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Poesía de la intensidad y la alegría

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Emily Dickinson

Oportuna edición de poemas traducidos, a los que se adjuntan sus originales en inglés. Para cotejar las dificultades que implica traducir a esta gran poeta norteamericana.

Emily Dickinson (1830–1886) nació en una familia puritana de Amherst, Massachusetts. No salió de la localidad, salvo por un par de breves viajes, y allí murió. Su infancia estuvo marcada por la imponente presencia de su padre, miembro del Congreso de los Estados Unidos, una madre que “no era la clase de madre a quien acudir corriendo cuando te ves en dificultades”, el afecto de su hermana Lavinia y un contacto con la naturaleza que luego nutriría su obra, dando pie a poemas de celebración de la vid pero también a la reflexión metafísica. Al concluir sus estudios secundarios fue enviada a un seminario femenino, para formarse como misionera, pero volvió a su casa tras negarse a profesar en la Iglesia Congregacionista, y aunque su poesía trasunta un misticismo profundo, que alterna la fe y la duda, y en muchos de sus textos se refiere a Jesús, jamás volvió a pisar un templo (“Algunos hombres honran al Señor yendo a la iglesia /el domingo, yo lo honro quedándome en casa /con el coral de los tordos /y un huerto por cúpula…”, escribió). Pocos amores tuvo y de ninguno puede probarse que no haya sido platónico, pese a que en sus poemas de índole amorosa se trata el tema de una pasión profunda, irrealizable y acaso prohibida. Pasó los últimos años de su vida reclusa en su casa. En vida publicó sólo tres poemas en una revista, pues la difusión de su obra no habría agradado a su padre. Su hermana Lavinia impulsó la publicación póstuma y los textos tuvieron pronta y muy grande aceptación, pero en vida prácticamente fue una desconocida en el ambiente intelectual norteamericano.

Sus textos son en general breves, sencillos en su ritmo y rimas, en contraste con una puntuación y un uso del inglés muy peculiares y sugerentes, que dificultan la traducción. Es un acierto de esta selección bilingüe el usar la puntuación española estándar. Este es un aspecto al que el lector con buen inglés deberá prestar especial atención en el cotejo con los originales. No usaba títulos, su poesía puede leerse como una obra en progreso construida a lo largo de una vida, con especial fertilidad en los años de la Guerra de Secesión (1861–1865).

Es la de esta autora una poesía de la intensidad, tanto para la alegría, como para el sufrimiento y la duda. Ella vivía así: “…si físicamente siento que me arrancan la cabeza, eso es poesía. Esa es mi manera de saberlo. ¿Hay otra?”, escribió en una carta. Es excepcional su relación profunda e íntima con la naturaleza y la vida (“hay un pájaro /que canta para mí sola”, escribió en uno de sus primeros poemas) y la aceptación de sus ciclos de alegría y pena, de invierno helado y florecimiento primaveral. En la muerte intuye una trascendencia: “La noche es el lienzo de la mañana /el robo, legado,/la muerte , sólo nuestra atención /a la inmortalidad”, escribió también en uno de sus textos iniciales. Pero la suya es una fe imprecisa y por momentos angustiada. “Por supuesto que recé”, afirma en el poema 376, para preguntarse de inmediato si a Dios le importa.

Pero su vitalismo estalla en los poemas centrados en el contacto estrecho con las criaturas de la naturaleza: “Un sépalo, un pétalo y una espina/ en una simple mañana estival,/ rocío en una redoma – una abeja o dos –/brisa – entre los árboles una cabriola – ¡Y una rosa soy!”. Es, sin embargo, una alegría lúcida: la poeta no se olvida de la espina.

ANTOLOGÍA POÉTICA, de Emily Dickinson (selección, traducción y prólogo de Delia Pasini). Losada, 2014. Buenos Aires, 216 págs. Distribuye Océano.

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