Publicidad

Damas que podrían dar el jaque mate

| Las esposas de los candidatos opinan que la primera dama no debe realizar una función específica. Depende "de la personalidad de cada una", afirma Julia Pou.

Compartir esta noticia
 20080920 360x250
El País

MAGDALENA HERRERA I GABRIELA VAZ

Las esposas de los candidatos pueden jugar un papel más relevante del que parece en una campaña política, según analistas. Potenciales primeras damas dicen cuál sería su función.

Ligia Almitrán de Hierro López bromea ante la propuesta: "No entrevisten a las demás, la primera dama voy a ser yo". Julia Pou de Lacalle, también en tono jocoso, concede: "Vengan el lunes, ¡ustedes ya saben que siempre me sacan lo que quieren!". María José Oribe de Bordaberry aclara que la exposición mediática no es su hobby predilecto, dada su profesión de psicóloga, pero recibe gentil a la prensa en su casa. Lucía Topolanski se excusa amablemente: "No es nada con ustedes, pero prefiero no participar. El tema (de la candidatura) no está resuelto en la interna y aparte no estoy para nada de acuerdo con la figura de la primera dama. ¿Dónde está definido? ¿En la Constitución? No existe eso. Yo milité siempre, lo hago por mi parte, no estoy colgada de Mujica". Conversar con Claudia Hugo, la pareja de Danilo Astori, es una misión imposible. "Viene después de las 17 horas", contestaron día tras días funcionarios del despacho ministerial. También se le envió un mail, en reiteradas ocasiones, a la dirección que el hijo del ex-secretario de Economía señaló como adecuada, dado que Hugo la pasa frente a esa pantalla. Ninguna respuesta. El último día de gestión de su esposo, desde la secretaría del Ministro donde se desempeñaba Claudia Hugo, señalaron que ella estaba retirando las cosas, y que era una jornada difícil. ¿A dónde se la puede llamar? se preguntó. "Aquí", fue la respuesta, pero se aclaró que al día siguiente no estaría más. "Sí, mañana no viene, pero ahora está sacando todo".

Jorge Larrañaga está separado desde hace dos años, según confesó en la televisión, y por esa razón no se incluyó a la madre de sus hijos en una encuesta que se realizó a través de El País Digital.

El sondeo (que obtuvo más de centenar y medio de respuestas, pero sin valor estadístico, vale aclarar) solicitó a los lectores que eligieran a quién preferirían de primera dama en el próximo gobierno. También se les solicitó que evaluaran la gestión de la actual, María Auxiliadora Delgado de Vázquez (ver recuadro), y que respondieran si, a la hora de colocar el voto en las urnas, incidía quién cena todas las noches con el candidato.

Cuestión que la experiencia ganó el podio. Julia Pou obtuvo el 49,6% de los votos, mientras que la esposa de Astori le siguió con 13,1%, Topolanski llevó un 10,3%, María José Oribe un 6,8%, y tanto Ligia Almitrán como la esposa de Larrañaga (aunque no se la nombró) obtuvieron un 5,5%. También hubo un 8,9 % de los lectores que optaron por "ninguna". La baja adhesión -que quedó explicitada en algunos casos- no debería amilanar a los precandidatos: tres de cada cuatro lectores aseguró que su voto no está para nada condicionado por quién se haya casado con el postulado, ni por sus cuestiones maritales (ver recuadro).

NI BLANCO NI NEGRO. Más allá de la encuesta, la figura de la esposa juega un papel más protagónico de lo que muchos creen, apunta la politóloga María Elena Laurnaga en un análisis sobre campañas publicado en la web Mujeres del Sur.

"Habla de la estabilidad de esa pareja y de un presidente, se espera que refuerce la imagen de padre de la nación y conductor moral (...). En ese rol, la imagen de hogar armónico y bien constituido, la presencia tranquila y en segundo plano de la esposa -sonriente y confiada- opera como proyección hacia los otros de las certidumbres que se supone el electorado espera de un gobernante. Más allá de la norma, la práctica política de los primeros mandatarios ha sido consistente con ese imaginario de `buen esposo y padre`. En general, la preocupación específica de las esposas por el área social `muestran el lado blando del corazón` del presidente y desempeñan un papel típicamente femenino en cuanto ocupan un lugar social más que político".

Julia Pou ha sido, hasta ahora, la excepción que confirma la regla, al convertirse en la primera esposa que se sumó a la carrera política de su marido. Sin embargo, en esta ocasión, prefiere mantenerse alejada de los vaivenes electorales. Al menos todo lo que pueda estar cuando ya lleva 38 años de casada con un hombre cuya vida está inmersa en la política. Dice que para lo único que se postulará esta vez, será para abuela. "Y tengo unanimidad de votos", bromea. "La etapa de la política con protagonismo ya está, cumplió un ciclo. Estoy en otro momento de la vida. Ayudaré, por supuesto, en lo que pueda, pero nada más", asegura.

Pou tiene 61 años, seis menos que su marido, con quien tiene tres hijos. La exposición mediática, asegura, "es como una segunda piel". "Para Luis Alberto Lacalle es su vida, no se nos ocurre otra cosa", explica cuando se le pregunta cómo vive la familia una nueva campaña electoral. De las esposas de los actuales pre-candidatos, Pou es la única que ya se calzó el traje de primera dama, pero opina que, si le tocara de nuevo, no tiene definido cómo lo encararía, ya que no considera que se deba cumplir una función en particular. "Nuestro país, una vez más, tiene una sabiduría extraordinaria. En otros países es un rol predeterminado, no digo con obligaciones pero sí con infraestructura como secretarías, despachos, que te obligan (a asumir un papel). Aquí, desde el inicio de la democracia cada una asumió el rol que por su personalidad, sus intereses, sus ventajas comparativas, más le gusta o piensa que hace mejor".

Efectivamente, en Uruguay juega un grado de libertad y laicismo de la sociedad aparentemente mayor que en otros países de la región. No obstante, las esposas de los candidatos colorados cumplieron el rol esperado, afirma la politóloga Laurnaga en su trabajo. "El Dr. Jorge Batlle en particular se ocupó de resaltar su imagen de hombre de familia, cuidado, querido y hasta `mandado` por las mujeres que enmarcan su vida. Su apertura contrastó con la actitud de los candidatos de izquierda, quienes optaron por separar su vida privada de la competencia electoral. Sin embargo, esas `ausencias` parecen satisfacer a algunos y defraudar parcialmente otras expectativas del colectivo social. La no presencia deja planteada la interrogante sobre si ese bajo perfil corresponde a una modalidad o es un indicador de otro estilo de pareja".

De esa idea es la esposa de Pedro Bordaberry, María José Oribe, quien debuta en estas lides. "El papel fundamental en la campaña lo juega Pedro. Creo que lo que se ha logrado en la vida, simboliza lo que se es como ser humano. Lo que podemos mostrar es que somos una linda familia, que nos llevamos bien, que charlamos entre todos, que somos una pareja común, con nuestros hijos, trabajadores, tratando de pelearla como todo el mundo. Como esposa trato de generar las condiciones para que él tenga la cabeza y la estabilidad necesaria para dedicarse de lleno a su tarea".

Luego de cuatro años y medio de noviazgo, hace ya 23 que María José Oribe se convirtió en la mujer de Bordaberry y madre de tres hijos de 21, 19 y 16 años, además de desempeñarse durante como psicóloga y terapeuta, especializada en niños. "Pedro llegó a la política medio de casualidad, luego de su pasaje por Turismo. Con el tiempo, su carrera fue adquiriendo un peso más importante, y bueno, aunque pensamos que sería más liviano, igual siempre lo acompañamos y tomamos las decisiones en conjunto. Porque, también, entra un tema de responsabilidad: se debe pesar lo personal con lo que uno piensa que puede ser de ayuda a la sociedad. Y en un momento tan difícil para el país, me parece que se tiene que dejar de lado lo personal. Por lo menos es lo que Pedro, que está muy comprometido, contagia".

María José Oribe viene llevando bien la exposición mediática aunque como psicoterapeuta no es algo que le apasione. "Trabajo con pacientes de todas las fracciones políticas y prefiero tener un perfil más neutral. Pero, entiendo que en caso de que Pedro sea presidente, la primera dama debe acompañar mucho a su marido, ya que representa también a la mujer uruguaya. Por el lugar que ocupa es un instrumento que está muy bueno para poner a disposición de los demás. Se puede acceder a ayuda económica, entre otras cosas, para trabajar en áreas importantes para el país. Asimismo, la mujer puede aportar otra visión: vemos el mundo y podemos entender las cosas desde otro lugar porque somos madres y administradoras del hogar, lidiamos con la economía diaria".

Desde su profesión, la esposa de Bordaberry entiende que podría sumar en la gestión de su marido ya que tiene acceso a los verdaderos problemas de las personas. En caso de llegar a primera dama, no le gustaría dejar su labor, ni elegir, aunque tiene claro que no podrá seguir con su actual nivel de trabajo. Pero como psicoterapeuta infantil, cree que podría colaborar en todo lo que tiene que ver con la prevención e infancia, que es una gran problemática actual. "Los niños son el futuro del país".

Ligia Almitrán ya lo tiene asumido. Si su marido se convierte en presidente de la nación, ella dejará tanto el ejercicio del Derecho, como la gerencia de radio Sarandí. No porque crea que deba cumplir alguna función en particular -"es la decisión personalísima de cada una"- sino porque "uno tiene que saber exactamente qué lugar ocupa, con qué delicadeza", explica, aunque agrega que aún no tiene claro qué actividad desempeñaría en caso convertirse en primera dama. "No lo he pensado. Pero siempre tendría algo para hacer". Almitrán, abogada y periodista, no ha sido primera dama, pero algo del entorno conoce. Luis Hierro López, con quien mañana cumple 18 años de matrimonio y con quien tiene una hija de 15, Antonia, ha sido diputado, senador, ministro del Interior y vicepresidente de la República. Por eso ha transitado múltiples campañas electorales en el ojo del huracán mediático, aunque asegura que nunca se sintió agobiada o molesta por la exposición. "Lo vivimos muy bien. Este es un país cordial. Nunca sentí un acoso", asegura. Aún así, admite que la cercanía de las elecciones nacionales, con candidatura de por medio, altera la rutina familiar. "Las campañas son momentos muy intensos. Son teléfonos que suenan a cualquier hora, giras por todo el país, recorridas por barrios, conversaciones permanentes, análisis, estudios. Te genera tensión, cómo no. Estás pendiente de una cantidad de cosas que entre elecciones no lo estás tanto, o lo estás con más calma. Pero el dirigente político vive eso con enorme placer. No vas a conocer a ninguno que diga que no le gusta", opina. Cuando se le pregunta si la decisión de que Hierro se postule se discutió en la familia, Almitrán parece dudar. "Esteeee... sí. Claro que sí. Más allá de que digo: ¡otra vez una campaña política! Pero supe desde el vamos que nunca dejaría de haberlas. Así que ni siquiera es necesario discutirlo".

La familia de un candidato no incide a la hora del voto, dicen

"En Argentina tendrías más suerte, pero acá...Nunca tuvieron un papel relevante políticamente. Con excepción de Julita Pou, que lo aprovechó un poco más...", se excusó un politólogo consultado al explicar que, en Uruguay, la primera dama es una figura que nunca ha ocupado demasiado espacio en el análisis político.

Y lo cierto es que tampoco es un factor que los votantes tengan en cuenta. Al menos así se desprendió de la encuesta realizada por El País Digital, donde el 76% de los lectores contestó que la esposa del candidato no incide en absoluto a la hora del sufragio. "Eso es para los argentinos y los norteamericanos", opinó uno de los encuestados.

Aún así, la esposa o cónyuge completa su imagen de familia y, tal como indica la politóloga María Elena Laurnaga en un trabajo sobre campañas electorales publicado en la web Mujeres del Sur, "representa la entrada del elector en el mundo privado del candidato". "Ellas encarnan la figura de `lo femenino` en la esfera de la política, desempeñando un rol funcional al mantenimiento de pautas hegemónicas en el imaginario colectivo a quien se dirige la propuesta electoral. Estas pautas están asociadas a la armonía y equilibrio emocional que brinda la pareja heterosexual estable, necesarias en un mandatario hombre", apunta el análisis.

Pero aquí lo privado casi no pesa en las decisiones electorales. Al menos en el discurso.

Opinan los lectores

No creo que la primera dama actual haya hecho nada notorio en beneficio de la sociedad. Ni siquiera parece acompañar a su marido. Probablemente podía haber hecho mucho si se le hubiera dado espacio. Aunque también necesitaría un espíritu más emprendedor. Karina, 23 años.

Infinitamente mejor que su marido, ya que a mi juicio es la responsable de que Vázquez haya prometido vetar la ley del aborto. Lástima que no consiguió que la vete entera. Álvaro, 44.

Perfecta, perfil bajo, haciendo siempre lo que hizo, de hecho lo que debe la pareja de cualquier presidente/a. Cuando se vota, se vota a la persona o al partido. No a su pareja o vida sexual. Margarita, 48 años.

A la hora de votar, quién es la esposa del presidente ayuda porque indica también la familia de la cual procede. Perla, 58 años.

Si un candidato tiene una esposa para la prensa y noviecitas por ahí, o sea, si no tiene resuelta su vida amorosa, ¿cómo podrá resolver los problemas de todo un país? María, 24.

Uno debe mirar los hombres que acompañan al candidato y no si la primera dama es linda y se viste bien. Eso es para los argentinos y los norteamericanos. Mariano, 62 años.

Lógicamente. Nunca votaría por un tipo que tenga mal gusto al momento de elegir esposa. Walter, 58 años.

No incide en las urnas de manera relevante. Es un dato más que refleja aspectos de la personalidad del cónyuge, pero no definitorio. Beatriz, 44.

Me gustaría Claudia Hugo, porque no la conozco y es una buena señal, no se hace ver. Gerardo, 47 años.

Perdón... una pregunta ¿Larrañaga no es soltero, no? Me preocupa que no pongan a su esposa. ¿ya están jugados? Marcelo, 35 años. Larrañaga está separado, pero sigue casado. ¿Su esposa no cuenta como primera dama? Para mí sería la mejor, una excelente maestra y una gran persona. Ariel, 16 años.

Lucía Topolanski sería la mejor primera dama debido a su capacidad de trabajo, bajo perfil, sencillez y ternura. Patricio, 58 años.

Julia Pou, por su formación, es culta y tiene experiencia. Gerardo, 43 años.

María José Oribe. Sería bueno que sea alguien joven, con cierta elegancia y capacidad para un cargo que es más de relaciones públicas y roce social que político. Carmen, 47 años.

Ligia Almitrán, por profesional e inteligente. Beatriz, 44 años.

Larrañaga está casado, pero ya no conviven

Varios lectores se mostraron intrigados -algunos incluso preocupados- al notar la ausencia, en la encuesta propuesta por El País Digital, del nombre de la esposa del precandidato del Partido Nacional, Jorge Larrañaga.

El ex intendente sanducero está casado con Ana María Vidal, con quien tiene tres hijos: Jorge Washington, Aparicio y Juan Francisco. No obstante, si bien el matrimonio no se ha disuelto, la pareja está separada hace dos años, según él mismo aclaró en el programa Consentidas, de Canal 10.

Ana María Vidal Elhordoy es maestra y durante las gestiones de su marido como jefe comunal y senador se desempeñó en la escuela N° 2 de Paysandú.

La noticia de la separación no ha trascendido demasiado, no sólo porque en Uruguay estos temas no suelen ver luz pública, sino porque el senador viaja muy seguido a su ciudad natal para ver a sus tres hijos.

Una ama de casa en el gobierno

Si se googlea el nombre María Auxiliadora Delgado en Internet, lo primero que salta es una breve biografía en Wikipedia de dudosa veracidad, un blog humorístico que la propone como "futura presidenta" y una entrevista ficticia que bromea con un imaginario futuro de la primera dama como modelo. El resto consta de notas referidas al Plan de Salud Bucal, que ella dirige y poco más. Información personal: cero.

María Auxiliadora Delgado ha cultivado el más bajo perfil como esposa de un presidente desde el retorno de la democracia. Es la menor de 11 hermanos y conoció a Tabaré Vázquez en una kermés del colegio salesiano del barrio La Teja, de donde ambos son oriundos. Se casaron en 1964, tienen cuatro hijos, uno de ellos adoptivo y diez nietos.

A sus 71 años (tres más que su esposo), muy poco se muestra en eventos públicos y jamás ha brindado una entrevista a la prensa. A muchos les genera curiosidad por su mutismo y a otros por su estilo de "ama de casa" alejado del protocolo que rodea a la familia presidencial.

Antes de que Vázquez ganara las elecciones, manifestó que, de llegar a convertirse en primera dama, le gustaría poner énfasis en la atención odontológica infantil, y así lo ha hecho.

Profesa una ferviente fe católica y siempre ha estado vinculada con obras de beneficencia. Tal es su devoción, que algunos señalan su incidencia en el anuncio del presidente de vetar la ley del aborto en caso de que sea aprobada, aunque los politólogos opinan que esa decisión responde más a convicciones éticas personales de Vázquez, vinculadas también a su experiencia profesional, que a una influencia de su mujer. A muchos incomoda (o desacomoda) esa relación de la familia presidencial con la Iglesia, que para algunos analistas no es lo jacobina que podría esperarse de un gobierno de izquierda.

Para el grueso de la población uruguaya, en tanto, la figura de la primera dama en esta administración ha pasado prácticamente desapercibida. De los lectores que respondieron a la encuesta de El País Digital, el 66% opinó que la gestión de la primera dama ha sido "inexistente" o "nula".

Por su parte, el restante 34% encontró que el papel de Delgado ha sido bueno o "lo que tiene que hacer", incluso felicitando su posible incidencia en un veto a la ley del aborto. También resaltaron su dirección del plan bucal.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad