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Un diario que supo innovar

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César Bianchi

LA HISTORIA DE LA prensa uruguaya le tiene especialmente reservado un lugar al diario BP Color, heredero directo del decano El Bien Público que fundó Juan Zorrilla de San Martín en 1878 y embrión del nuevo periodismo que los años (mil novecientos) sesenta exigían a gritos.

De impronta católica en sus páginas editoriales y formado en base a capital de la Curia, BP apareció por primera vez en los escaparates de los quioscos uruguayos el 22 de febrero de 1965. Desde entonces y hasta el 13 de enero de 1971 tuvo una vida breve pero intensa, con innovaciones de tal magnitud que justifican la evocación.

Fue el primer diario en formato tabloide, el primero impreso en sistema offset de composición e impresión en frío, fue pionero en recurrir a las técnicas de color y falso color en forma diaria y sistemática.

Incluso apeló a una prosa desapasionada e imparcial entre una variedad de publicaciones "de tribuna" que representaban a los distintos grupos partidarios del espectro político. De hecho, mereció la distinción del general Oscar Gestido, a quien en la madrugada del lunes 28 de noviembre de 1966 cuando todavía se contaban los votos de las elecciones nacionales ya se lo proclamaba presidente electo: "Puedo adelantar que gane quien gane, estoy orgulloso del gran ejemplo cívico dado por toda la ciudadanía. Quiero agradecer igualmente a BP Color, un ejemplo de imparcialidad, que ha encarado un nuevo estilo periodístico al que debemos gratitud todos los políticos por igual", dijo.

Luego del cierre de El Bien Público en 1963 —un diario de prosa de cariz confesional y muy escaso tiraje— el empresario César Luis Aguiar salió a visitar decenas de redacciones de empresas periodísticas en Europa en su condición de miembro de la Unión Latinoamericana de Prensa Católica. De Alemania se trajo la idea de hacer un diario de composición e impresión en frío para beneplácito de los trabajadores gráficos que ya no necesitarían su ración de leche para prevenirse del saturnismo y para comodidad del lector, a quien ya la tinta no le mancharía los dedos.

La fundación germana Adveniat que recogía fondos para financiar medios católicos en América Latina ofreció las rotativas a la editorial Juan XXIII de la Iglesia Católica en Uruguay, y el directorio de la misma comenzó a formar el plantel de periodistas que llevaran a cabo el novedoso emprendimiento. Fue así que llegaron los argentinos Moisés Schebor Jacoby y su mejor pupilo, Edgardo Sajón, para apuntalar el proyecto.

Ambos exhibían las credenciales de haber remozado los diarios bonaerenses El Mundo y Clarín, y arribaron a Montevideo para "aggiornar" los diarios de la empresa Seusa. A Jacoby se le ocurrió el célebre slogan de "¡Qué bien que está La Mañana!", pero sus pretensiones estéticas fueron reales osadías para un medio tan conservador y se quedó sin trabajo. Sajón, en cambio, luego de llegar recomendado por su compatriota Francisco Llano para trabajar en Acción y luego de fugaces pasajes por la publicación de Luis Batlle y por La Mañana, fue contratado por la Iglesia Católica para dirigir los últimos meses de El Bien Público. Sus ambiciones eran mayúsculas y los escasos recursos del diario eran un obstáculo. En enero de 1965 se abocó a BP Color, ya en el nuevo edificio de San José al 1116, hoy local del Ministerio de Educación y Cultura.

Los técnicos norteamericanos de las rotativas Harris instalaron las máquinas y advirtieron a los jefes de redacción que no iba a ser posible imprimir 40.000 ejemplares todos los días y con muchas páginas en color. A partir de marzo del ’65, cuando BP le dio un gran "mentís" a tal notificación con tiradas que promediaban los 35.000 diarios, el caso "BP Color en Uruguay" pasó a ser la gran publicidad de la Harris en el mundo.

"Nuestros textos eran breves porque nosotros interpretábamos la necesidad de un mundo que cambiaba, del uruguayo que pasaba de la siesta tranquila de la ciudad provinciana de Montevideo, a la ciudad más industrializada y movida, donde la gente tenía poco tiempo para leer", dice el periodista Félix Carreras. En esa metrópolis que despertaba a mediados de los ’60, el uruguayo ya podía leer el diario (en un formato tabloide, de fácil manipulación) en el ómnibus o en el trolley-bus, donde habían -incluso-comenzado a venderse.

Con una real preocupación por la estética del producto, con una funcionalidad dada y no como mera ornamentación, la dupla porteña Jacoby-Sajón (el primero falleció de un ataque al corazón una semana antes de salir el diario a la calle) impulsó una nueva forma de hacer prensa donde la diagramación y los espacios en blanco también eran información. Las tapas "arrevistadas" en el nuevo diseño, por otra parte, constituyeron un llamador para potenciales lectores.

"La tapa parecía de revista más que de diario, aprovechando las ventajas que teníamos: técnicas disponibles para dar fotos destacadas, la novedad del color y el sistema ‘chimenea’, que era una columna que resumía cosas importantes debajo del título principal", sostiene el entonces diagramador de BP Color, Carlos Diana.

Sólo el semanario Marcha tenía un formato tabloide, por lo que BP sería el primer diario en aprovechar las facilidades de su manejo, el incremento en posibilidades de diseño y el potencial publicitario. Tampoco es menor que logró vencer las suspicacias que un diario de este tamaño (0,30 x 0,40 centímetros) tiene, incluso actualmente, en países como Inglaterra donde decir "tabloide" es decir "sensacionalismo".

Los fotocromistas obtenían el color deseado a partir de los negativos de fotos en blanco y negro. Los cuerpos de la rotativa ofrecían los colores primarios (azul, rojo, amarillo) más el negro, y se ayudaban con tintura opaca ("opacol"), ácido diluyente y sus propias uñas para reducir el porcentaje de tinta que debía tener una foto dada y así reducir o aumentar el punto o la trama. Con las mezclas de colores primarios se lograban otros colores. Un rostro, por ejemplo, se componía con 45% de amarillo, 35% de rojo, un 5% de azul y no se permitía que ingrese tinta negra. Con esa receta se hacían aquellas caras "rosadas" que lucían los fotografiados en el diario.

El proceso de revelado para la técnica "falso color" demandaba apenas ocho minutos mientras que conseguir el color real exigía un proceso de revelado de más de una hora por rollo. Es por eso que desde que estuvieron en conocimiento de ese "atajo", dejaron de publicar fotos en color para hacerlo en "falso" color.

LA IMPORTANCIA DEL OFFSET. La máquina rotativa de cuatro cuerpos Fairchild Colorking de la empresa Harris conmovió el ambiente periodístico. Los fototipógrafos sustituyeron a los linotipistas (y las ruidosas linotipos), así como las tijeras, el papel, el cemento y la cera reemplazaron a los caracteres de metal y plomo. Las prensas de offset y la fotocomposición iniciaban la revolución tecnológica del siglo XX que seguiría en los ’90 con el advenimiento de las computadoras en lugar de las máquinas de escribir.

El offset, hijo de la litografía, fue un descubrimiento de las artes gráficas del siglo XVIII: Ottmar Mergenthaler logró formar líneas completas de tipos metálicos en su linotipo.

La aparición del offset y sus rotativas implicó una adaptación. La calidad de la reproducción mejoraba sensiblemente. Los sistemas de "tipo frío" producían imágenes en papel fotográfico o en película mediante procesos fotográficos. "El tipista fotografiaba letra por letra en un pedazo de papel fotográfico, eso se revelaba y se tenía el título por un lado y el cuerpo de texto por otro. Entonces se cortaba y se pegaba en las páginas que estaban preestablecidas", dice Nelson García, ex armador de páginas de BP Color y actual dibujante de Búsqueda y El País.

La fotocomposición supuso la desaparición de la teja de plomo por la fina plancha de aluminio. Esto redundó en una impresión más clara y con menos carga de tinta. Sólo bastaba pasar un dedo por el texto impreso en el diario para medir la naturaleza del nuevo sistema.

Con esta innovación BP Color obligó a la renovación de la competencia. Debía producirse en ellos la radical transformación en sistemas de impresión que había afrontado BP, si querían competir con éxito. El matutino El País inmediatamente comenzó a consultar a proveedores del extranjero para analizar las posibilidades de aplicación y costos del offset.

El directorio de El País decidió asumir un sistema mixto de composición e impresión. Si se aplicaba estrictamente el offset había que suprimir los talleres de linotipos, con los esperados conflictos gremiales a cargos de sindicatos poderosos (de Artes Gráficos y de la Prensa). Significaría una erogación muy importante ante la incertidumbre de saber si la maniobra daría buenos resultados o no. Por eso se decidió publicar solo parte de la edición del diario compuesto en frío, mientras se preparaba al personal para el nuevo sistema.

El "conejillo de indias" fue un suplemento deportivo a color sobre el Mundial de fútbol de Inglaterra ’66. "Era la competencia directa y manifiesta con BP Color", dice Daniel Herrera Lussich, actual asesor periodístico de El País y secretario de redacción del diario en 1965.

UN ANTES Y UN DESPUÉS. Con BP surgió la prensa sin compromisos políticos, intentó ser un oasis en el medio del periodismo de tribuna partidaria, a saber: El País y El Plata estaban vinculados al nacionalismo independiente, La Mañana y El Diario se identificaban con el sector colorado no batllista (riverista), El Debate era herrerista y Tribuna Popular también era ideológicamente nacionalista, el diario Acción seguía las premisas políticas de Luis Batlle Berres (lista 15), y El Día respondía a los hermanos Batlle Pacheco (lista 14). También estaban el socialista El Sol y El Popular del Partido Comunista.

Si bien sí existían vinculaciones con la Iglesia Católica, estas no se evidenciaban en las páginas informativas. La relación de la Curia con BP era meramente empresarial, sin coartar las libertades periodísticas.

Danilo Arbilla, director periodístico de semanario Búsqueda y ex presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), entiende que BP Color fue "importante" en la sociedad uruguaya en los años que estuvo en la calle, "por cuanto no estaba ligado a nadie partidariamente, en un país donde todas las cosas pertenecían a partidos políticos. Fue la primera vez, que yo me acuerdo, que hubo un periódico realmente independiente, que no condicionaba su opinión", afirmó Arbilla.

Soslayar los tabúes políticos que presionaban a la competencia le permitió a BP profundizar la investigación periodística y reparar en un enfoque nunca antes asumido para analizar a los políticos. La sección "El Show Político" hizo más accesible una temática tradicionalmente conocida como de información "pura y dura".

Era un espacio de grageas informativas de tinte político tamizadas con ironía y humor, que iban acompañadas del rostro caricaturizado del político aludido. "Era el tipo en pantuflas", ilustra el periodista Nelson "Laco" Domínguez, entonces trabajador de La Mañana. En pequeños textos narraba simpatías o disgustos de parlamentarios fuera del ámbito político, comentarios deslizados fuera del "orden del día", transformados en anécdotas. "El tratamiento de las noticias, sobre todo en política, tenía una cadencia que no tenían los demás diarios. Eso de profundizar en la noticia política y mostrarlo de una manera distinta: qué comían (los políticos), qué hacían fuera del Parlamento, si se peleaban en el Estadio, si les gustaba el tango o el candombe", agrega Domínguez.

Luego en los años ’80 surgió "El Duende de la Trastienda" de El País para retomar el particular camino periodístico que eligió BP con "El Show Político", y en Ultimas Noticias apareció "El Juglar".

En aquella época el teatro independiente y la Comedia Nacional dominaban el ambiente artístico del circuito montevideano. "Era impensable (antes de BP Color) que se publicara otra cosa que no sea el espectáculo dado y la especificación del autor y el director", dice Yamandú Marichal, periodista de Espectáculos de BP Color. El diario de la editorial Juan XXIII se atrevió a desafiar la regla tácita: no se podía promover el espectáculo ni entrevistar a los actores. Beatriz Massons se dejó fotografiar con su hija en una hamaca de una plaza para una entrevista, y de ahí en más todo fue distinto.

Las fotos en color estaban estratégicamente pensadas para las páginas "femeninas" de moda y recetas (sección "Hogareñas"), para la tapa, la contratapa de fútbol -la gente compraba BP para ver los goles a colores, dice el armador Nelson García- y el chiste de Mafalda, viñeta del cordobés Joaquín Lavado (Quino) que recién llegaba al Uruguay. Una sección sobre televisión también innovó: eran dos páginas dedicadas a las novedades de los primeros programas criollos del incipiente aparato electrónico en los hogares capitalinos.

BP Color fue cuna de grandes periodistas, que luego tuvieron activa participación en el desarrollo del periodismo nacional. Algunos de los jóvenes profesionales de BP fueron Eduardo Navia (co-fundador de El Observador), Romeo Otero, Daniel Gianelli (secretario de redacción y columnista de Búsqueda), Félix Carreras, Antonio Dabezies (fundador de El Dedo y Guambia), Jorge Algorta, el productor periodístico y escritor Antonio Pippo, el politólogo Romeo Pérez, Samuel Blixen (Brecha) y Federico Fasano (La República, entre otros diarios).

El diario estableció hitos periodísticos tales como la primicia de la devaluación de abril de 1968 que llevaba el dólar oficial a $ 250. El dato recogido a la salida de la residencia presidencial el sábado 27 de abril de aquel año fue publicado en la tapa del diario del domingo y adelantó el anuncio que se haría público recién el lunes por el equipo económico del gobierno. Esta noticia daría lugar al mito de la "infidencia" de Jorge Batlle.

VIGENCIA Y MISTICA. En noviembre de 1970 el editor jefe Edgardo Sajón se alejó del diario por diferencias de concepción del producto con el directorio de la empresa y con él se solidarizaron Eduardo Navia y Romeo Otero, quienes también renunciaron. Sajón volvió a su país para ser el secretario de prensa del presidente argentino, general Agustín Lanusse. El 1 de abril de 1977 pasó a ser uno de los detenidos desaparecidos del país vecino.

Con la partida de los tres pilares del la publicación se precipitó la caída de la misma. El 13 de enero de 1971 y producto de una pésima administración, el diario salió por última vez a la calle. Cerró por una flagrante negligencia en el aspecto administrativo de la empresa y porque los paros distorsionados, breves pero sistemáticos, repercutieron en la salud de la casa. Como legado dejó un gratísimo recuerdo en el imaginario colectivo, por su cualidad de pionero en diseño y en contenido periodístico.

Aún hoy se mantiene una especie de unión espiritual, dice Eduardo Navia en alusión a las comidas organizadas, que reeditan anualmente el fenómeno de BP Color. La telefonista Carmen, "La Gallega", fue artífice de la excusa para la reunión del personal una vez por año, pero otros años también la organizaron el fallecido tipeador Pérez Ayala o el periodista deportivo Juan Carlos Vivas. El periodista y ex ministro de Educación y Cultura, Antonio Mercader, habla de cierta "mística" que los identificaba. Navia y Carreras concuerdan. A 38 años de la primera edición se siguen juntando. A fines del pasado diciembre de 2002 se volvieron a ver, se sacaron unas cuantas fotos y coquetearon con la idea de una vuelta de BP Color para romper la apatía del diarismo nacional.

Intercambiaron anécdotas, se abrazaron y se piropearon con aquello de lo bien que se conservan. "¿Te acordás de la foto primicia de la mano de Dan Mitrione?", le preguntó un periodista a otro. Algorta, por ejemplo, prefirió recordar el apartamento del hotel Liberaij, al otro día del tiroteo, todavía en llamas cuando él debió visitarlo en cobertura para BP Color. Ya pactaron para alguna noche de febrero un próximo encuentro en la casa de Mirtha Almada, una funcionaria de la administración del diario.

El mayor mérito de BP Color fue su papel de visionario. Significó una alternativa más para la clase media uruguaya que aún podía darse el lujo de adquirir un diario matutino y otro vespertino. El avance formidable que provocaron advirtió a las empresas periodísticas ya establecidas y con arraigo popular: "Renovarse o morir", como dice el viejo aforismo.

Fue transgresor, porque se animó a instrumentar las nuevas tecnologías para la prensa que habían aparecido en los vanguardistas medios europeos, en un pequeño territorio de América del Sur donde lo conservador siempre sentó mejor. Demostraron estar por encima de las estructuras anquilosadas de la prensa y a la altura de las circunstancias.

(Este artículo es un resumen de una tesis de grado de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, Universidad Católica, presentada por César Bianchi con el título La influencia de BP Color en la prensa uruguaya)

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