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Vivir sacando apuntes

El oficio de ser taquígrafo sigue siendo necesario.

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Por más herramientas que ofrezca la tecnología, en algunas tareas la computadora humana no tiene sustituto. La taquigrafía, el sistema de escritura que permite transcribir un discurso a la misma velocidad que se habla, sigue siendo un método indispensable en algunos lugares.

En Uruguay, la Asociación de Taquígrafos tiene registrados a 165 profesionales. Si bien existen algunos trabajadores privados, por ejemplo, alguna sociedad o una cooperativa que quiere labrar actas de sus reuniones, la mayoría de ellos trabaja en la función pública, registrando plenarios y comisiones de los órganos legislativos.

La Junta Departamental de Montevideo cuenta con un equipo de 19 taquígrafos, y en el Parlamento cada cámara cuenta con su propio cuerpo: 42 taquígrafos en senadores y 50 en diputados.

Una sesión parlamentaria puede ser agotadora, más si el trabajo consiste en documentar cada discurso. Para cumplir con esta tarea, los taquígrafos forman equipos de a dos, escribiendo por turnos de 10 minutos, rotando continuamente. Al final de cada turno, deben transcribir sus apuntes, un trabajo que puede llevar dos horas, y luego de vuelta a sala para relevar a otro compañero.

Aunque el método puede parecer superado, Julio Míguez, director del Cuerpo de Taquígrafos de Diputados, explica que el mismo sistema se aplica en todo el mundo, desde sesiones de las Naciones Unidas hasta el parlamento alemán. Y agrega que, si bien los grabadores son un complemento útil, hay que analizar al emisor para transcribir su intención, ver si su discurso es irónico o sentido figurado, o si hubo algún gesto que refleje su opinión. Y esto una máquina, por lo visto, no lo puede hacer.

En el mismo sentido, Juan Carissimi, subdirector del Cuerpo de Taquígrafos de la Junta de Montevideo, explica que si bien existen programas de reconocimiento de voz, estos transcriben una versión literal, lo cual para los taquígrafos, no es suficiente.

La tarea puede resultar tediosa, pero los sueldos motivan. Un taquígrafo del Parlamento gana alrededor de 30.000 pesos, similar sueldo recibe en la junta departamental.

Con esa compensación, no asombra que a miles les brote el interés cuando surge una vacante. En 2009, 3.600 candidatos se presentaron para concursar por seis cargos de taquígrafos del Senado. Pero ninguno superó las pruebas. Hicieron falta dos llamados más para encontrar candidatos competentes.

Fernanda Olivera, secretaria de la Asociación de Taquígrafos, explica que cuando hay un llamado, la gente se anota en masa, pensando que puede aprender en un par de meses. Pero las pruebas son muy exigentes. Para superarlas, el aspirante debe registrar 120 palabras por minuto, y pocos alcanzan este nivel.

Stella Durán, profesora de taquigrafía de la Academia Wolf, reconoce que si bien las inscripciones crecen cuando hay concursos, existe un interés por el método en sí mismo. Su academia recibe alrededor de 40 alumnos por año y el perfil varía, desde los tradicionales aspirantes a un cargos públicos, hasta estudiantes de facultad que quieren aprender a tomar apuntes más rápido.

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