Publicidad

Erin Brockovich ataca de nuevo

| Saltó a la fama con la película que lleva su nombre y en la que Julia Roberts la caracteriza. Para los habitantes del pueblo Hinkley, la historia aún no termina.

Compartir esta noticia
 20110820 800x558

EL MERCURIO | DANIELA MOHOR

Al otro lado de la línea se oye un caos, puertas metálicas que se abren y se cierran, la alarma de un auto, risas, un motor que se enciende. Una voz precipitada me dice: "Estoy manejando y hay como diez personas hablando al lado mío... espera, no cortes. ¿Estás ahí?" Más ruidos sordos. "Estoy en la graduación de mi hija en Missouri y ¡no sé hacia dónde voy! No cortes... Tengo que pedirle a otra persona que maneje para que yo pueda hablarte". Pasan segundos. "Hola, soy Erin, ¿cómo estás?"

Julia Roberts no exageró su interpretación en la película: Erin Brockovich es un personaje. Y su vida, una trama soñada para cualquier cinta cinematográfica.

Hinkley, un pueblo de agricultores en una zona desértica del sur de California, sería solo una localidad más en el mapa de Estados Unidos si no fuera por Erin Brockovich, la verdadera, y por la de la película protagonizada por Julia Roberts que retrató su historia en el 2000.

Hinkley California, un pueblo polvoriento, con ranchos espaciosos, caballos, patios secos y una vista interminable hacia un horizonte aparentemente despoblado, se convirtió en un ícono en 1996, cuando gracias al trabajo de Brockovich y del abogado Edward Masry, más de 600 de sus residentes recibieron por parte de la empresa eléctrica Pacific Gas & Electric Company (PG&E), la mayor indemnización por daños de la historia de la Justicia de EE.UU. durante muchos años: 333 millones de dólares.

Madre soltera de tres hijos, Brockovich pasó de vivir con 300 dólares a la semana a recibir un bono de 2,5 millones de dólares tras el acuerdo con PG&E. Se ha casado tres veces, inició su carrera participando en concursos de belleza y crió a sus tres hijos sola. De alumna con dificultades de aprendizaje, de chica popular con una particular afición por los escotes, los tacos altos y las faldas cortas, pasó a ser una respetada activista que ha defendido causas ambientales ante comisiones del Senado estadounidense, ha contribuido a conseguir millonarias indemnizaciones para víctimas de químicos tóxicos en todo EE.UU., ha escrito dos libros, ha dado decenas de conferencias a nivel internacional y animado sus propios shows de tv.

lo que cambió el dinero. Lunes 25 de julio de 2011. Erin está en su casa en Agoura Hills, una propiedad en las afueras de Los Angeles que se compró en 1997 con el dinero que recibió por el caso Hinkley. Esta vez, al otro lado del teléfono, se escucha un silencio apacible. Un silencio que a ella no le gusta. "El nido vacío ha sido difícil. Me sucedieron dos cosas inesperadas. Primero, mi hijo (Matthew, un soldado) fue enviado a Afganistán. Estuve cada minuto del día rezando. Nunca pensé que me afectaría tan profundamente, pero la preocupación y el miedo hicieron que casi no fuera capaz de trabajar. Y además, al regreso de un viaje me encontré con la casa vacía porque la menor, Elizabeth, se había ido también. Yo sabía que le tocaba irse, pero el silencio de esta casa me ensordeció. Lloré, lloré y lloré".

Matthew regresó de Afganistán con un trauma cerebral por haber estado muy cerca de una explosión. Se está recuperando en su unidad militar. Katie, la hija del medio, vive en San Francisco y Elizabeth está en Missouri. Erin dice no poder estar más orgullosa de ellos. Pero sacarlos adelante no fue una tarea fácil.

"La película cambió mi vida en muchos aspectos. Creó muchas oportunidades de trabajo para mí y me permitió generar más conciencia en torno a los temas ambientales. Pero pasar de tener poco dinero a vivir con mucho tuvo que ver con los malos ratos que pasaron mis hijos y varios de los errores que cometí con ellos", dice.

Hace una pausa y sigue: "Me sentía tan culpable de haber sido una madre soltera sin un peso, que cuando recibí el bono y finalmente tuve dinero, los llené de regalos. Y sin que me diera cuenta en ese momento, eso se convirtió en un reemplazo. Si tenía que viajar, les compraba algo para compensar. Si quería decirles `lo siento`, les hacía un regalo. Y eso los dañó, porque lo que querían era tiempo de calidad conmigo, que yo estuviera ahí. Y como sabían que siempre había dinero disponible, no se sintieron motivados a encontrar su propia pasión. Eso los afectó".

En 2009, el canal ABC difundió una entrevista en que Elizabeth Brockovich reveló que había caído en la drogas. "La fama de mi madre me llevó a la adicción", dijo entonces. Y contó que había empezado a fumar marihuana a los 12 años mientras su madre participaba en tours promocionales de la película o estaba de viaje investigando casos de impacto ambiental. También dijo que a los 14 ya consumía cocaína y pastillas.

"Los tres tuvieron problemas con las drogas, dice hoy su madre. Todos me hicieron pagar caro mi ausencia. Fueron muy desafiantes, pero yo siempre les dije que si los encontraba consumiendo drogas y entrando en una cadena de mentiras no se quedarían bajo mi techo. Eso no significa que los excluí de mi vida ni que dejé de quererlos, pero no iba a aceptar que me decepcionaran y me fallaran en el colegio. La mayor parte del dinero que recibí por el caso Hinkley me lo gasté mandándolos a internados y centros de rehabilitación".

la nueva cruzada. En los 60, PG&E usó cromo hexavalente para evitar que se oxidara la maquinaria de una planta que tiene en la zona. El cromo -conocido por provocar una serie de enfermedades que incluyen sangrados nasales, asma y distintos tipos de cáncer- se coló en el subsuelo y contaminó el agua de los pozos de todo un sector de Hinkley, incluyendo el de la casa de Roberta Walker, quien acudió hacia el estudio de abogados Masry & Vittitoe, donde trabajaba Erin Brockovich, para pedir que investigaran qué estaba pasando.

Para los habitantes de Hinkley, el episodio sigue siendo una herida abierta. Por eso, en noviembre de 2010, cuando los vecinos empezaron a llamar a Walker para alertarla que la contaminación se estaba expandiendo, ella no quiso escucharlos. No quería revivir la pesadilla de esa época. "La primera demanda había sido una prueba tan dura que lo bloqueé todo en mi mente. Me había cambiado de casa, a otro sector de Hinkley que no estaba contaminado. Lo había dejado atrás. A mí me hicieron una histerectomía, cinco cirugías al estómago, me han sacado siete nódulos de la mama, y uno vive con el terror de qué puede venir después. Mis hijas no pudieron tener más hijos, tienen el sistema inmune tan débil que se enferman a cada rato de cualquier cosa y ¡sólo tienen 30 y 31 años! Por eso no quería hablar con nadie, no quería recordarlo. Pero hubo una mujer, Carmela González, que fue tan insistente, que finalmente acepté que nos juntáramos", dice.

Desde Virginia, Carmela recuerda: "A fines del año pasado le conté a Roberta que PG&E no había solucionado el problema, que la contaminación que creíamos controlada seguía. Yo me di cuenta porque mis caballos dejaron de tomar agua y sé que eso significa que el agua cambió", cuenta Carmela.

Después de escuchar eso, a Roberta solo se le ocurrió hacer una cosa: agarró el teléfono y llamó a Erin Brockovich. Y Erin respondió.

En los últimos meses, se confirmó que había cromo en un acuífero anteriormente libre de contaminación en la zona. Por su lado, Greg Pruett, un alto ejecutivo de PG&E, declaró que se habían hecho las labores de limpieza necesarias, pero que controlar el subsuelo resultaba muy difícil. "Nuestra actitud es: `Dejen que trabajemos con ustedes. Déjennos comprar su propiedad y ayudarlos a reubicarse`", declaró recientemente a CNN.

Para Erin Brockovich, el problema se ha convertido en un asunto personal. Junto al estudio de Girardi & Keese ya ha reunido 400 firmantes para una nueva demanda.

Belleza & maridos

Erin Pattee (hoy Erin Brockovich-Ellis por los apellidos de sus dos últimos maridos) nació el 22 de junio de 1960 en Kansas. Su padre era ingeniero y su madre, periodista. Tras salir del colegio, donde no fue una alumna modelo, se graduó en Artes Aplicadas. A comienzos de los 80, incursionó en concursos de belleza que la llevaron a ganarse el título de Miss Pacific Coast en 1981. En su infancia y juventud parece haber oscilado siempre entre una personalidad fuerte y una profunda inseguridad. "Tenía dislexia. Empecé a compensar convirtiéndome en la payasa del curso, la niña bonita, la popular. Pero eso no me gratificaba", confiesa.

Se casó por primera vez a los 22 años y tuvo a sus dos hijos mayores. Tras el divorcio, en 1987, trabajó como secretaria en Nevada donde conoció a su segundo marido y padre de su hija menor, Elizabeth. El matrimonio duró un año. Fue recién en 1999 que se acercó a su actual esposo, el actor Eric Ellis.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad