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La obesidad desafía a los demógrafos

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ALEJANDRO CID | COLUMNISTA INVITADO

"Es la hora del almuerzo en Eastside School en Mississippi, el estado con más sobrepeso, en el país con más sobrepeso de Occidente… Los niños de 9 años hacen cola con sus bandejas en la mano. Sí a la leche achocolatada, sí a los sándwiches de pollo,…, no a la ensalada de lechuga y tomate. La supervisora del menú suspira desanimada", así comienza una edición especial de The Economist sobre obesidad (15/12/2012). Dos de cada tres adultos en Estados Unidos sufren sobrepeso. El 36% de los adultos no tienen solo sobrepeso sino que son obesos, y lo mismo sucede con el 17% de los niños. En Gran Bretaña el 25% de las mujeres son obesas; en China, 1 de cada 4 adultos tiene sobrepeso. Se estima que un tercio de la población mundial adulta sufre sobrepeso.

Los profetas de la explosión demográfica que auguraban un siniestro futuro de escasez de alimentos, le erraron: el sobrepeso aumenta año a año (de seguir la misma tendencia, la mitad de los adultos en Estados Unidos sufrirán sobrepeso en 2030, asevera The Economist). ¿Qué recomendaciones podemos hacer a quienes quieren tener un sano espíritu crítico frente a las oscuras profecías de los abogados del control demográfico?

LOS DATOS. La producción mundial de alimentos por persona ha venido creciendo desde que existen estadísticas (entre 1960 y 2009, la producción de alimentos se triplicó mientras que la población mundial se duplicó). La accesibilidad de esa mayor producción también ha crecido sin parar: existen mejores tecnologías de refrigeración, mejores transportes e infraestructuras.

No se debe confundir causalidad con correlación, en varios países se observa mayor pobreza y un mayor número de hijos, pero esto no significa que el mayor número de hijos sea la causa de la pobreza. En Etiopía, Somalia y Sudán el número de hijos por mujer es mayor que en Suecia. ¿Puedo concluir entonces que tener más hijos hace a los países más pobres? No. Entre 1986 y 2004, Etiopía, Somalia y Sudán sufrieron las consecuencias de conflictos armados durante el 90% del tiempo. El conflicto civil en la región sudanesa de Darfur ha sacado de sus hogares y tierras a dos millones de personas. ¿Le parece que es el número de hijos lo que causa la pobreza?

Los recursos no están fijos y hay que preguntarse ¿qué pasará cuando se acabe el petróleo, el hierro, el cobre…? Nunca se van a acabar. Más demanda hace subir el precio, y esto hace que inversiones -para conseguir mayor eficiencia o nuevos yacimientos o productos sustitutos-, que antes no eran rentables, se vuelven atractivas económicamente. Es lo que ha pasado a lo largo de toda la historia de la humanidad.

Además, el número de hijos no es la causa de la degradación del medioambiente. Para esto pueden ver un contraejemplo: la población en Uruguay está estancada, la tasa de fecundidad está casi por debajo de la tasa de reposición (no nacen niños para reponer a las personas que fallecen) y el arroyo Miguelete y el Pantanoso siguen contaminados. Otro: en el barrio Casavalle durante décadas hubo un terreno sobre la calle San Martín -a un par de cuadras de la calle Capitán Tula, cerca del Borro, Marconi,…- que era un vertedero ilegal de basura: 6 hectáreas de bolsas, plásticos y desperdicios. Desde 1997 ese mismo terreno es un polo educativo y alberga hoy una edificación con 10 aulas, talleres, gimnasio, instalaciones deportivas y parque donde asisten cada día 350 niños y jóvenes a programas de apoyo escolar y laboral. Es decir, gracias a que unas personas nacieron, tuvieron una idea novedosa y se propusieron sacar adelante un nuevo proyecto educativo en Casavalle, el medioambiente ganó.

EL CAPITAL HUMANO. No debe subestimarse. Una persona más no es solo una boca más para alimentar sino que es una fuente de ideas. Es raro que los profetas de la maldición demográfica se alegren por una vaca más que nace o una lechuga adicional producida, pero se entristezcan porque nace un niño más. Señala Julian L. Simon, de University of Maryland, en The ultimate resource II (1998) "en el corto plazo un niño significa más gasto, más ruido para los vecinos; en el largo plazo producirá bienes, pagará impuestos y aportes a la seguridad social y seguros de salud, contribuirá con recursos e ideas. En definitiva es un problema de cuánto valore usted el futuro: su opción puede ser la que ofrecen las agencias de viajes "viaje hoy y pague mañana" -le importa solo el presente- o "pague hoy y viaje mañana"".

No debemos omitir en la presente nota los graves problemas de tener un planificador central. Supongamos que elegimos a los últimos 20 premios Nobel de Economía, y así conformamos un comité que dirá para cada país cuál será el número óptimo de hijos. El resultado será, sin lugar a dudas, desastroso. ¿Por qué? El problema es que para poder realmente saber el óptimo número de hijos, necesitarían saber las circunstancias de cada individuo y sus preferencias. ¿Quiere esa familia tener 2 hijos y una vacaciones de un mes anualmente o prefiere 5 hijos y vacaciones solo de fin de semana, o cuatro hijos ahora porque se casaron mayores y luego no podrán tener? La información sobre las decisiones individuales que toman los individuos está atomizada en millones de millones de datos que hace imposible que ningún planificador central pueda tomar decisiones correctas. La arrogancia del planificador de pretender tener todos los datos del problema puede desembocar en programas como el sugerido para los más pobres dentro del ejército uruguayo en 2005 -Estudio de la situación socioeconómica del personal subalterno- donde se abogaba por controlar el número de hijos del personal subalterno por los bajos salarios en ese sector. "¿Es usted soldado o suboficial? Entonces solo podrá tener dos hijos." Quizá otro agregaría: "¿vive usted en Casavalle? No puede tener más de un hijo"...

ENVEJECIMIENTO. Dos fenómenos mundiales: a) nacen menos niños, b) la esperanza de vida aumenta. Esto significa mayores gastos en salud y jubilaciones, y menos personas en edad de trabajar que aporten impuestos, pagos a la seguridad social, y contribuciones de salud. Esto genera graves problemas fiscales (flagelo que afecta tanto a países pobres como ricos).

En primer año de escuela, en Nanmoku -a unos 100 km de Tokio- hay un solo niño. Cincuenta años atrás, esa escuela tenía 1.275 alumnos. Así comenzaba un artículo en el New York Times (15/12/2012) sobre los problemas demográficos de Japón, que enfrenta un terrible proceso de envejecimiento poblacional -la tasa de fecundidad en Japón es tan solo 1,36 niños por mujer- junto con estancamiento económico. Muy a propósito titula el New York Times: "Sin bebés, ¿puede Japón sobrevivir?"

En suma, científicamente es muy débil la postura de los profetas de la maldición demográfica. Y el problema grave es que esos profetas hacen desviar la atención (¡y el dinero!) de los verdaderos temas pendientes a resolver para combatir la pobreza: acceso a la salud, calidad de la educación, gestión del medioambiente y recursos naturales, aumentar la paz en los hogares y en la sociedad, etc. El control de la población no es la solución (aunque para algunos laboratorios es un negocio, y para algunos gobiernos es una manera de control geopolítico). Se necesita que seamos más creativos, como reclama el demógrafo Julian L. Simon: "el principal motor para el progreso del mundo es nuestro stock de conocimientos, y el freno es nuestra falta de imaginación".

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