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El origen de las pasiones

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JUAN E. FERNÁNDEZ ROMAR

LA ETIMOLOGÍA es una ciencia interpretativa que procura escuchar el lenguaje en un sentido histórico y evolutivo. No se trata de un camino de retorno hacia el pasado de las palabras en busca de significaciones sociales olvidadas, perimidas o transformadas, sino de una reinterpretación de lo que decimos y no sabemos.

Remontar los cauces de las palabras constituye una exposición deliberada a un juego de reverberaciones y reminiscencias, de sospechas e intuiciones, de adivinaciones de sentidos y oráculos de significaciones.

Este tránsito por el desfiladero de las palabras permite observar los secretos que condensan las palabras y la anunciación de futuras procreaciones. No configura una arqueología de significados fósiles sino de la vital sabiduría enquistada en cada vocablo; siempre dispuesta a renacer y a multiplicarse; pasado y presente de un Jano bifronte que hilvana las culturas y los siglos.

EL GENOMA CULTURAL. Complementariamente, la lingüista argentina Ivonne Bordelois propone considerar la etimología como una indagación en el genoma cultural de las civilizaciones.

Bordelois desarrolla una exploración de las remotas surgentes de las palabras con que nominamos deseos y emociones, revelando así el complejo universo de significaciones que tapiza el suelo del lenguaje. A pesar de ser un original ejercicio de semiología erudita en el que confluyen diversos saberes, no es un libro para académicos sino que es plenamente accesible para cualquier lector.

Reforzando el argumento de la importancia del origen de los términos, la autora nos recuerda que para Aristóteles, el hombre era el "animal de la palabra" y que los guaraníes tenían una idea similar ya que originalmente lo denominaban: "sonido de pie".

Apoyada en una amplia bibliografía que va desde la lingüística de Saussure hasta las gramáticas comparativas de Rasmus Christian Rask y Franz Bopp, pasando por textos clásicos de Platón y los estudios de Walter Benjamin, elabora múltiples líneas de sentido entre vocablos que no parecen estar relacionados iluminando su significado cultural.

En esta investigación, Bordelois se remonta al protolenguaje que imperó hace seis mil años en Anatolia (Turquía) y que luego se extendió y ramificó tanto por los rincones de Europa como por la India e Irán.

Bucear en los orígenes remotos de nuestro lenguaje (previo a los albores del persa, el sánscrito, el altogermánico, el latín y el griego) encierra hallazgos y sorpresas. Por esta vía podemos enterarnos -entre muchas otras cosas- que el vocablo "palabra" significa originalmente parábola, el recorrido de un objeto que se arrojó lejos en el espacio, y que posteriormente alimentó el trayecto mental que va desde una sensación o vivencia hasta su imagen mental.

La ruta propuesta por Bordelois para su indagación se limita al universo de las pasiones, orientando su exploración al estilo de Spinoza, por las sendas de las pasiones claras o alegres (alegría, felicidad, esperanza, etc.) y las pasiones oscuras o tristes (codicia, avaricia, envidia, tristeza, celos, etc.).

La recreación de la deriva de algunos términos, partiendo de esa superfamilia de lenguas indoeuropeas y semíticas denominada nostrático o bien familia afroasiática, guarda potentes sugerencias.

MIMESIS. Una de las teorías sobre el origen de las lenguas en la que más repara Bordelois, es la onomatopéyica; es decir, cuando los vocablos encierran por evocación o imitación su propia referencia. Yendo de la mano de esta autora, y más allá de ejemplos elementales como el frufrú de la seda o el crujir de la madera, nos encontramos con múltiples variaciones fonológicas irradiadas desde un mismo centro semántico.

Ejemplos de esta cuestión pueden ser las relaciones entre la letra G y diversas palabras relacionadas con la garganta, como grito, gruñido, gula, gusto, gárgara, golosina, o gorjeo; o bien las evidentes relaciones de la M con la mama, el amor, la mamá y el amamantamiento.

Algo más recóndito resulta la raíz ps, ese soplo de aire espirado, que en griego dio origen a psycho (respirar, soplar) y a psyche (soplo de vida, aliento, alma, cosa amada, y deseo) para luego derivar en psiquis, el alma, reformulada mucho más tardíamente para designar a la mente.

Es apasionante seguir a Bordelois en la reconstrucción de las derivaciones de la raíz indoeuropea eis, de la cual proviene la voz latina ire, antepasado del verbo ir.

La raíz eis constituyó una fuente de significados que se fue desgranando en varias lenguas, dando lugar a nociones tan variadas como el movimiento y la velocidad, lo sagrado, la sexualidad, la ira, y la inspiración poética.

De allí proviene tanto theoi (dioses para los griegos) como el verbo thein (correr), el concepto griego de hieros (lo sagrado) y la ira latina, palabra que hemos heredado casi sin modificaciones.

No obstante, esa raíz dio frutos por otros lados, gestando vocablos como el ois-tros griego, el delirio profético; y por esa vía el estro: inspiración, aguijón, tábano, locura, o bien deseo ardoroso. De allí provino también el antiguo oistrelateo, que significaba tanto enfurecer como excitar la pasión; y las nuevas acepciones de estro, el ardor sexual de los mamíferos (en particular de las hembras), y la denominación moderna de estrógenos, las hormonas que controlan el desarrollo de los órganos y caracteres sexuales femeninos.

EL AMOR Y LA IRA. En idiomas muy distintos es posible observar evoluciones similares en cuanto a su significación. Por ejemplo, en el origen de los vocablos referidos a la pasión erótica se encuentran núcleos densos que enlazan el ardor sexual con la ira.

De hecho, en numerosas lenguas modernas existen las expresiones "estar ciego de ira" y "estar ciego de amor". Asimismo, "volver loco" a alguien puede significar tanto encolerizarlo como enamorarlo sin remedio.

Algo análogo ocurre con el uso coloquial de calentar o calentarse, idéntico al to be hot del inglés. En tal sentido, Bordelois nos recuerda que el verbo fornicar proviene precisamente de furnus, voz latina que significa horno.

En la misma línea, la palabra francesa orgasme aludió hasta el siglo XVII a los ataques de cólera y sólo posteriormente adquirió el sentido de clímax sexual.

Estos nudos de significación entretejen la pasión carnal con la agresión física del varón. En inglés se suele decir to knock her down con un uso similar al "voltear" del castellano.

Bordelois propone como posible conexión entre los sentidos agresivos y sexuales de numerosas palabras, la observación infantil de la escena primaria donde el abrazo apasionado de los padres con sus gemidos, gruñidos, y forcejeos, es interpretado por el niño como una confrontación violenta.

Numerosas series semánticas exploradas por esta autora, surgen primero referidas a la vegetación para luego designar algo del cuerpo y por último se extienden al universo de lo social. Orgao en griego quería decir inicialmente llenarse de savia y ser fértil, entre otras acepciones, para luego transformarse en orgia, una ceremonia misteriosa, secreta y sacrificial dedicada a Baco, de donde proviene el sentido moderno de arrebato lúbrico colectivo.

Más que de un libro, se trata de una aventura intelectual por los laberintos de la pasión y los excesos.

ETIMOLOGÍA DE LAS PASIONES, de Ivonne Bordelois, Libros del Zorzal, Buenos Aires, 2006. Distribuye Gussi. 200 págs.

En la academia

BORDELOIS, que además es poeta y ensayista, se graduó en la Universidad de Buenos Aires y prosiguió su carrera académica en Francia, Estados Unidos y Holanda. Se doctoró en lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts bajo la dirección de Noam Chomsky, y obtuvo la Beca Guggenheim en 1983. Desde 1994 desarrolla desde Buenos Aires una intensa actividad regional como periodista cultural y ensayista, convirtiéndose en la lingüista más importante de su país. Su estudio sobre los usos argentinos del lenguaje, El país que nos habla, fue Premio de Ensayo de Sudamericana y La Nación en 2005.

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