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Astori y su sentido del humor

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No hay como el verano, sobre todo enero. Es principio de año, abundan los deseos de felicidad, hay buen humor, la gente descansa en la playa atenta solo a los pronósticos del tiempo y allí ¡zas!: se le descarga un ajuste fiscal. Encubierto, utilizando la modalidad de los ajustes de tarifas que el Estado maneja a través del monopolio de las empresas públicas (si no hay competencia, vale cualquier cosa), pero muy efectivo. Sirve para arreglar el desastre que dejó el año electoral, donde solo subían (o se "ajustaban") las remuneraciones, pero nadie se hacía cargo de que si se gasta, hay que tener plata para pagar. Ella llega después, cuando ya se votó, y no hay marcha atrás.

Solo así puede aceptarse la humorada del actual vicepresidente y futuro ministro de Economía, Danilo Astori que les explicó a los "turros" uruguayos que estos ajustes tarifarios no respondían a la desesperación fiscal por tapar los agujeros que quedaron del año pasado y que estaban al borde de convertirse en un gran pozo, sino que se trataba de una "disminución real". Así nomás.

Veamos cómo ha funcionado la disminución que nos obsequió Astori y compañía:

1) Combustibles: el precio del petróleo se desplomó y sigue en bajada. Si alguien tiene dudas de esta realidad, que le pregunten al presidente Maduro que ve cómo la economía de su país se hace pedazos: va en un 60% en los últimos seis meses. De US$ 110, cayó a menos de US$ 50. Pero… la generosa Ancap rebajó la nafta en $ 1,20 (10 centavos de dólar), que equivale a un esmirriado 2%, que traducido a la "disminución real" significa un ahorro de $ 48 por llenar el tanque de nafta. ¿Habrá tenido algo que ver la pérdida de US$ 150 millones con qué la gestión de Raúl Sendic cerró su mandato o es solo un mal pensamiento fruto de la furia por las tormentas que salpican el verano?

2) Energía: en octubre de 2014, el ministro de Industria Roberto Kreimerman expresó que la excelente situación de la energía hidráulica, lleva a que UTE estudie una nueva rebaja de tarifas, del orden del 5%. Esa era la situación para el ministro y nadie en UTE rectificó sus dichos. Pues bien, dos meses más tarde, con la misma excelente situación de la energía hidráulica, UTE aprueba un aumento del 6,9% de sus tarifas. De la rebaja del 5, pasamos a una suba de casi el 7, lo que significa (en la torpe matemática que manejamos), que el "aumento real" es un 12%, pero que en realidad si lo miramos bien y lo comparamos con la inflación o el precio de las papas fritas, debemos concluir junto con Astori en que se trata de una "disminución real". Aunque los sectores productivos del país no lo entienden así: "tenemos el doble de precio que Argentina, Brasil, Colombia, Estados Unidos y España" señaló el industrial Gabriel Murara y tiene razón: si se apuesta a la competitividad (y bastante se habla de ella), las medidas que se adopten deben tener coherencia. Si no, terminemos con la farsa y se diga derecho viejo que la suba no es por el costo de la energía sino para tapar otros agujeros.

3) El agua: es un elemento vital para el ser humano, con el cual no se puede especular. Visto este carácter su aumento (o "disminución real") será del 9,2%, aunque en este caso estará por encima de la inflación (y de las papas fritas).

Este panorama de solo quince días de enero, es muy claro: el Frente Amplio sabe que los uruguayos tienen poca memoria y solo cuenta la situación en el año electoral. Con ese objetivo trabajaron y llevaron el déficit fiscal a un 3,6% del PIB; es decir, aumentaron en forma desmesurada los gastos del Estado (remuneraciones) y luego, obviamente, tienen que pagarlo. Pero la gente ya votó y recién lo volverá a hacer dentro de cinco años. Mientras tanto, el gobierno puede jugar tranquilo a la mosqueta porque no tiene costo político.

Lo que sí podría intentar es un poco más de seriedad, transparentar su conducta y evitar el desparpajo de hablar de "disminución real". Los sectores productivos del país (el agro y la industria) invierten su dinero en busca de una mayor eficiencia, que permita ganancias y redunde en beneficios para el país, ya sea en forma de puestos de trabajo como ingresos de divisas. El gobierno tiene que hacerse cargo del carnaval electoral que generó y no derivarlo a quienes invierten. Prometer estabilidad, andar haciendo guiños a los inversores, buscar trasmitir una sensación de respeto al ciudadano y después golpearlos en la nuca, para empezar, no es honesto.

Pero así son y han sido estas administraciones y la mayoría las banca. ¿Será que los atrapa el sentido del humor de Astori?

Editorial

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