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Entre dimes y diretes

Decadencia de la educación, agonía de la critica, falta de estímulos y el desperdicio de los talentos, forman parte del diagnóstico que ofrece Guillermo Baltar en un artículo censurado.

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La noticia, en todos los canales, fue que un oso negro deambulaba por los bosques con la cabeza embutida hasta el cuello en un envase de plástico.

Cada uno de los Tinellis de Estados Unidos difundía a las carcajadas el blooper del pobre oso corriendo aterrorizado, enceguecido y desorientado.

Uno no podía evitar preguntarse: ¿de qué se ríen?

Mientras tanto, cientos de voluntarios salieron a los bosques a buscar al oso. Lo encontraron y un especialista, vistiendo un traje protector, le extrajo el envase a los tirones.

El video del oso feliz, al fin libre, compensó con creces por esa falta de compasión tan característica de los pasadores de bloopers.

Un subproducto de los humanos, con el que nunca debiera de haber entrado en contacto, martirizo al pobre oso, la conciencia de los voluntarios lo rescató y lo hizo libre.

En una publicación uruguaya on line, www.bigbang.com.uy, muy interesante, la verdad, acaban de publicar un drástico artículo de Guillermo Baltar.

Baltar, quien escribió para el muy buen suplemento La Semana del difunto diario El Día, y varias otras publicaciones, quien fue animador cultural en el recordado Cabaret Voltaire (o Bolter), poeta y saxofonista, emigró tempranamente a España.

Hace menos de dos años que está de vuelta en Montevideo. Afligido por lo que entiende, como muchos, que es una realidad cultural deprimida y depresiva, decidió poner su diagnostico por escrito.

Lo sometió a un poderoso semanario montevideano, donde fue aprobado para su publicación. Hasta ahí, todo normal.

Pero luego trascendió el artículo fue tirado para atrás ante la censura de uno de los miembros del consejo editorial.

El anómalo argumento, fue qué va a venir a decirnos como estamos este tipo que viene de afuera.

Afortunadamente, la revista digital Bigbang tuvo los que sus colegas de papel no tuvieron, y los uruguayos pueden leer, para concordar o para discrepar, lo que Baltar dice.

Tal rasgo de miopía provinciana no está a la altura de los antecedentes cosmopolitas de la cultura uruguaya, donde Europa o Buenos Aires supieron ser destinos transitorios de tantos de sus grandes nombres.

No en vano Florencio Sánchez, Horacio Quiroga y Carlos Gardel, entre otros, pasaron partes sustanciales de sus vidas en la Argentina.

Por opción o por obligación, Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Hermenegildo Sábat, Benedetti, Galeano, Taco Larreta, los Fattoruso, Rada, Roos, Drexler, Raúl Jaurena, García Vigil, vivieron o viven afuera. Y tantos más.

El venerado Homero Alsina Thevenet volvió de largos años en el extranjero para crear uno de los pilares de la prensa cultural uruguaya en los últimos años, como lo es El País Cultural.

La razón de la ida, no es importante. Es patrimonio de ciudadanos libres de un país cosmopolita, como lo es Uruguay, el ir a vivir a donde les de la gana, o a donde los lleve el destino.

Ese es el clásico cosmopolitismo de los uruguayos.

Lo que es nuevo, empobrecedor y uruguayongo, es colocar un filtro que diga que este no puede hablar porque vive afuera, o este debe callarse porque vino de afuera.

Como dice Baltar en su amargo y bastante compartible articulo, los rasgos de la decadencia cultural están ahí, a la vista. La falta de estímulos, la larga agonía de una crítica que supo ser gloriosa, el desperdicio de los talentos, es algo que se ha venido señalando por largos anos, con una pluma como la de Jorge Abbondanza a la cabeza.

Es doblemente alarmante que cuando alguien que posee una trayectoria estimable, como la Baltar, y que TAMBIÉN por haber vivido afuera, tiene una mirada diferente que aportar, la respuesta, cerril, provinciana, analfabeta, sea la de marginarlo.

Como aquel pobre oso, hay otros que también se tienen que sacar el balde. Pero estos ni siquiera saben agradecer a los que intentan rescatarlos.

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