solución tampoco admite excusas: capacitarse, actualizarse, volverse empleable. No por la empresa, sino por uno mismo.

Jebsen también apunta contra una idealización persistente del mundo corporativo. “No es el único camino”, afirma. El éxito puede encontrarse en una pyme, en un emprendimiento propio o como consultor independiente. La clave, según ella, es hacerse cargo de la elección y recorrerla con compromiso.

Aunque hoy su cara y su voz circulan por TikTok, LinkedIn, podcasts, prensa, televisión y charlas, su llegada al mundo digital fue casi accidental. Un video subido por su hija -en el que explicaba cómo podía viajar una vez por mes tras dejar el mundo corporativo- se volvió viral. Algunos usuarios incluso le preguntaban si era narco, o trabajaba en política. La aclaración alcanzó millones de vistas y le reveló algo inesperado: había una enorme demanda de información sobre trabajo, empleabilidad y carreras.

Patricia Jebsen.
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Foto: Difusión.

Desde entonces, su contenido en redes creció de forma exponencial. Hoy la siguen cerca de un millón de personas entre las distintas plataformas. Pero el impacto que más la conmueve es el concreto. Recuerda, emocionada, el mensaje de una empresa que, a partir de un contenido suyo, logró contratar a 45 jóvenes sin experiencia laboral. “Lloré. No pensé que me iba a escuchar tanta gente, pero sobre todo no pensé que podía tener un impacto tan real”.

Por eso, entre las ideas que según ella, deberían quedar enterradas está la noción de hacer toda la carrera en una sola empresa, como la creencia de que solo importan las habilidades técnicas. El mercado laboral, dice, busca cada vez más una combinación: saber hacer y saber ser. Liderazgo, empatía, escucha, resolución de conflictos.

Ante la consulta de qué consejo da pero no siempre sigue, no duda: el equilibrio entre vida personal y trabajo. “Laburo mucho”, reconoce entre isas. Y cuando alguien le dice que ya es tarde para reinventarse, es categórica: “Eso no existe” y agrega que su último posgrado lo hizo a los 50. Para ella, estudiar y cambiar solo tiene sentido si nace del deseo propio, no solo de la necesidad de conseguir empleo.

Su llegada a Punta del Este no es un destino más. Jebsen la conoce desde niña, cuando andaba en patines por el viejo hotel San Rafael y visitaba la zona del Jaguel. “Es mi segundo lugar en el mundo después de Buenos Aires”, confiesa. Este año estará en el Este del 20 de diciembre al 3 de enero y espera que el público uruguayo -especialmente quienes la siguen desde hace tiempo- se acerque a la presentación. “Es un domingo, y Uruguay es chico, todo queda cerca”, dice, entre risas.

Este domingo no solo será la presentación de un libro, sino una invitación directa a repensar el trabajo, la carrera y las excusas que muchas veces nos ponemos como freno. Sin mensajes vacíos y con los pies en la realidad, Jebsen desembarca en Punta del Este para decir, sin vueltas que el camino no está escrito… y que siempre hay margen para animarse a hacer más.

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