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Toda una vida en jaque

| Juan Manuel Sosa es parte del puñado de uruguayos que vive de jugar al ajedrez gracias a torneos y la docencia. Destaca un paralelismo del deporte con la vida.

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Todo es un tablero de ajedrez de noches y días, donde el destino, con hombres como piezas, juega: acá y acullá mueve, y da jaque y mata, y uno por uno, vuelve a ponerlos en la caja". Hace casi mil años, literales, el poeta y matemático persa Omar Khayyam realizó una analogía entre la vida y el deporte del tablero que luego repetirían una y otra vez célebres nombres de la literatura universal. Sentado en el living de su hogar, rodeado de piezas y tableros, Juan Manuel Sosa recita los versos y reflexiona: "Lo mejor del ajedrez es que te ayuda a desarrollar la imaginación, la intuición... En momentos de la partida hay que saber si lo mejor es aplicar la estrategia o dar paso a la intuición. Como en la vida".

De 36 años, Sosa es parte del puñado de uruguayos que vive de jugar al ajedrez; toda una extravagancia en un país que posee pocos torneos profesionales, y en los que escasas veces los premios van más allá de trofeos y "la alegría de pasar un buen rato entre compañeros", según admite entre risas el propio jugador. Sin embargo, se las ha apañado para dedicarse tiempo completo a esta pasión en la que conviven peones y reyes.

profesional y amateur. La historia de su vocación germina en Buenos Aires. De origen fernandino, la familia Sosa cruzó el charco en 1983, cuando Juan Manuel tenía ocho años y su hermano mayor, Federico, contaba once. Fue este último el que, interesado al ver jugar a un amigo de su padre que los cobijó en la capital porteña, prestó especial atención al deporte y comenzó a frecuentar el Club River Plate. Aunque más conocido en estos lares por su equipo de fútbol, en el Monumental de River se ubica también un gran espacio para ajedrecistas y es de hecho uno de los clubes más importantes del país en la materia. Contagiado por su hermano, Juan Manuel comenzó a competir en torneos infantiles, hasta que cuatro años más tarde regresaron a Uruguay y se instalaron en Piriápolis. "En ese momento abandoné; no había clubes, no tenía estímulo para seguir ni nadie que me enseñara". Pero ese mismo año, lo invitaron a participar en un torneo nacional. "No tenían a nadie que representara a Maldonado a nivel de niños, entonces fui y sorpresivamente para todos gané y salí campeón nacional infantil". El título incluía la clasificación para un mundial en Puerto Rico. Ese fue el quiebre: "Yo no tenía estudios, no me había preparado, y sin embargo gané. Me di cuenta que tenía condiciones". En la adolescencia siguieron las competencias, con un vicecampeonato panamericano a los 18 años en Chile incluido, hasta que Juan Manuel notó que era a lo que quería dedicar su vida. En 1998 comenzó a dar clases en colegios, escuelas públicas de contexto crítico, casas de la cultura y a nivel particular y desde entonces no ha parado. Destaca la importancia de su enseñanza en los más chicos: "Estuve en la escuela 338 de Punta Rieles en la época del programa piloto Verano Solidario y fue tan buena la respuesta que la directora pidió que se extendiera todo el año. Era muy positivo para los chicos por la concentración, porque el ajedrez tiene elementos de índole matemático. Y se complementaba con otras materias: a veces, cuando no teníamos tableros o material suficiente, los mismos niños hacían las piezas. Lo coordinábamos con la profesora de plástica y las armaban".

Uruguay posee una federación de ajedrez, la FUA, que nuclea a profesionales y amateurs del deporte. "Somos pocos", dice Sosa, pero advierte que últimamente se han sumado adeptos jóvenes, sobre todo vía Internet. En la red se puede jugar con otros rivales, y con la propia máquina, aunque el docente es poco aficionado a esto último. "La computadora calcula muy rápida y con precisión. Yo también puedo tener en mente un montón de jugadas y recordar estrategias. Pero lo lindo del ajedrez es innovar, crear sobre el tablero. Si estuviese todo previsto sería un aburrimiento, más allá de que el estudio es necesario sí o sí para lograr un buen nivel".

Entre torneos en el exterior y las clases, Sosa se dedica al milenario deporte, y vuelve a trazar el paralelismo con su vida, citando ahora a Jorge L. Borges: "Dios mueve al jugador, y éste a la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?"

Reyes y reinas del deporte en tablas

Robert Fischer. Conocido como "el jugador perfecto", este estadounidense pasó a la historia tras obtener el título de campeón mundial al ganarle una partida al soviético Boris Spassky en 1972. Además de jugarse en plena Guerra Fría, la URSS llevaba décadas de tradición en el ajedrez, y tenía los mejores jugadores del mundo. El deporte tenía a su vez serias implicancias políticas, ya que sus triunfos se consideraban prueba de la superioridad del régimen. Fischer y Spassky ocupaban en ese momento el primer y segundo lugar del ranking mundial. Al encuentro se lo llamó "el match del siglo".

Gari Kasparov. En 1985, este ruso se convirtió en el campeón de ajedrez más joven del mundo hasta el momento, con 23 años. Mantuvo el liderazgo por 15 años, y hasta su retirada en 2005 ocupó siempre los primeros puestos del ranking de la FIDE. En 1997, la computadora Deep Blue le ganó un publicitado match; fue la primera vez que una máquina derrotaba a un campeón mundial. El dispositivo podía calcular 200 millones de posiciones por segundo y Kasparov le había ganado el año anterior.

Judit Polgár. Húngara y hoy de 34 años, es considerada la mejor jugadora de ajedrez de la historia. Es la única mujer que se cuela en el ranking de los 100 mejores de la FIDE y la única que ha estado entre los primeros 10 de la lista. Obtuvo el nivel "Gran Maestro" de ajedrez a los 15 años, siendo en su momento la persona más joven en conseguir ese título. Hasta ahora, ninguna mujer ha obtenido el campeonato mundial mixto. Polgár se ha negado a seguir participando de torneos exclusivamente femeninos.

Viswanathan Anand. Es el campeón mundial de ajedrez de la actualidad, título que ha obtenido en seis ciclos desde el año 2000. Es hindú y tiene 40 años.

FIDE. Es la Federación Internacional de Ajedrez, conocida por esa sigla por las iniciales en francés, ya que fue fundada en París en 1924. La FIDE organiza los campeonatos mundiales, arma el ranking internacional, otorga los títulos de "Maestro Internacional", "Gran Maestro" y árbitros, y redacta las reglas del juego.

Dinero. Los torneos profesionales pagan a quienes tienen títulos de la FIDE para participar. En el campeonato 2010, la bolsa de premios fue de dos millones de euros. El ganador se llevó 960.000 billetes.

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