Brasil: éxtasis amenaza a los jóvenes de clase alta

Sobornos. "Droga de ricos" abrió puerta a policía corrupta

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SAN PABLO THE NEW YORK TIMES

Ser un adolescente de clase alta le sirvió Sander Mecca para conocer un obscuro universo: chicas, bandas de rock, acceso a los centros nocturnos de moda y un serio hábito de éxtasis.

Los fines de semana no eran lo mismo para Mecca sin consumirla. Relató que a veces ingería seis píldoras en un periodo de 12 horas. A los 21 años, Meca fue detenido en un bar, acusado por la Policía de traficante y encarcelado por casi dos años con peligrosos criminales.

Su historia es cada vez más común en Brasil, donde el creciente consumo de éxtasis pone a una nueva clase de jóvenes de alto nivel educativo bajo el microscopio de las autoridades.

Esta nueva clase de vendedores de drogas es muy diferente de los capos del narcotráfico fuertemente armados y sus jóvenes y empobrecidas bandas, en los barrios marginales, donde la policía brasileña envía pequeños ejércitos a librar batallas letales en contra de ellos. Más bien, los acusados de traficar con éxtasis a menudo son clientes frecuentes de centros nocturnos en el ambiente de la estridente música dance electrónica, importada de Europa y Estados Unidos.

La semana pasada, funcionarios de la Policía Federal detuvieron a 55 personas, muchas de ellas en Rio de Janeiro, en una investigación nacional centrada en jóvenes de clase media-alta que, aseguran las autoridades policiales, traficaban con éxtasis, LSD y otras drogas sintéticas, exportándolas de Brasil a Europa.

En San Pablo, la policía ya lanzó varias redadas en fiestas y centros nocturnos, en extensas operaciones encubiertas con llamativos nombres que aparecen en los títulos de los diarios como Operación Play Boy y Operación Dancing.

Sólo la policía de San Pablo ya detuvo a cientos de estudiantes universitarios en redadas relacionadas con éxtasis en los últimos años. De cualquier manera, las pastillas son llevadas al extranjero, y alimentan enormes conciertos al aire libre y fiestas que pueden atraer a decenas de personas y prolongarse por varios días. La policía federal informó que decomisó 211.000 pastillas en 2007, o 17 veces la cantidad del año previo, así como otras 132.621 píldoras el año pasado.

El surgimiento del éxtasis como la droga de los ricos de Brasil abrió más la puerta para que corruptos agentes de policía se aprovechen tanto de los usuarios como de sus familias. Ahora que Brasil eliminó las condenas en la cárcel para usuarios de drogas, enviándolos a que reciban tratamiento, algunos policías extraen cientos de miles de dólares en sobornos a cambio de no acusar de narcotráfico a quienes venden éxtasis, de acuerdo con los coincidentes comentarios de abogados y tres narcotraficantes que ya salieron de prisión.

"Los consumidores y los traficantes de éxtasis vienen de un estrato socioeconómico más alto", comentó Cristiano Maronna, abogado penalista en San Pablo. "Desde la perspectiva de la policía, la aprehensión de estos individuos se vuelve más interesante porque abrirá la puerta a posibilidades de corrupción policial".

El éxtasis, conocido como MDMA, llegó por primera vez a Brasil proveniente de Amsterdam, a comienzos de los 90, mucho después que despegara como droga recreativa en Europa en los años 80, destacó Murilo Battisti, psicólogo de San Pablo que estudió el uso de esta droga en Brasil.

Hoy día, los adolescentes de clase media y alta a menudo venden éxtasis para sostener sus extravagantes gustos, en el mundo nocturno de grandes y costosas fiestas de San Pablo, dijo Luiz Carlos Magno, jefe del Departamento de Narcóticos de la Policía de San Pablo.

Ese estilo de vida lleno de fiestas creció por la pujante economía de Brasil a lo largo de los últimos años, la cual creó cientos de nuevos millonarios y dio origen a una amplia diversidad de centros nocturnos de alto costo, los que prosperan a pesar de la crisis financiera.

Los organizadores de centros nocturnos y festivales electrónicos a menudo se quejan ante las insinuaciones del necesario vínculo entre la droga y la música, y dicen que el éxtasis se consume en todas partes, incluidos partidos de fútbol. Mecca, sin embargo, dijo que la conexión era innegable.

Narcotraficantes reciben penas tan duras como los homicidas

San Pablo Según el jefe del Departamento de Narcóticos de San Pablo, Luiz Carlos Magno, la mayoría de los traficantes compra la droga en el exterior, sobre todo en Holanda. "Sus padres tienen dinero, pero no tienen idea de lo que hacen sus hijos", indicó.

Las leyes antidrogas brasileñas protegen a quienes tienen título universitario, ubicándolos en cárceles especiales. Pero, basta que le quede una materia pendiente, para que vaya a las comunes.

Lucas, de 24 años, estaba en segundo año en la universidad cuando fue apresado en el aeropuerto de San Pablo cuando traía marihuana desde Amsterdam. La policía lo acusó de tener éxtasis, pese a que revisaron sus valijas y no encontraron ninguna píldora.

Después de una frustrada negociación entre sus abogados y la policía fue procesado y enviado a la cárcel por cinco años. Salió a los dos años y medio. Dijo que fue tratado como si fuera uno de los más duros delincuentes y compartió celdas con asesinos.

En 2006, Brasil aumentó la pena mínima por tráfico de drogas y estableció una sentencia de 8 a 20 años para quienes financian el tráfico. Esta es mayor que la pena por homicidio, que va de 6 a 20 años. THE NEW YORK TIMES

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