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Las microfinanzas apuntan a generar o apuntalar emprendimientos productivos

| Aunque no se le exigen garantías reales, el deudor debe pagar intereses y cumplir indefectiblemente con sus obligaciones crediticias

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 20071215 Economía y Mercado 400x400
El País

Por nuestra experiencia, con un cierto resguardo como puede ser una firma solidaria de quien conoce al solicitante del microcrédito, es posible que funcione una economía social, basada en la credibilidad de los proyectos, sostuvo el economista Luis Murias, director ejecutivo del Instituto de Promoción Económico-Social (IPRU) con sede en Montevideo, quien presidirá el Consejo de Fundaciones Americanas de Desarrollo "Solidarios" a partir del 1º de enero próximo. A continuación se publica un resumen de la entrevista.

-En las últimas décadas, las microfinanzas se han extendido por todo el mundo. ¿En qué consisten específicamente?

-Son un conjunto de productos financieros, tales como ahorros de montos reducidos, créditos muy pequeños, seguros de bajo costo, etc., que presentan una impronta diferente a los tradicionales ya que deben adecuarse a los sectores más pobres de la sociedad, quienes son sus clientes potenciales. Se caracterizan por facilitar la concreción de proyectos productivos y de servicios con el objetivo de lograr la integración social y económica de esa población.

-¿Quiénes califican para recibir ese tipo de préstamos?

-Son integrantes de familias de bajos ingresos -autoempleados o micro y pequeños empresarios- que no tienen acceso al sistema financiero tradicional. Los microcréditos se avienen a emprendimientos productivos nuevos de bienes y servicios, concebidos por desempleados -tanto a nivel individual como colectivo- que carecen de capital para montar un negocio o son necesarios para el crecimiento y consolidación en el caso de empresas ya existentes. En general, estas personas solicitan créditos de montos limitados porque las inversiones que pretenden llevar a cabo no tienen el volumen ni la productividad que les permita repagar grandes sumas. Sin embargo, pueden generarse escalas en las que se desarrolle un proceso positivo de capital y, por tanto, esas microempresas van logrando una rentabilidad que les permite expandirse y solicitar créditos cada vez más grandes.

-¿Son los beneficiarios de los microcréditos empresas informales?

-Una cantidad importante de microcréditos se adjudican a emprendimientos informales dado su elevado número en Uruguay. Si bien no estamos a favor de la informalidad, hay que darle suficiente tiempo a las microempresas para que se asienten y se vuelvan sustentables. Se trata de ayudarlas a transitar hacia una formalidad progresiva de modo de ir generando empleo de calidad que, entre otros, permita a los trabajadores obtener beneficios sociales (seguro de salud, jubilaciones, etc.).

-¿En qué moneda se conceden los microcréditos?

-La gran mayoría de los créditos son en pesos. Existen algunos en dólares para microempresarios que venden en dólares -como, por ejemplo, apicultores, artesanos que concurren a ferias internacionales, etc.-, pero son pocos. Se otorgan algunos préstamos en Unidades Indexadas para inversiones a plazos largos (24 meses y a veces 36 meses), aunque no son muchos por ahora.

-¿Cuál es el tamaño de este tipo de préstamos en Uruguay?

-Se trata de montos muy pequeños que son poco atractivos para la banca tradicional, por su alto costo de operación y, por ende, baja rentabilidad. Si bien hay distintos actores que operan en el mercado uruguayo, básicamente algunas cooperativas y ONG, un microcrédito puede alcanzar el equivalente a US$ 3.000 -e incluso algo más cuando el solicitante es una microempresa de tres o cuatro empleados-, aunque el promedio oscila entre los equivalentes a US$ 300 y US$ 1.000.

Tasas y condiciones

-¿Se aplican tasas de interés a los microcréditos?

-Sí. Algunos sostienen que las tasas deberían ser totalmente libres en el área de las microfinanzas porque el propio mercado las va a regular. Sin embargo, la fijación de un parámetro determinando el nivel de usura es una manera de evitar que haya exageraciones en los préstamos. Justamente, el Banco Central del Uruguay (BCU) aprobó una resolución a fines de octubre de este año, estableciendo que la tasa de usura para las Mypes (micro y pequeñas empresas) es a partir del 1º de noviembre del 21% anual para préstamos menores a 12 meses y del 36% para plazos mayores -ambas en moneda nacional-, lo que representa un paso muy positivo para el desarrollo del mercado de las microfinanzas. De ese modo, la Autoridad Monetaria ha reconocido que los costos de las transacciones y los riesgos de los microcréditos son elevados al fijarle un tope al interés que se ubica entre las tasas máximas establecidas para el crédito corporativo y para el consumo. Indudablemente, ese nivel va a contribuir al desarrollo del sistema mientras las tasas sean compatibles con los costos de los microcréditos.

-¿Cuáles son las tasas promedio en los microcréditos?

-Los niveles de las tasas de los créditos en pesos concedidos por eI Instituto de Promoción Económico-Social del Uruguay (IPRU) son de 35% anual cuando los plazos son mayores a 24 meses y entre 12% y 21% cuando los vencimientos son más cortos.

-¿Cuáles son las condiciones necesarias para otorgar un microcrédito?

-Como norma, los plazos son cortos, las amortizaciones frecuentes y no existen garantías de ejecución legal. Los microcréditos para capital de giro se conceden por un plazo menor a doce meses, aunque pueden llegar, en algunos casos, al año y medio. Los préstamos para inversiones suelen otorgarse por un plazo de entre 24 y 36 meses dependiendo del tipo de emprendimiento. También pueden concederse microcréditos en base a descuentos de documentos o de cheques diferidos para aquellas personas que necesitan un adelanto de dinero para capital de trabajo.

En el caso particular del, estos préstamos se adecuan a la realidad de cada empresa solicitante. De ese modo, se evita instituir una línea de crédito, que establece condiciones iguales para todos los emprendimientos. Tratamos de personalizar los préstamos según el proyecto, la familia, la persona, el rubro, el comportamiento económico, etc. Las modalidades del microcrédito apuntan a generar o apuntalar emprendimientos productivos o de servicios, en el entendido de adecuar el financiamiento a su zafralidad, su estacionalidad, etc.

Incumplimiento

-¿Cuál es el porcentaje de morosidad e incumplimiento de los microcréditos?

-En el caso del IPRU, el total de morosos asciende a un 10%-12% porque mucha gente tiende a pagar fuera de fecha, pese a que se cobran intereses por mora. En realidad, la morosidad es un escollo cultural que la sociedad uruguaya tendría que tratar de vencer para que este elemento alcanzara porcentajes menores.

A su vez, en nuestro caso, existe algo menos de un 3% de préstamos incobrables, que es una cifra bastante cercana a la del negocio bancario tradicional. Como las instituciones dedicadas al microcrédito no exigen garantías, se analizan cuidadosamente los proyectos presentados a efectos de recortar el riesgo financiero. Por nuestra experiencia, con un cierto resguardo como puede ser una firma solidaria de quien conoce al solicitante del microcrédito, es posible que funcione una economía social, basada en la credibilidad de los proyectos.

-¿Qué tipo de sanciones se aplican en los casos de default?

-Entendemos que el deudor debe cumplir con sus obligaciones crediticias porque los microcréditos no son donaciones. Cuando estos préstamos no se pagan, siempre se buscan fórmulas para refinanciarlos todas las veces que sea posible. Sólo luego de haberse intentado todos los acuerdos imaginables, se pasa al moroso al clearing, se le embarga y se continúa hasta las últimas consecuencias legales.

Administración

-¿Se conoce qué porcentaje de microemprendimientos llega a tener un equilibrio financiero en Uruguay?

-Si bien hay una alta "mortalidad" de microempresas, lo cierto es que estas son la inmensa mayoría de las empresas del país. Eso quiere decir que muchas, aunque no todas, llegan al equilibrio económico-financiero y se convierten progresivamente en un modo de vida y ocupación para toda la familia.

-¿Cómo se maneja el sistema de microcréditos?

-Las microfinanzas no se pueden hacer desde el mostrador. No es un crédito personal o de consumo de bajo monto que se aplica a una empresa. Se requiere que las instituciones dedicadas a las microfinanzas cuenten con una tecnología intensiva a efectos de adecuar la adjudicación del microcrédito a la realidad de la empresa. Eso supone el trabajo de los analistas para relevar y, a veces, elaborar información. Si se visita un quiosco lo más probable es que el único documento contable existente sea un cuaderno de caja. En otros lugares, se llevan registros aún más precarios ya que ni siquiera se apuntan las ventas. Por consiguiente, los analistas tienen que realizar un inventario de bienes, efectuar un balance aproximado de la microempresa que nunca se ha hecho, estimar qué flujo de caja se puede esperar, etc.

Todo eso hay que conseguirlo en función de la visita que la institución hace a la familia, al entorno y al barrio. Pero, además, debe complementarse con un acompañamiento capacitador y un ajustado seguimiento para la recuperación de los créditos. Muchas veces a partir de la intervención de una institución que ofrece microcréditos, los microcomerciantes empiezan a anotar las entradas y salidas en un libro, lo cual representa una fase educativa sumamente importante para mejorar la calidad del trabajo.

Desarrollo económico

-¿Son las microfinanzas una solución al problema de la pobreza?

-Muchas veces se afirma que el microcrédito puede erradicar la pobreza, pero esa idea crea una ilusión mayor de lo que realmente se puede alcanzar. De todos modos, es un instrumento interesante para la creación de puestos de trabajo y generación de ingresos ya que por esa vía se puede mejorar la calidad de vida de las familias. Hay que tener en cuenta que en Uruguay existen unas 100.000 micro y pequeñas empresas formales, a las cuales habría que agregar una cantidad similar de emprendimientos informales. Entre todas tienen un potencial enorme por el número de unidades económicas y por ser los mayores empleadores del país.

-¿Qué rol juega el microcrédito en el desarrollo económico?

-Se podrían viabilizar muchas microempresas que generan empleo y que no tienen la oportunidad de contar con un capital que les permita desarrollarse. Evidentemente, el microcrédito no es el factor fundamental en la sostenibilidad de la microempresa, ya que se precisa que ella sea rentable y que tenga mercado. Tampoco se puede decir que es la panacea del desarrollo social. Sin embargo, es un emergente y un contribuyente del desarrollo económico-social muy importante por sus características, por su flexibilidad y porque llega a sectores que sería impensable que accedieran al crédito bancario en un país donde los niveles de bancarización son muy bajos.

-¿Permiten los microcréditos por sí mismos generar una masa crítica de actividad económica en Uruguay?

-Aún no. Pero se ha comenzado a transitar un camino sumamente interesante a través del Programa Nacional de Microfinanzas, que está a cargo de la Dirección de Programas de Desarrollo (Diprode) en la Oficina de Planeamiento y Presupuesto, al haberse firmado este año un acuerdo con el BID que contribuirá al fortalecimiento de las instituciones dedicadas a las microfinanzas. La Corporación Nacional para el Desarrollo también se ha propuesto identificar y consolidar instituciones que promuevan el microcrédito. Todos estos aportes oficiales pueden complementarse, concomitantemente con el desarrollo de las instituciones existentes, con la posibilidad de que ingresen más fondos al mercado de los microcréditos gracias a la reciente resolución del BCU que aumentó las tasas de interés usurarias para este sector.

Productos

-¿Qué productos microfinancieros tienen mayor aceptación en Uruguay?

-En algunos países de América Latina, donde las microfinanzas tienen un desarrollo superlativo, existe una amplia gama de productos financieros: el ahorro, el crédito, los seguros, el factoring, etc. Su diseño adecuado a las necesidades de los sectores más pobres ha contribuido a su crecimiento y proliferación, lo que demuestra que esos productos son un buen negocio. En Uruguay, por ahora, estamos tratando de fortalecer ante todo al microcrédito, que llega a los micro y pequeños emprendimientos con un buen potencial de desarrollo económico y empresarial. Sólo eso es un "plus" en un país donde la mayoría de los negocios son microempresas.

-¿En qué sectores de actividad se concentra la mayoría de los microcréditos?

-Los créditos más solicitados son para emprendimientos vinculados con el comercio porque es un rubro que no requiere demasiada tecnología. Sin duda, la actividad artesanal es la otra gran área demandante de microcréditos. En el caso particular del IPRU, no tenemos preferencia por las actividades de las microempresas. Nos interesa verificar que el proyecto sea viable y que le proporcione bienestar a la familia. Por ejemplo, alrededor del 40% de los emprendimientos que operan con microcréditos del IPRU son liderados por mujeres.

-¿No se podrían conceder microcréditos personales, es decir destinados a la compra de bienes de consumo, así como al pago de alquileres y servicios básicos?

-La expansión del microcrédito al consumo es muy fuerte en algunos mercados latinoamericanos, pero ha resultado ser una experiencia muy peligrosa porque la gente suele sobreendeudarse. En muchos casos, se ha generado una cadena de deudas de la cual es muy difícil que los consumidores puedan salir. Eso también podría ocurrir en Uruguay en la medida que las personas accedan con excesiva facilidad a los créditos personales de consumo. En consecuencia, tenemos que ser muy cuidadosos con la extensión de las microfinanzas al consumo.

Crédito no formal es caro y poco transparente

-¿Qué razones determinaron la creación de una Red de Microfinanzas en Uruguay?

-Once organizaciones que trabajan en esta área han creado la Red de Microfinanzas debido al insuficiente volumen de transacciones de este mercado, a la necesidad de un mejor acople de productos demandados y ofrecidos, así como de un entorno económico-político que no conoce el tema y, por tanto, no visualiza medidas para estimularlo.

-¿Qué principios básicos unen a los integrantes de la Red de Microfinanzas?

-Todas ellas comparten el concepto de que las microfinanzas son una estrategia de lucha contra la pobreza y de búsqueda del bienestar de la gente, que tiene reglas y metodologías propias, lo cual configura un producto diferencial a los existentes en el mercado financiero tradicional. Esta actividad requiere básicamente una tecnología diferente. Es intensiva en el trabajo de los analistas de crédito, quienes tienen que investigar la situación de los solicitantes de préstamos, recabar información en el lugar donde se cumple la actividad y, además, desarrollar actividades de capacitación para los microempresarios.

-¿Cuáles son algunas de las tareas de la Red de Microfinanzas?

-Se procura estimular la participación de inversionistas públicos y privados, nacionales e internacionales, ahorristas, adquirentes de títulos, fideicomisos, etc. para desarrollar el microcrédito. Como un elevado porcentaje de Mypes (micro y pequeñas empresas) obtiene financiamiento no formal de diversas fuentes -familiares, prestamistas, etc.-, el crédito al sector se encarece y sus condiciones son poco transparentes. Por lo tanto, la Red apunta al desarrollo de una oferta accesible, que sea conocida por todos los actores y que tenga tasas de interés razonables para demandantes y oferentes, a efectos de clarificar el financiamiento de los microemprendimientos.

Recientemente, se ha constituido una Mesa de Microfinanzas que entre otros objetivos, ya comentados, se propone aportar la experiencia de la Red al proyecto de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto y así desarrollar un programa de microfinanzas que tiene al microcrédito como servicio fundamental.

Combinar los programas y los créditos sociales

-¿Qué caracteriza al Instituto de Promoción Socio-Económica del Uruguay (IPRU)?

-El IPRU, fundado en 1965 por un grupo de empresarios cristianos preocupados por los problemas de la marginalidad y de la exclusión social, tiene por objetivo promover el respeto a la dignidad y los derechos de personas de menores recursos en Uruguay. Se ha caracterizado por conducir programas educativos y socializadores para esa población y también proveerle una formación que tenga que ver con su propio sustento para que las familias aumenten sus niveles de autonomía y sean menos dependientes. Nuestra estrategia consiste en combinar los programas sociales con las microfinanzas.

-¿No genera ineficiencias la provisión de servicios sociales paralelos al otorgamiento de microcréditos?

-Las instituciones microfinancieras en su mayoría se dedican a la actividad de los microcréditos junto con un componente de capacitación o de asistencia técnica, pero no se caracterizan por hacer programas sociales muy amplios. Ese no es el caso del IPRU, que es básicamente una asociación de promoción social que apunta a la educación de la niñez y orientación de jóvenes en riesgo social. Al incorporar los microcréditos, se procura que la población juvenil, las mujeres jefas de hogar y los adultos con dificultades de inserción en el mercado de trabajo, tenga la oportunidad de convertirse en microemprendedores. En lugar de ineficiencias, esa política trata de compatibilizar lo mejor posible a ambas áreas, pese a que funcionan con criterios diferenciales, para potenciar el impacto de los programas.

-¿Qué tipo de microcréditos son aconsejables?

-Se debe comenzar con el microcrédito productivo y una vez que la microempresa está funcionando y se conoce al cliente, recién entonces se podría dar al cliente un crédito para arreglar la vivienda o para algún proyecto de uso comunitario. Por ejemplo, el IPRU es operador del Credimat, que consiste en un crédito que funciona con fondos del Ministerio de Vivienda para el mejoramiento o refacción de viviendas familiares, así como para una vivienda en donde funciona un emprendimiento familiar. Es una política social muy impactante. De lo que se trata es que el microcrédito mejore la calidad de vida de las familias y que no se transforme solamente en una nueva forma de generar consumo.

Ficha técnica

Luis Murias, uruguayo, 56 años, es licenciado en economía egresado de la Universidad de la República. Actualmente ocupa el cargo de director ejecutivo del Instituto de Promoción Económico-Social (IPRU) con sede en Montevideo. Es representante de la Asociación Nacional de Organizaciones No Guberna-mentales (Anong) en el Consejo de Economía Nacional y en el Comité Nacional del Programa de Pequeñas Donaciones del PNUD- Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Asimismo, es miembro del Consejo de Fundaciones Americanas de Desarrollo "Solidarios".

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